Han pasado más de 12 años desde que el entonces presidente de Castilla-La Mancha, José María Barreda, anunciara la paralización de los proyectos urbanísticos que en el 2006 estaban previstos llevar a cabo en la zona de Vega Baja en Toledo: la construcción de 1.300 viviendas y un gran centro comercial. Se trataba, a juicio del presidente de la Real Fundación Toledo, Gregorio Marañón, de “un importante negocio especulativo” y “un disparate” en un enclave de la ciudad que, como en otras ocasiones, insistió en defender en el discurso que ofreció en su investidura como doctor honoris causa de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM) el pasado mes de febrero.
Según resume el Plan Director de Vega Baja aprobado en el año 2011, un documento que nació con la intención de diseñar las líneas del desarrollo de este espacio singular de Toledo, la Vega Baja -que alberga más de 50 hectáreas (ha)- se muestra como un gran conjunto, al sur del Casco Histórico, delimitado por una red viaria de acceso a la ciudad, el río Tajo escondido tras la antigua Fábrica de Armas, el actual edificio de la Consejería de Fomento y los viveros; “un vacío que no pudo ser conquistado por la trama urbana” pero que, 12 años después de paralizarse las iniciativas urbanísticas, sigue dando la impresión de ser una parcela abandonada en la ciudad. Este plan aúna el deseo y las promesas contempladas para integrar este espacio en la ciudad de Toledo, en dar relevancia a un emplazamiento patrimonial en el que se han hallado restos medievales, árabes o visigodos, intrínsecos a un yacimiento arqueológico que “ganó la batalla al ladrillo”.
Así, se anunciaban en el año 2007 diversas iniciativas culturales con las que cohesionar este espacio, rodeado también del pasado romano de Toletum, como un Museo de la Época Visigoda, un Centro de Interpretación de la Vega Baja o un Centro de Investigación, proyectos que todavía no han nacido y de los que se desconoce su puesta en marcha. En cambio, sí se han llevado a cabo en estos doce años diversas excavaciones arqueológicas que han permitido recuperar piezas de un inmenso valor, así como delimitar espacios históricos que fueron escenario del nacimiento del Reino Visigodo de Toledo que levantó Leovigildo.
Aunque se trata de un tema al que la actualidad no ha dejado nunca de lado, en los últimos meses las distintas administraciones y entidades implicadas en el desarrollo de esta parcela abandonada hoy en día, están abordando las actuaciones que se pueden llevar a cabo en este espacio. Entre ellas, destaca la posible construcción de viviendas, “protegiendo los restos arqueológicos”, según ha afirmado la alcaldesa de Toledo, Milagros Tolón, en las últimas intervenciones públicas en las que ha abordado este asunto.
Entre las últimas novedades en torno a Vega Baja, cabe destacar la aprobación que se llevó a cabo en el Debate del Estado de la Ciudad del pasado mes de julio, en el que se aprobó, por unanimidad, realizar una senda peatonal que comunique la avenida Mas del Ribero con el río Tajo, acercando la ciudad al río e integrando Vega Baja, así como también, a propuesta de Ganemos Toledo, desarrollar una mesa de debate técnico y ciudadano para diseñar el desarrollo de Vega Baja, coordinada por la Real Fundación de Toledo junto a la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM), la Real Academia de Bellas y Ciencias Históricas de Toledo (Rabacht), la Junta y el Ayuntamiento de Toledo.
Además, en el contexto de la redacción del nuevo Plan de Ordenación Municipal (POM), se acordó dotar a Vega Baja de un instrumento de protección, desterrando los proyectos de construcción de viviendas y garantizando su preservación como paisaje cultural, así como, a propuesta del grupo municipal del PP, hacer de Vega Baja un parque donde se valoricen los restos arqueológicos que se encuentran allí y donde los toledanos puedan disfrutar de una nueva zona verdad en la ciudad.
Muchas propuestas y poca concreción para una zona en la que el Ayuntamiento de Toledo no descarta llevar a cabo la construcción de viviendas, que en su caso estarían “mucho más cerca de cero que de las 1.300” que planteaba el proyecto urbanístico desterrado. Sin embargo, según publicó La Tribuna de Toledo el pasado 30 de julio, el Consistorio “desconoce la paralización de la ordenación de Vega Baja” respecto a este proyecto urbanístico, incluido en la modificación 28 del Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) de 1986 que rige actualmente el desarrollo urbanístico de Toledo. El anterior textual fue la respuesta del arquitecto municipal a la alegación presentada por la Real Fundación de Toledo en contra de este punto incluido en la modificación 28, destinada a regular la consolidación de los suelos y núcleos urbanos ya consolidados en Toledo con anterioridad al anulado Plan de Ordenación Municipal (POM) de 2007. En cualquier caso, este proyecto urbanístico no se llevará a cabo y se supone que las propuestas más concretar en torno a Vega Baja serán dadas a conocer el próximo mes de septiembre.
Con la intención de analizar la situación actual de Vega Baja y la implicación que podría tener este espacio bajo con una perspectiva periodística e histórica, este medio ha querido contar con la opinión de la periodista de La Tribuna de Toledo Cristina Martínez, autora del libro ‘Vega Baja de Toledo. Crónica de un rescate’ (2008), y con Daniel Gómez Aragonés, licenciado en Humanidades por la UCLM, especialista en el pasado visigodo de Toledo y, desde el pasado mes de junio, académico correspondiente de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo (Rabacht).
“Tienen miedo de hablar de Vega Baja”
Según explica Martínez, que lleva documentado y divulgando información sobre Vega Baja desde que llegó a Toledo en el año 2002, el problema de este yacimiento, “el quid de la cuestión”, aparte de los problemas urbanísticos que conlleva la ausencia de un nuevo POM, es que estos terrenos, de los que en su mayoría es propietaria la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, tienen todavía a diversos propietarios privados con los que el Ayuntamiento afirmó estar negociando. “Está en un limbo legal, hay muchos intereses en juego y muchas perspectivas”, recalca la periodista.
En este sentido, critica que “no se habla con naturalidad de un asunto que no debería ser un problema”. “Tener un yacimiento de esta importancia es tener un futuro económico. No se sabe la localización ni el número de viviendas que podría haber, estamos cometiendo el mismo error que hace años, no estamos dando información clara para que la gente sepa cómo se va a actuar, con qué sentido y con qué criterio”. “Vega Baja es un tabú en el que ningún político quiere entrar de lleno. Tienen miedo de hablar de Vega Baja”, precisa Martínez.
La periodista coincide con Daniel Gómez en el desaprovechamiento que actualmente tiene esta zona como un punto de referencia turístico que permitiría descongestionar el Casco Histórico de Toledo y dar la importancia que se merece un yacimiento de estas características. “La cuestión se resume a ladrillo sí o no”, lamenta Martínez, que apuesta por que el yacimiento se fuera abriendo de forma secuencial, dependiendo de los recursos que haya en cada momento, sin embargo, opina que “en ningún momento se está pensando en recuperar poco a poco, a un largo plazo, la excavación completa”, de la que tanto ella como el experto en el período visigodo remarcan “el magnífico” trabajo que se ha hecho para redescubrir la historia de este emplazamiento.
“Si en Catalunya tuvieran la mitad de la mitad de lo que hay en Vega Baja, llevarían años ganando mucho dinero”, afirma sin tapujos Martínez, que, por otra parte, remarca también “el oscurantismo” que a su parecer ha habido en los proyectos arqueológicos llevado a cabo en el yacimiento en los últimos años. Se trata de una etapa en la que, a raíz de las informaciones publicaba de los descubrimientos de nuevos restos que podrían afectar a los proyectos urbanísticos que se querían poner en marcha, también afirma haber recibido “llamadas y presiones”.
“Restos fundamentales, claves en la configuración del Toledo visigodo”
De su lado, Daniel Gómez Aragonés recalca que los restos arqueológicos hallados en Vega Baja son “fundamentales, claves en la configuración de lo que es el Toledo visigodo”. “No tenemos una Santa María de Melque allí, pero no exime de su correcta conservación, su aprovechamiento y divulgación… hay veces en las que todavía se escucha a personas iluminadas decir que hay cuatro piedras”, afea el experto en referencia a este espacio que albergó distintas estructuras que comprenden desde la época la romana hasta la época andalusí y del que, no obstante, sí cree que, “en términos generales”, la gente está “mínimamente concienciada de que ahí hay algo que merece la pena conservar”.
“Invertir en patrimonio es invertir en nuestro futuro, solo puede repercutir de una manera positiva”, recalca Gómez, que se muestra apenado por que una ciudad como Toledo, “referente patrimonial a nivel mundial”, mantenga en este estado un espacio como Vega Baja, situado “en el corazón de la ciudad”. Así, considera que la adecuación del yacimiento, que ahora da “una impresión malísima”, su conservación y divulgación proporcionarían a la capital castellano-manchega “una oferta turística y patrimonial mucho más grande”.
Respecto a la intención de poder levantar bloques de viviendas en este espacio, Gómez considera que “sería una buena zona si no hubiese restos arqueológicos”, pero sostiene que, a su juicio, “en Toledo no hay necesidad de viviendas”. “Lo desconozco, pero tenga esa sensación. Sinceramente no sé que propondrán en septiembre, pero siempre debe prevalecer la conservación de los restos y hasta que estos no estén conservados y delimitados, así como presentados y divulgados, no me metería en otro tipo de cosas como construcciones urbanísticas”.
“Eso es correr antes de empezar a andar. Certifiquemos de una vez los restos que hay, disfrutémoslos”, agrega Gómez, que cree que la conservación “no está en contraposición de que Vega Baja forme parte del día a día de los toledanos, y si en algún momento resulta que hay zonas donde se pueda construir pues se estudia y se valora”.
Un reclamo que, como explicó Gregorio Marañón en su investidura como honoris causa, apunta como primera medida a “ordenar, reunificar y hacer pública toda la información” de las campañas arqueológicas que se han llevado a cabo. “Se trata de un ejercicio obligado de transparencia, y causa sonrojo que en estos años nadie se haya ocupado de hacerlo”, aseveró el presidente de la Real Fundación de Toledo sobre este yacimiento al que Leovigildo hubiese deseado una vida mejor.