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“Logra esta famosa Villa ver unidos en sus términos los dos famosos ríos de Segura, y Mundo, sirviendo las christalinas corrientes de este, en mayor cercanía de la que se une con Segura, para delicia del gusto de los vecinos de esta Villa, siendo sus aguas tan celebradas en estos Reynos, que pueden competir con las más famosas de nuestra España”, narraba alguien en 1741.

El Hellín de hace casi tres siglos ya era una tierra con “muy buenos y dilatados campos y huerta fertilíssima” y con copiosas fuentes muy provechosas para los frutos de sus huertas. No desvelamos ningún secreto. Fue esta abundancia de agua y riqueza del suelo lo que empujó a que los primeros pobladores, miles de años atrás, decidieran quedarse en estos contornos. Y así fue como este lugar fue forjando su memoria.

Hoy, el conocimiento del pasado se sustenta en la ciencia. En uno de los puntos más elevados de la ciudad, el equipo codirigido por el arqueólogo José María Moreno Narganes aparta kilos de tierra del edificio más antiguo conocido de Hellín. El Castillo es el penúltimo proyecto arqueológico en marcha en el municipio español, posiblemente, que más está apostando por su patrimonio en los últimos años. De hecho, hasta siete proyectos están en marcha en estos momentos.

Mientras sigue la evolución de los trabajos, Moreno conversa con el hombre que ha impulsado este lustro de oro de la investigación histórica en Hellín, Pablo Cánovas. El arqueólogo y técnico de Patrimonio del Ayuntamiento de Hellín, está volcado junto al concejal de Patrimonio, Juan Antonio Andújar, en hacer de Hellín un auténtico “laboratorio en el tiempo”.

Según nos cuenta Cánovas, esta es la marca con la que se quiere unificar todos los trabajos arqueológicos que realiza el Ayuntamiento con el apoyo del Museo de la Semana Santa. Y apunta a que son varios los objetivos: “Conocer nuestro pasado e incrementar el conocimiento histórico, y darlo a conocer a los ciudadanos”. La idea es devolver a la ciudadanía la inversión y esfuerzo del Ayuntamiento y sus técnicos respecto a su patrimonio. 

Por eso, tras cada excavación suele realizarse una jornada de puertas abiertas, una conferencia y se trabaja para la consolidación futura de estos proyectos. En el castillo de Hellín han vuelto a retomarse las labores arqueológicas. En 1999, con un campo de trabajo en el que participaron 20 jóvenes, se realizó la única intervención hasta este 2023. En aquella ocasión, las actividades fueron dirigidas por Francisco Javier López Precioso, un profesional que durante décadas ha liderado gran parte de las investigaciones y ha publicado numerosos libros y artículos al respecto de la riqueza patrimonial hellinera.

Línea de frontera

Como decimos, esta primavera el pico y el pincel han vuelto a sacudir el polvo en este lugar con vistas privilegiadas a Hellín. Nos relata José María Moreno Narganes: “En el siglo XII, Hellín se convierte en línea de frontera y se producen una serie de cambios políticos muy rápidos, el territorio pasa por distintos poderes, es un contexto de guerra muy cruda, cualquier tipo de población que no estuviera protegida estaba expuesta a ataques, saqueos y asesinatos de guerra”. El arqueólogo de la Universidad de Alicante conoce bien este tipo de fortificaciones, no obstante, viene trabajando también en la Torre de Haches de Bogarra y ha colaborado en los trabajos que se realizan a muy pocos kilómetros de aquí, en la Torre de Isso.

Ahora puntualizaremos algo sobre la pedanía de Hellín. Antes, escuchemos de nuevo a Pablo Cánovas. “No solo es conocer el castillo y ponerlo en valor, sino también que sirva de excusa para tratar de recuperar el casco histórico. Es un barrio degradado, con una problemática social muy concreta. Y lamentablemente, la gente de Hellín vive de espaldas a su casco”, afirma el técnico sobre un espacio que es Bien de Interés Cultural.

Precisa más el concejal de Patrimonio del Ayuntamiento de Hellín, Juan Antonio Andújar, “se han realizado muchas actuaciones en el Casco Histórico, como la propia recuperación del Convento de Franciscanos o reformas en la Casa de la Cultura y además, se han hecho arreglos en las calles Sol, Gracia o Cuesta de la Cárcel y se ha pintado todo el barrio, se ha actuado en las peanas tradicionales y por último, se están desarrollando una serie de actividades culturales con las que estamos llevando la música o la poesía a las calles”. Bajo los nombres de “El Casco Sueña”, “El Casco Florece” y “El Casco Enamora”, y en colaboración con los colectivos, se ha impulsado este programa que trata de dinamizar una zona que “no deja de ser el corazón de Hellín y con el corazón lo hacemos”, apostilla Andújar.

Volvemos al Castillo que ya fotografió Rodrigo Amador de los Ríos hacia 1911. “Con esta campaña de excavación venimos a solucionar problemas muy concretos, con unos objetivos muy determinados pero que ya dan luz de la potencialidad del yacimiento. Estamos hablando de que podemos tener conservados y estudiados más de 30 metros de muralla, es verdad que segregados, pero más de 30 metros y se conservan 8 torres del Castillo”, señala Moreno Narganes.

A partir de ahora y durante los próximos meses, se elaborará un plan director que marcará las líneas a seguir para los 15 ó 20 años venideros. Para la redacción de este documento se ha creado un equipo de trabajo multidisciplinar compuesto por arqueólogos, arquitectos y archiveros que van a dar forma a una idea con vocación de futuro. Un rico pasado que ayude a consolidar el mañana. Porque el patrimonio es, aparte de orgullo y conocimiento para los vecinos, un recurso económico incalculable. Y Hellín, ciudad de la arqueología, tiene una herramienta como es el Plan de Sostenibilidad Turística que permitirá al Ayuntamiento implementar sus actuaciones.

Antes de alcanzar este hito de financiación estatal a través de los fondos europeos, en los últimos cinco años, Hellín ha estrenado Museo de la Semana Santa y Parque Arqueológico en el Tolmo de Minateda, apuesta de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha tras décadas de paralización. El Tolmo de Minateda es el gran símbolo del pasado de Hellín en el que no se ha dejado de investigar desde finales de los años 80. En agosto y septiembre, dos proyectos distintos volverán a este espacio único. La Universidad de Alicante lo hará en el yacimiento del Tolmo. Y el otro de los trabajos, el de la UNED, se centrará en lo abrigos con pinturas rupestres en el entorno de Minateda. El equipo, especializado en Epipaleolítico y Neolítico inicial, tiene la intención de seguir estudiando a las personas que supuestamente pintaron el espectacular arte levantino y esquemático. Un arte que en su composición, al parecer, no cambió en milenios. Aquellos artistas usaban pigmentos a base de hierro, potasio, aluminio, calcio y silicio. Materiales abundantes que encontraban en estos parajes.

Polémica arqueológica

En lugares como el Abrigo Grande aguantaron las pinturas rupestres durante miles de años, quizá solo conocidas por pastores o campesinos, hasta que en 1914 fueron descubiertas por Federico de Motos. Éste informó a Henri Breuil y el abate galo visitó Minateda en 1915, en plena primera guerra mundial. Aparte del arte rupestre, también hubo exploraciones en yacimientos cercanos como el Bancal del Estanco Viejo o Zama. Precisamente, la actuación de Henri Breuil en aquel tiempo ha generado cierta polémica en los últimos tiempos.

Una noticia publicada por el diario El País levantó todo tipo de comentarios. La información periodística hacía referencia al estudio de Alexis Armengol García y destacaba “el robo” de pinturas por parte del arqueólogo francés hace cien años. El conflicto patrimonial llegó incluso a que la administración regional y municipal realizaran quejas y reclamaciones formales. El año pasado, y editado por el Instituto de Estudios Albacetenses “Don Juan Manuel”, Armengol publicó su libro “El Abrigo Grande de Minateda y la historia del arte rupestre en el Campo de Hellín”. En el documentado texto, confirma Alexis que “el impacto de la noticia fue inmediato, el mismo día que salió en prensa, un equipo de Mediaset ya estaba grabando una entrevista en el lugar de los hechos, saliendo la noticia a las pocas horas, narrada por Pedro Piqueras en la franja de mayor audiencia. En los siguientes días vinieron equipos de CMMedia y Televisión de Hellín. De manera similar sucedió con los medios radiofónicos, entrevistas en la SER, COPE, RNE, Soloradio o Radio Hellín. En estas entrevistas tuve mayor tiempo de reacción y pude centrarme en la defensa del prehistoriador francés, haciendo ver como se trataba de un hecho común en aquellos años”.

En efecto, la noticia ni era nueva ni era algo inusual en la arqueología de principios de siglo XX. Más allá del ruido mediático, la historia del Tolmo de Minateda y el Abrigo Grande es la historia de una larga y silenciosa desidia. Como ha desvelado la directora del Museo de Albacete, Blanca Gamo, en su monografía sobre la investigación arqueológica en la provincia de Albacete, en 1928 se creó el Museo de la Comisión Provincial de Monumentos, germen del actual espacio museístico. En aquella época, Federico de Motos, el descubridor de las pinturas, trató de vender un lote de piezas del Tolmo por 2.000 pesetas y tras meses de negociación, accedió a la venta por 375 pesetas.

Una práctica habitual en un tiempo en que la prensa comenzaba a recoger informaciones sobre Minateda. El famoso profesor Hugo Obermaier ya avanzaba a un redactor de “La Ilustración Española y Americana”, en mayo de 1921, la grandeza de las pinturas rupestres. Así se contaba en la crónica: “Pero lo más importante, sin duda, de las pinturas de la región levantina lo constituye las rocas pintadas de Minateda, que son de un interés científico excepcional”. Desde el primer momento llamaron la atención el centenar de figuras humanas y animales. Y esa mujer que cogía de la mano a un niño, “colmado y sorprendente alarde de prodigiosa perfección”.

Hacia 1928, siendo alcalde Juan Martínez Parras, y con la visita y asesoría del propio Obermaier y el Duque de Alba, se dio un primer paso para la protección de las pinturas. “Ha puesto fin a un abandono injustificable e impedirán en lo sucesivo que la incultura ponga en peligro las soberbias pinturas del abrigo de Minateda”, se publicaba en un periódico nacional. Lo cierto es que la situación no mejoró ostensiblemente. En 1930, Manuel Oñate Soler, en “El Imparcial”, describía lo siguiente: “El refugio de Minateda, acaso no bastante conocido en España, pero bastante famoso fuera de ella para que lleguen constantemente personalidades extranjeras a visitar y estudiar las pinturas rupestres que allí van quedando, milagrosamente salvadas, de la constante rapiña o de la inconsciencia, que ya destruyó bastante de ellas”.

Saltamos en el tiempo para dar un titular más. En diciembre de 1963, informaba la agencia Cifra, y publicaba “La Vanguardia Española”, que medio centenar de dibujos rupestres se habían perdido por abandono. Solo en 1942, en medio de la segunda guerra mundial, se había realizado una intervención arqueológica reglada por parte del entonces director del Museo de Albacete, Joaquín Sánchez Jiménez. Pero no fue hasta la llegada de la democracia, a la posterior declaración del Tolmo de Minateda como Bien de Interés Cultural en 1991 y a la declaración del arte rupestre prehistórico del arco mediterráneo de la península ibérica como Patrimonio Mundial por la Unesco, en 1998, cuando el Tolmo comenzó a conservarse y estudiarse como merecía.

Otro impulso al patrimonio hellinero vino en 1996 con la creación del primigenio Museo Comarcal de Hellín. A partir de entonces, los trabajos no han parado. Ya lo escribió Pablo Cánovas en un artículo: “El Tolmo de Minateda ha sido en todos estos años una especie de caja de sorpresas para sus investigadores, que han tenido que, a veces sin demasiados medios, resolver situaciones y problemas de un proyecto que enseguida transcendió de la documentación de un hallazgo exhumado por las lluvias torrenciales, y se convirtió en un complejo reto en el que una de las principales premisas siempre fue facilitar su conocimiento, la intelección y el disfrute de la mayor parte posible de los vestigios arqueológicos, etnográficos, históricos, paisajísticos y medioambientales del sitio”.

Hallazgos fortuitos

Desde que las aguas despejaran parte del yacimiento a mediados de los años 80, son numerosos los profesionales que han pasado por el Tolmo. Rubí Sanz, Lorenzo Abad, Blanca Gamo, Victoria Amorós, Sonia Gutiérrez, Julia Sarabia o el propio Pablo Cánovas, entre otros muchos, que han dejado negro sobre blanco sus horas de investigación en este Parque Arqueológico habitado desde la prehistoria hasta el medievo. El Tolmo después fue abandonado y posiblemente, adquirieron importancia las fortificaciones de Hellín e Isso. En esta pedanía cercana a la ciudad, la Escuela de Estudios Árabes del Consejo Superior de Investigaciones Científicas viene realizando una excavación, dirigida por Julio Navarro, que ya ha deparado importantes descubrimientos.

La puerta monumental y un grafito histórico con mucho encanto. La llave que apareció sobre esta puerta. El director de los trabajos de estos últimos años, indicó que “estamos ante unos hallazgos excepcionales que incrementarán el Patrimonio medieval español, a la vez que fortalecerán a la provincia de Albacete como espacio rico en testimonios arqueológicos de tradición andalusí”. La idea es continuar con este proyecto que ha contribuido a demostrar la importancia de Hellín e Isso durante el periodo medieval. Los sondeos y excavaciones nos contarán más.

A veces, el conocimiento llega de forma fortuita. El gran fuego en los Donceles, en el paraje denominado como Los Almadenes, descubrió partes del yacimiento en el que se había realizado una primera excavación en 1992. A raíz de la desgracia ecológica se decidió intervenir. El INAPH de la Universidad de Alicante, con el apoyo del Ayuntamiento, regresará en septiembre a continuar con las labores que han resultado muy fructíferas estos primeros años.

La puerta principal de este poblado de 5.000 metros cuadrados, del siglo VI antes de Cristo, ya ha asomado en este paraje de la pedanía hellinera de Las Minas. Aquellos habitantes de entonces se dedicaban a la extracción de azufre. La fundación de este enclave pudo obedecer a este interés socioeconómico. Un producto escaso, conocido como el “fuego griego”, que llegó a comerciarse en el Mediterráneo. Aunque el descubrimiento de este enclave protohistórico, Los Almadenes, tuvo lugar en 1931, de manera casual mientras se realizaban trabajos para la construcción de la presa de Camarillas, ha sido en estos últimos años cuando el conocimiento del lugar está deslumbrando con sus enigmas. Y es que un final violento pudo acabar con el hogar de estos comerciantes, en un paraje inhóspito junto al río Mundo y muy cerca de la confluencia con el Segura.  

Un puente hacia la historia

Las aguas frías del Mundo, que a su paso por Isso, son salvadas por puentes centenarios que desde siempre se han considerado de época romana. Del viejo imperio si que aparecieron monedas en 1830 y algo después, en 1834, un espléndido sarcófago que fue dado a conocer a la Reina María Cristina. Y aún más. En 1861, Carlos María Perier, en el periódico “La España”, informaba: “En Agra, partido rural a una legua al Sud-oeste de Hellín, provincia de Albacete, (…) se ha descubierto un rico mosaico, de la calidad de los romanos, todo mármoles y otras piedras de vivísimos y muy variados colores, combinados con tal gusto e inteligencia y en dibujos geométricos tan ingeniosos, que admira y enamora el contemplar el conjunto”. No sería aquel el único mosaico de la época romana que volvería a la luz. Incluso en 1937, en plena Guerra Civil, asomó otra obra de arte de la antigüedad.

A solo unas decenas de metros del lugar del hallazgo que reveló Perier, un grupo de arqueólogos termina el segundo año de excavaciones en un monte conocido como Loma Eugenia. “Llevo algunos años haciendo un análisis del paisaje rural y me llamaba mucho la atención la existencia de las aldeas agrarias de época visigoda, que apenas se conocen”, habla para nuestros lectores Julia Sarabia, arqueóloga de la Universidad de Alicante. En seguida conoceremos este nuevo proyecto impulsado por iniciativa municipal.

Antes, avanzamos que otro equipo del Instituto Universitario de Investigación en Arqueología y Patrimonio Histórico de la Universidad de Alicante quiere estudiar los materiales extraídos, en la excavación de urgencia realizada en 1994, de la necrópolis de Torre Uchea. Un yacimiento de los siglos V y VI antes de cristo con gran cerámica ibérica que será analizada en un trabajo de laboratorio que podría traducirse en el futuro en una nueva excavación. En esta misma pedanía de Hellín, Torre Uchea, se halló el poblado calcolítico de Vilches IV del que en 2020 se publicó un interesante libro con la coordinación de Gabriel García Atiénzar y José David Busquier Corbí.

Y por si fuera poco todo lo que hemos contado sobre el pasado milenario de Hellín, aún deben conocer nuestros lectores que esta ciudad tiene el “Tesorico de Agramón”, el volcán de Cancarix y un lugar mítico, profundamente místico: La Camareta. Una cueva excavada en la roca donde se acumulan escritos de diversas épocas históricas. Desde la grafía tartésica a las letras árabes. Un lugar de oración, rezo y quizá, viaje espiritual hacia el otro mundo.

Algo no ha cambiado durante siglos y siglos. El tránsito inevitable hacia la muerte. Frente a la necrópolis visigoda de Loma Eugenia, las vacas pacen tranquilas. En esta primavera extraña con calor de agosto y sequía terrible, el brócoli crece gracias al regadío y al trabajo de los agricultores. Este valle fue uno de los lugares elegidos por el dictador Francisco Franco para construir uno de aquellos pueblos de colonización de los años sesenta. La localidad de Cañada de Agra se levantó con 114 viviendas, iglesia, escuelas para niños y niñas, dispensario médico y centro cooperativo. Centenares de kilómetros de acequias y miles de hectáreas impulsaron la riqueza de esta zona. Y ahora, en 2023, el equipo de Julia Sarabia cree que el origen del poblado que se erigió en Loma Eugenia pudo ser también fruto de una expansión económica. Paradójicos quiebros que tiene la historia.

Dice la arqueóloga: “Da la sensación de que esta aldea se funda cuando se instala el obispo visigodo en el Tolmo de Minateda, en ese momento es el propietario de los territorios de su diócesis, debe rendir cuentas con impuestos a Toledo, donde está el Rey. Parece ser que empieza a instalar una serie de aldeas campesinas, no solo en Loma Eugenia, hemos identificado otras”. Esto ocurre a finales del siglo VI y principios del VII después de Cristo. La península ibérica va a cambiar para siempre, pero antes de aquel 711 y la llegada de los árabes, durante varias generaciones, un grupo de campesinos cristianos se dedicaron a cuidar los olivos, la vid y a segar los cereales de esta tierra abundante de Hellín.

Aquí vivieron y aquí iniciaron su viaje hacia la eternidad. Marta Torres, profesional que también participa en este proyecto financiado por el Ayuntamiento de Hellín, explica el trabajo que están realizando: “Quitamos la máxima cantidad de tierra de alrededor que podamos, lo dejamos prácticamente suspendido por una pequeña capa de tierra por debajo y poco a poco lo vamos levantando desde la cabeza hasta los pies, individualizando cada una de las partes del cuerpo para luego poder montarlo fácilmente en el laboratorio”. Con precisión y cariño, el equipo de Julia Sarabia está desenterrando a un hombre de entre 25 y 35 años, acostado boca arriba, con la cabeza mirando hacia el oeste para que cuando el alma resucite mire hacia la divinidad. Lo curioso de esta tumba es que el difunto está acompañado de un objeto aún no identificado que dará más de un quebradero de cabeza y debate entre los investigadores.

Una pregunta más que se añade a las que originó la excavación de 2022 y que vino a reiniciar los trabajos en una ubicación que solo había sido intervenida de urgencia tras su hallazgo a mediados de los noventa del pasado siglo. Aparte de continuar con las excavaciones en las tumbas de la necrópolis, la gran novedad de esta campaña ha sido el hallazgo de una gran habitación que pudo tratarse de un espacio colectivo para la manufactura de harinas. Puntualiza la arqueóloga de la Universidad de Alicante, Julia Sarabia: “Probablemente se trata de un molino comunitario, para uso de toda la aldea, está pegado a las zonas de cultivo y en el límite del poblado y quizá también fue un lugar de almacenaje”.

A continuación, se realizarán técnicas no invasivas como las prospecciones magnéticas y se tratará de realizar dataciones de carbono 14 para precisar con mayor exactitud tanto cronologías como dimensión del yacimiento. El tajo aún es mucho. Por eso, porque un proyecto arqueológico no se resuelve en una tarde, los convenios que ha firmado el Ayuntamiento de Hellín y el MUSS con las entidades colaboradoras son de tres años, un tiempo estimable como punto de partida. El futuro dirá lo que Hellín es capaz de seguir ofreciendo al conocimiento de nuestra esencia más remota. De momento, ya es un puente firme hacia la historia que todo curioso querrá atravesar.