El 20 de marzo de 1937 el pequeño pueblo de Gajanejos, al borde de lo que hoy es la A-2 entre Madrid y Barcelona, en la provincia de Guadalajara, quedó completamente destruido por las bombas de la aviación legionaria italiana.
La orden de vuelo número 15 era clara para los tripulantes de los ‘Pipistrelli’ (murciélagos en italiano): “Bombardeo de la carretera de Francia en Gajanejos. Se ha observado una fuerte concentración de tropas a lo largo de la carreta de Francia y en la zona comprendida entre la carretera de Brihuega y Gajanejos”. La misión era destruir la zona “desde la carretera de Francia hasta el cuadrivio y de cualquier objetivo animado hasta la carretera de Brihuega”.
Cada uno de los nueve aviones que participaron llevaba a bordo 1.000 bombas incendiarias de dos kilos. Se lanzaron 9.000 ese 20 de marzo de 1937. “Para que nos hagamos una idea, en el bombardeo a Guernica se lanzaron 3.000 bombas convencionales”, explica Alfonso López, presidente de la Asociación Histórica Frente de Guadalajara (AHFREGU).
Fue una de las acciones de la Batalla de Guadalajara. Había comenzado el 8 de marzo y no terminaría hasta el día 23. “Tres días antes, los italianos aliados de Franco se estaban retirando de la zona. Entonces decidieron bombardear. El pueblo y sus alrededores eran objetivos importantes. Iban perdiendo y fue una medida desesperada”.
Por la entonces conocida como carretera de Francia habían avanzado las unidades italianas, “toda la división auto transportada con más de 400 vehículos y 9.000 hombres. En la Batalla de Guadalajara llegaron a participar 35.000 miembros del CTV, Corpo Truppe Volontarie, que Mussolini envió a Franco para ayudarle a ganar la guerra”, relata Alfonso López.
Gajanejos, como otros municipios de la zona, quedó arrasado y pasó a formar parte de los pueblos devastados por la guerra. Los ataques franquistas continuarían en las siguientes semanas. “Usaban cañones instalados en Jadraque”.
La Batalla de Guadalajara cambió los planes de Franco. Fue la primera derrota del fascismo franquista frente al ejército de la República española e impidió una llegada rápida a Madrid, prolongando la contienda.
Cuando en 2017 se cumplieron 80 años de la histórica batalla se celebraron varios actos conmemorativos, el periodista Pedro Aguilar explicaba que hasta la Alcarria llegaron los más reconocidos reporteros y periodistas de guerra, como Ernest Hemingway o personajes del mundo de la cultura y del cine como Errol Flynn. “La propaganda se desplegó por los dos bandos con toda su 'artillería' usando las nuevas técnicas persuasivas de la época”.
De forma más reciente, hace algo más de dos años, se descubrieron en los archivos de la Academia de Infantería de Toledo los planos, al detalle, de las líneas de defensa del frente republicano en Cuenca, Guadalajara y Teruel en 1937.
El régimen franquista señaló a Gajanejos entre los pueblos a reconstruir. Se convirtió en un ‘pueblo adoptado’ por Franco. “Lo hizo de aquella manera. Desplazó el antiguo pueblo al borde del barranco que mira hacia el río Badiel. Lo retranqueó hasta el borde de la carretera para que fuera un escaparate de su obra. Hoy observamos elementos arquitectónicos de estilo herreriano”, recuerda Alfonso López.
No fue el único en la provincia. Montarrón, Yela, Copernal, Alarilla, Hita, Aleas o Masegoso, entre otros, tuvieron un destino similar. En esta parte de la provincia todavía quedan vestigios de aquella batalla: cráteres de la artillería, trincheras… En sus cementerios todavía reposan quienes sucumbieron en aquella batalla, y entre ellos muchos ciudadanos italianos. Las guerras dejan siempre huella.
Fondos europeos de memoria histórica: “La primera batalla que perdió el fascismo ocurrió en Guadalajara”
Alvaro Vara es el alcalde de este municipio. Hoy cuenta con poco más de 50 habitantes. Su intención es desarrollar en su pueblo y en parte de la comarca un proyecto vinculado a lo que se conoce como ‘turismo bélico’.
Hace unos días se ponía lo que el edil denominaba “la primera piedra” de la iniciativa durante un coloquio sobre la batalla, que contó con la participación del coronel José Romero, miembro del Instituto de Historia y Cultura Militar del ejército de Tierra y el propio Alfonso López.
No descarta la posibilidad de un museo a medio o largo plazo pero de momento cuenta que “la idea es empezar con la colocación de paneles que permitan explicar que formamos parte de los pueblos devastados, su arquitectura y poner en marcha un recorrido hasta Valfermoso de las Monjas para contar la Batalla de Guadalajara”.
Cuenta con el asesoramiento (“y tenemos planos para el museo”, dice) por parte del Colegio de Aparejadores de Guadalajara. Se ha puesto en contacto con la Diputación Provincial, se ha reunido con responsables del Gobierno de Castilla-La Mancha y, añade, “he hablado con técnicos del Ministerio de la Presidencia. La idea es reunirme con el director general de Memoria Democrática”.
Le he dicho a la Junta que hay que aprovechar que soy un alcalde del Partido Popular y que hablo de memoria histórica. Sé que el morbo llama mucho la atención turística
“La UE se creó para que los europeos no siguiéramos matándonos, como en las dos guerras mundiales”
El objetivo, dice, es “plantearle ir a Bruselas porque existe un vehículo de financiación para la Memoria Democrática Europea. Hay que recordar que en esta batalla participaron italianos fascistas y antifascistas, españoles republicanos y nacionales y brigadistas internacionales”.
“Queremos poner en valor que, al final, la Unión Europea se creó para que los europeos no siguiéramos matándonos, como en las dos guerras mundiales”, dice este alcalde que es además presidente de Nuevas Generaciones del PP en Guadalajara. “La primera batalla que perdió el fascismo ocurrió en Guadalajara. Hasta entonces ni Franco, ni Hitler ni Mussolini habían perdido una batalla”.
El alcalde recalca que la batalla “abrió titulares en Reino Unido, en Estados Unidos o en Francia en los que se decía que el fascismo no es invencible y por eso el primer vehículo que entró en el París liberado se llamó ‘Guadalajara’. Queremos poner esto encima de la mesa y aprovecharlo aunque el Gobierno de España no sea de mi color político, para llevar el dinero a mi pueblo”.
Un pueblo de 50 habitantes se tiene que agarrar a lo que sea. ¿Qué a alguno le puede parecer raro? Yo ya le dedico mucho tiempo al Partido Popular
Álvaro Vara es también vicesecretario de Reto Demográfico en el Partido Popular de Castilla-La Mancha. “Le he dicho a la Junta que hay que aprovechar que soy un alcalde del Partido Popular y que hablo de memoria histórica. Sé que el morbo llama mucho la atención turística. Hay que aprovecharlo”, insiste.
No se corta al asegurar que no le preocupa lo que piense la gente. Ni siquiera en su partido. “Lo hablé con los dirigentes. Están convencidos contra la despoblación y esto es una herramienta más. Un pueblo de 50 habitantes se tiene que agarrar a lo que sea. ¿Qué a alguno le puede parecer raro? Yo ya le dedico mucho tiempo al partido”.
Dice tener planes a 15 años vista y con la intención de “crear red” en la comarca con otros municipios. “En Normandía se pasa por pequeños municipios y todos tienen su museo chiquitito. Podemos crear una ruta”., explica.
“Al lado del pueblo tengo dos transatlánticos turísticos que son Brihuega y Sigüenza. Y este último pueblo es el ojito derecho de la Junta. Así que tengo que intentar competir”, asegura en referencia a los dos municipios actualmente gobernados por el PSOE.
“Hay muchas cosas en las que estamos en desacuerdo, pero habrá que luchar por la tierra. La despoblación es un problema tan grave que hay que tirar para adelante con lo que sea”. Por eso cree que el futuro museo que recuerde la derrota fascista en la Batalla de Guadalajara puede ser “proyecto tractor contra la despoblación” y en el futuro crear “una asociación de pueblos, sobre todo en lo que tiene que ver con el Urbanismo”.
Y quiere ir más allá de lo museístico. “Espero que pueda tener también un punto académico: que en verano los estudiantes puedan participar en proyectos arqueológicos, que tenga espacio para presentaciones de libros o charlas”.
El alcalde también ha contactado con la Facultad de Ciencias Económicas, Empresariales y Turismo de la Universidad de Alcalá (UAH) para estudiar la posibilidad de investigar sobre la viabilidad del proyecto y su impacto económico en la comarca. “Me he dirigido también a Esther Almarcha -es la directora del Centro de Estudios de Castilla-La Mancha dependiente de la UCLM- para solicitar un informe. Existen dos localidades que son BIC en Ciudad Real y Albacete. Nos gustaría serlo también”.
Se refiere a los casos de Cañada de Agra, una pedanía de Hellín, que se convirtió en Bien de Interés Cultural en 2015 a instancias de la Demarcación del Colegio de Arquitectos de Albacete y también a Villalba de Calatrava, un poblado de colonización que se terminó de construir en 1961. En ambos casos, según explica Almarcha, se trata de pueblos creados por el Instituto Nacional de Colonización, un organismo que empezó a funcionar en 1939, tras la guerra.