- La encuesta incluida en el segundo informe sobre este fenómeno desvela las luces y sombras de su percepción en la comunidad autónoma
La percepción del cambio climático y sus consecuencias es una batalla que todavía tiene un largo recorrido en regiones como Castilla-La Mancha. Así queda reflejado en la encuesta incluida dentro del segundo informe sobre este fenómeno realizado por varios investigadores y expertos de la región con el impulso de la Oficina regional de Cambio Climático. Ahí pueden observarse las luces y sombras, y unas cuantas contradicciones, en torno a un problema que aceptamos como tal pero que no termina de importar lo suficiente como para cambiar determinados hábitos de vida. Al menos no de manera urgente.
El sondeo se ha realizado en base a más de 500 encuestas, en un rango de edad de entre los 13 y los 72 años, aunque la mayoría de las respuestas se sitúan en la franja de edad que va desde los 35 a los 56 años. Para conocer la situación actual de la región, comienza preguntando a los castellano-manchegos cuáles creen que son los dos problemas que más afectan en la actualidad a su comunidad autónoma: el paro y las condiciones laborales (31%), los problemas económicos, la pobreza y la crisis (24%) ocupan los primeros puestos, mientras que los problemas ambientales y el cambio climático (21%) quedan relegados al tercer lugar.
A pesar de ello, preguntados sobre en qué medida consideran que el cambio climático es una cuestión a tener en cuenta en la actualidad, el 51% de las respuestas manifiestan que este es un problema muy grave, y el 37% dice ser bastante grave; mientras que solo un 10% cree que hoy en día el cambio climático no tiene gravedad, y el 2% que no es un problema. Se deduce, por tanto, que la mayoría de los encuestados acepta la existencia del cambio climático, es más, el 96% opina que el cambio climático está ocurriendo y tan solo un 2% cree que no.
El siguiente paso de la encuesta se centro en lo que entienden los castellano-manchego por este fenómeno y sus consecuencias. Para ello, se les pregunta cuales son los dos primeros pensamientos o imágenes que tienen al escuchar el término. Las dos respuestas que destacan de manera inequívoca sobre las demás son: “Escasez de agua y desertificación”, con un 33% de las respuestas; y “aumento de las temperaturas, olas de calor y frío”, con un 30%; el 37% restante se reparte en, “contaminación y CO2 de coches y fábricas” (10%), “daños en la agricultura” (8%), “catástrofes naturales” (8%), “sensaciones y pensamientos negativos” (7%) y “deshielo de los polos” (5%). Por lo tanto, se puede decir que según los castellano-manchegos, el cambio climático se manifiesta con la escasez de agua y la desertificación, y el aumento de episodios de temperaturas extremas.
Además, a la pregunta el grado de importancia del problema del calentamiento global en determinados escenarios, los encuestados revelan la preocupación por las consecuencias que tiene sobre todo en las generaciones futuras, seguido de Castilla- La Mancha, España, su provincia, y en menor medida, aunque también bastante importante, su persona y su familia. Esto, explica el informe, resulta “un tanto paradójico”, ya que exponen que está ocurriendo en la actualidad, pero el grado de importancia del problema y su afección personal no es el que más preocupa. De la misma forma, si el cambio climático no tiene demasiada transcendencia para su persona, la contradicción también se refleja al preguntar sobre la importancia que les dan a los efectos que puede conllevar.
La percepción sobre daños en el medio rural
Por otra parte, debido a la gran importancia que el sector agrícola y ganadero tienen en la comunidad autónoma, la encuesta también se centra en analizar la percepción del cambio climático y sus efectos en ellos, dando mayor relevancia a las respuestas de las personas dedicadas profesionalmente a estos sectores. A la pregunta “ ¿piensa que se han producido daños en el medio ambiente de Castilla-La Mancha, en la agricultura y en la ganadería debido al cambio climático?”, tanto encuestados en general, como los profesionales del sector tienen claro que sí, con un 90% y un 92% respectivamente.
Pero una vez conocida la percepción, ¿qué ocurre con las medidas para evitarlo? El 19% de los encuestados ve muy posible la reducción de los efectos, 52% bastante posible, mientras que el 25% cree que es poco posible. Por lo tanto, creen que el cambio climático si puede frenarse, pero ¿hasta qué punto están dispuestos los castellano-manchegos a cambiar sus hábitos y sus modos de vida para disminuir sus efectos? Según las respuestas dadas, el 93% de los encuestados cree que debemos cambiar significativamente nuestros modos de vida, de los cuales, el 91% estaría a favor de cambiarlos. Al otro lado, un 4% que dice que no debemos cambiarlos, mientras que el 7% restante se manifiestan neutros.
El quid de la cuestión lo encontramos en las actividades que frenan el cambio climático y la frecuencia con que se realizan. La mayoría de respuestas manifiestan que estas actividades las realizan siempre o casi siempre, siendo la separación y reciclaje del vidrio la actividad que más realizan, seguido de la separación y reciclaje del papel y de apagar las luces y los aparatos eléctricos cuando no se usan, así como la reutilización de bolsas para la compra. Donde más fallan es en la elección de frutas y verduras producidas en la región y la limitación del tiempo de ducha para ahorrar agua. Cabe destacar que la opción “nunca” no supera en ninguno de los casos el 5%/10%.
Para conocer el grado de implicación que tienen con el cambio climático y su política se pregunta con qué frecuencia realizan actividades de colaboración, participación o asistencia a organización, protestas, campañas o firmas. Exceptuando la firma a favor de una campaña ante el cambio climático que obtiene su mayor respuesta en el rango de “bastante frecuencia” con un 20%; el resto de actividades las realizan con poca frecuencia, acompañado del “nunca”; aunque hay que destacar que un 10% de los encuestados dice colaborar con alguna organización que actúa contra el cambio climático. La acción que menos realizan es la asistencia a protestas para demandar acciones ante el cambio climático.
A pesar de todas las respuestas anteriores, de admitir la existencia del cambio climático y de enumerar algunos efectos que ya se están dando, los encuestados dicen que la sociedad no está suficientemente concienciada, teniendo esta respuesta un 95%. Además, el 77% de los encuestados ve muy difícil o difícil el acceso a la información general sobre el cambio climático y los impactos que este tiene en Castilla-La Mancha.
Un problema “para generaciones futuras”
Las conclusiones del estudio apuntan que los castellano-manchegos creen en el cambio climático y admiten que actualmente está teniendo efectos negativos en el medio ambiente, sobre todo respecto al aumento de la temperatura y la disminución de las precipitaciones. Son conscientes de que puede conllevar graves problemas en la agricultura y la ganadería, además de en la vida humana.
Sin embargo, lo perciben “como un problema para las generaciones futuras”, y aunque admiten que ya hoy en día deben de llevarse a cabo acciones para frenarlo, “se contradicen, ya que no realizan las acciones más importantes para disminuir el cambio climático, solo llevando a cabo aquellas que también supongan un ahorro económico”.
Además, dicen estar dispuestos a cambiar los modos de vida, “pero solamente en ciertas acciones que no supongan un gran cambio en su bienestar”. Por ejemplo, el transporte que más usan es el coche, y, a pesar de ser este uno de los mayores problemas en la contaminación actual, muchos de los encuestados no quieren privarse de él. Por lo tanto, la mayoría son conscientes de las graves consecuencias que pueden conllevar los efectos del cambio climático, pero a pesar de ello, no están totalmente concienciados del peligro.