El valor de lo desconcertante: Coque Malla en el auditorio El Greco de Toledo
Presionado por mis amigos Fito y Javi escribo esta crónica. Antes de despertar hoy ya me habían enviado sendos WhatsApp con información para escribir estas líneas. En principio no pensaba comentar nada y menos dejarlo escrito, pero a la salida del concierto me preguntó mi amiga Charo que qué me había parecido. Ella, simplemente leyendo mi gesto de mi cara, me conoce desde los años del instituto, pensó que no me había gustado. A ella le encantó, obviamente, porque ella es una mujer que disfruta de la vida, yo un poco menos pero estoy en ello. No es que no me hubiese gustado, es que simplemente me había dejado un poco desconcertado por mucha razones. ¿Es un concierto, es un recital, una puesta en escena, una performance, un alegato, una reivindicación?
Desconcertado por la hora, por el contexto. Anoche a las 20 horas nos reunimos para escuchar a Coque Malla. Una hora muy temprana para un concierto. ¿Es un concierto? En el auditorio El Greco de Toledo. Por tanto la ceremonia musical será a palo seco, sin poder saborear un trago de cerveza de vez en cuando y cuento esto porque, como todos sabemos desde tercero de primaria, el contexto es muy importante para el proceso de comunicación. Y sin un vaso en la mano un concierto es menos concierto.
Desconcertado por el receptor. El público congregado era diverso en edad pero mayoritariamente rozando la jubilación como Eduardo, jubilados como José María, o con ganas de ella como yo. Muchos querían encontrarse con Los Ronaldos, o lo que de ellos quedase. Pero el Coque Malla que salió al escenario fue un señor cincuentón muy alejado de los Ronaldos y de ese actor aniñado que en las películas de los años noventa se codeaba con Penélope Cruz, Ariadna Gil o María Barranco. Desde ese momento, quizás zenit de su popularidad, ha transitado diversos caminos, haciendo discos homenajes a Lou Reed o a Rubén Blades, rodeado de bandas de rock, de jazz, orquestas sinfónicas o combos de salsa. Discos en solitario, discos con mujeres, con mucha gente y con poca gente. Ni yo sabía lo que me encontraría y lo que me quería encontrar. Me recordó a Juan Perro, referencia muy buscada y de paso homenajeado, pero también me recordó a tantos otros artistas que pasado el tiempo tienen que reinventarse para no ser una parodia de su propio personaje. Ardua tarea para muchos de ellos.
Desconcertado por el espacio. El auditorio El Greco se presta a ser un lugar que ampara diferentes acciones escénicas. El concierto de Coque Malla era una suerte de minimalismo escénico del que Peter Brook estaría orgulloso por su barrunto del espacio vacío. Había instrumentos pero sobre todo había voz, apoyada por piano o guitarras con mayor o menor dosis de electrónica al servicio del juglar Coque Malla, que pretendía y consiguió, deleitarnos con su voz. No es una voz portentosa, no es un Pavarotti, tampoco es una voz destrozada como la de Sabina. Coque en un cantante que ha crecido mucho en registro y solvencia y que se permitía muchos solos 'a capella' para desnudarse vocalmente.
¿Desconcertado por el repertorio? Hizo un repaso del repertorio más esperado, los temas más populares de su trayectoria en solitario incluyendo algún tema muy Ronaldo como “Adiós Papá”. Se autocriticó y tocó, claudicando, el tema ese de las bodas y del Ikea, dando una de cal y una de arena, hizo algún homenaje, a Santiago Auserón cantado “La estatua del jardín botánico” de la primigenia Radio Futura, un tema de Iván Ferreiro, “Turnedó” en la que Malla mezcló con unos versos de la suya “Me dejó marchar”, al irlandés Neil Hannon, con el que comparte canciones. Un tema con música del piano de cola, otra a ritmo de la Strato amarilla, con el piano eléctrico, con la acústica, que cambiaba por otra acústica similar con cejilla, con la Gibson roja… Todo era un sindiós caótico, un ir y venir de instrumentos y luces sin estructura definida, ni orden ni concierto, por eso quizás no fue un concierto.
Finalmente desconcertado por el concierto excéntrico, en el sentido literal del término, ese que hace alusión al salirse del centro y no estar centrado terminé perplejo. Gracias Coque por no estar centrado.
Yo coincidí con Coque Malla en el funeral de Antonio LLopis, pero esa es otra historia para otro momento y no para ser contada por el día de muertos.
0