El protocolo de grandes catástrofes del 112 indica que lo primero que se debe hacer en caso de tragedia, como el accidente de la base aérea de Los Llanos en Albacete hace unas semanas en la que fallecieron once militares, es esperar a que los profesionales sanitarios que se movilicen lleguen para atender a los heridos. En el caso de Albacete fueron las dos bases de UVI móvil que hay en la ciudad así como una ambulancia de soporte de la Cruz Roja para apoyar a las dos unidades.
En la tarde del martes en la que ocurrió el accidente del F-16 griego el protocolo que han ensayado y preparado profesionales sanitarios, militares, civiles y de protección fue saltado por los propios militares que sufrieron el accidente. En 2003 Albacete vivió el accidente ferroviario de Chinchilla en el que murieron 19 personas, y especialmente desde ese momento los protocolos de grandes catástrofes son muy estrictos en Castilla-La Mancha y especialmente en la ciudad: los dos hospitales de la ciudad y sus trabajadores han ensayado casos extremos en numerosas ocasiones.
Después que el avión se estrellara provocando la explosión principal, los heridos fueron trasladados (concretamente seis) en una furgoneta al Hospital Universitario de Albacete sin notificar nada a los servicios sanitarios. Fueron cinco grandes quemados, entre ellos el que después falleció en la unidad de quemados del Hospital de La Paz, y el paciente que sufrió una amputación. La ambulancia que menos tardó en llegar tardó cinco minutos desde que fue movilizada (un minuto de duración), y minuto y medio después la segunda. Cuando llegaron se encontraron con que no había heridos graves.
Mientras tanto en esa furgoneta con los asientos replegados para poder entrar tendidos se metieron seis personas que llegaron al centro sanitario principal de Albacete sin documentación, sin hablar español (eran militares franceses e italianos) y sin poder explicar qué había ocurrido, pero con graves heridas (como la amputación de la mano o quemaduras en el 90% de su cuerpo). La sorpresa fue para los profesionales del hospital cuando en la puerta de urgencias se encontraron con estos casos, atendiendo los casos sin entender nada pero a la vez con miedo a lo que podía estar por venir. El protocolo dice que antes de llegar los pacientes a los hospitales las UVIs desplazadas informan de la gravedad de los casos que llevan al centro para que se preparen, algo que no pudieron hacer al irse antes de que ellos llegaran.
Por ello también desde la unidad de 'grandes catástrofes' del 112 se había preparado un hospital de campaña en caso de ser necesario, pero solo pudieron atender a los que habían inhalado humo, porque los heridos graves no estaban y se los habían llevado.
Enfado de los sanitarios de las ambulancias y la búsqueda de la mano
Enfado de los sanitarios de las ambulancias y la búsqueda de la mano
“Llevamos años preparándonos para casos así, esperando que nunca tenga que pasar pero formándonos y ensayando para ello. Y llega la situación y cada uno hace lo que le da la gana”, indican sanitarios de los servicios de emergencia, que quedaron muy molestos con que un protocolo tan estricto se quedara en nada.
Una vez los militares fueron atendidos en el centro de Albacete, la cosa no acabó ahí: los sanitarios vivieron una particular aventura cuando tuvieron que buscar la mano del amputado que se fue en la furgoneta. De eso se encargaron los sanitarios que se quedaron en la base aérea durante unas horas para socorrer a los heridos. Buscaron la extremidad para tratar de ver en qué estado estaba y tratar de reimplantarla si era posible. Encontraron una mano, y la mandaron rápidamente con hielo al hospital. No era la del paciente amputado, sino otra mano, un resto de alguno de los muertos en la explosión.