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Las 'bestias del trueno': ¿por qué hay animales gigantes más allá de los dinosaurios?

Los brontoterios vivieron sobre la Tierra durante el Eoceno hace entre 56 y 34 millones de años. Este grupo de mamíferos fue el primero en sobrepasar la tonelada de peso. Llegaron después de los dinosaurios, esos gigantes que triunfan en el cine con películas como la saga ‘Jurassic Park’, pero que no fueron los únicos en adquirir unas dimensiones descomunales.

Las ‘bestias del trueno’ -es lo que literalmente significa ‘brontoterios’- son los parientes de los tapires o rinocerontes que habitan en nuestra era. Los paleontólogos no solo estudian los restos fósiles de mamuts o dinosaurios. Hay otros muchos animales con historias interesantes que contar. Pero, ¿cómo llegaron a alcanzar esas grandes dimensiones? 

Los grandes dinosaurios desaparecieron dejando vacantes varios nichos ecológicos que fueron ocupados de forma progresiva. Un estudio liderado por investigadores de la Universidad de Alcalá (UAH), desvela cómo los animales pueden evolucionar hasta tamaños gigantes y acaba de ser publicado en la revista Science.

Óscar Sanisidro es investigador vinculado la universidad alcalaína y autor principal del artículo. Explica que el gigantismo es un hecho recurrente en la historia de la vida en nuestro planeta. Ha publicado el estudio junto a Juan López Cantalapiedra, científico también asociado a la UAH y junto a Matthew Mihlbachler, investigador del Instituto Tecnológico de Nueva York.

Se han centrado en los mamíferos y en concreto en los brontoterios. “Son unos primos lejanos de los caballos, los tapires y los rinocerontes”, relata este paleontólogo, especialista además en ilustración científica. Una de sus características más destacadas fueron sus enormes apéndices óseos en el cráneo. “Eran bastante peculiares: una especie protuberancias dobles con forma de cuernos”.

En 16 millones de años algunos pasaron de pesar 20 kilos hasta llegar a las cuatro o cinco toneladas. “Lo mismo que un elefante indio”, explica este investigador que cuenta también con publicaciones en Nature Ecology & Evolution sobre la evolución de estos paquidermos.

En la actualidad solo resisten tres familias relacionadas con los brontoterios, aunque llegaron a superar la docena y aclara que “eran muy distintas entre sí”. 

“Hasta ahora los brontoterios se habían estudiado en la Paleontología clásica, allá por 1920-1030, como un ejemplo de evolución gradual e incluso dirigida, casi con tintes teológicos”. Su investigación propone un nuevo escenario basándose en los abundantes datos del registro fósil que combinan con modelos matemáticos que simulan la evolución para contrastar las diversas hipótesis sobre estos gigantes.

Hasta ahora la teoría más extendida es la llamada regla de Cope, uno de los científicos que protagonizó la época de la llamada 'guerra de los huesos' que “fue un capítulo loquísimo de la historia de la Paleontología en la que dos famosos paleontólogos, Cope y Marsh compitieron hasta quedar arruinados”, bromea Óscar Sanisidro. La regla de Cope asume que distintos grupos de animales tienden a hacer más y más grandes con el tiempo.

Darwin ya teorizó sobre la supervivencia de “los más aptos”, fueran grandes o pequeños, pero los resultados proporcionados por esta investigación apuntan a que existen mecanismos evolutivos más complejos, según plantean los investigadores de la Universidad de Alcalá. Los resultados apuntan que las nuevas especies pueden ser más grandes, pero también más pequeñas que sus ancestros. Además, señalan que los cambios en tamaño no son graduales, sino que se producen en el momento de la transición entre una especie y su descendiente.

“Por un lado, observamos que hay una evolución a saltos, diferente de la clásica, de tipo gradual. Y por otro, lo que realmente modela los cambios de tamaño es que los más pequeños tienen que hacer frente a altas tasas de competición y por eso desaparecen”. 

Es decir, hay un primer proceso de selección natural en las poblaciones que da origen a las nuevas especies como proponía Darwin, pero al mismo tiempo un segundo proceso selectivo actúa sobre las especies ya consolidadas.

Óscar Sanisidro lo explica con una metáfora. “Podemos pensar en el árbol evolutivo de los brontoterios como un seto, que crece a sus anchas y donde cada ramita es una especie. Luego el jardinero con una podadora le da forma. La regla de Cope predice que el seto crece siguiendo una forma en una dirección concreta. Nosotros vemos que el papel de la podadora es crucial: una extinción que recorta las ramas de los más pequeños y solo deja proliferar el resto puede dar los mismos resultados”.

El siguiente paso, apunta el científico, es “comprobar si en otros grupos de megahervívoros se cumple también este tipo de evolución”. Será su próximo objetivo.

Después, si esos patrones que se desarrollaron en un ambiente más natural que el actual se van a repetir o no en la Tierra en los próximos millones de años, es otra cuestión. Eso lo marcará el nuevo escenario global que incluye la aparición de especies invasoras, el cambio climático o los ambientes antropizados provocados por la presencia del ser humano. “Nuestro papel como paleontólogos será averiguarlo”.

Referencia bibliográfica

Sanisidro O, Mihlbachler MC, Cantalapiedra JL (2023) A macroevolutionary pathway to megaherbivory. Science. 2023. doi: 10.1126/science.ade1833

Los brontoterios vivieron sobre la Tierra durante el Eoceno hace entre 56 y 34 millones de años. Este grupo de mamíferos fue el primero en sobrepasar la tonelada de peso. Llegaron después de los dinosaurios, esos gigantes que triunfan en el cine con películas como la saga ‘Jurassic Park’, pero que no fueron los únicos en adquirir unas dimensiones descomunales.

Las ‘bestias del trueno’ -es lo que literalmente significa ‘brontoterios’- son los parientes de los tapires o rinocerontes que habitan en nuestra era. Los paleontólogos no solo estudian los restos fósiles de mamuts o dinosaurios. Hay otros muchos animales con historias interesantes que contar. Pero, ¿cómo llegaron a alcanzar esas grandes dimensiones?