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Estudiar los ratones para conocer cómo puede cambiar el mundo

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No es normal que un bosque en un entorno urbano esté en las condiciones en las que está el bosque de Valdenazar en Yebes, Guadalajara. Esta masa boscosa de encinas y robles supone un ejemplo de una diversidad medioambiental alta y ha sido por eso elegida por la Universidad de Alcalá para realizar una importante investigación para estudiar los cambios ambientales que se generen en el bosque. Se trata de utilizar este entorno como un ejemplo de las transformaciones que irán sufriendo nuestros distintos ambientes en un contexto de cambio global.

“Cuando se observa una diversidad alta de vertebrados es que el bosque está bien conservado”, explica Aurelio Malo, investigador del programa ‘Ramón y Cajal’ del Departamento de Ciencias de la Vida de la Universidad de Alcalá, coordinador del grupo de investigación Ecología del Cambio Global y Evolución (GloCEE). Depredadores carnívoros y nocturnos pueden observarse en el bosque; garduñas, tejones, ginetas, zorros o comadrejas son algunos de las especies que se pueden encontrar en él. “Este bosque podría ser representativo de otros, como quejigales o encinares”, asegura Malo. También se han podido identificar aves rapaces nocturnas, que también son “indicadoras de alta calidad ambiental”.

La Universidad de Alcalá y el Ayuntamiento de Yebes han firmado un marco de colaboración “potente” para poder responder a una serie de preguntas científicas cuyas respuestas pueden encontrarse en este bosque, muy cercano al núcleo urbano de la localidad. La idea es, por un lado, que el alumnado de la universidad pueda acceder a prácticas y, por el otro, que el público en general pueda acceder al entorno y conocer más sobre él. En cuanto a la investigación, lo que se quiere hacer, a grandes rasgos, es “comprender mejor el funcionamiento del bosque”. Y quieren hacerlo gracias a la población de ratones que habitan en este bosque.

Una pieza fundamental del ecosistema

Aunque parezcan animales muy pequeños, la vida y las poblaciones de dos especies de ratón son la base del estudio que realiza el Grupo de Investigación de la Universidad de Alcalá. Se trata del ratón de campo y el ratón moruno, especies con distintos hábitos. El moruno es más diurno y pequeño, mientras que el ratón de campo es “estrictamente” nocturno“. ”Lo interesante del estudio de Valdenazar es que nos permite comparar la acción del encinar y quejigal, que varían en riesgo de depredación para los roedores. En el quejigal en el riesgo de depredación es mayor, ya que en invierno pierde la hoja al contrario que la encina, por lo que estos son más visibles a sus depredadores durante gran parte del año“, ha afirmado Malo.

“En el contexto del cambio global vemos que se cambian los parámetros ambientales y tenemos que ver cómo cambian las poblaciones, ya que hay varios cambios en la climatología, tendencias en temperatura y humedades. Vamos utilizando datos generales de la evolución de las poblaciones, aunque nos perdemos el funcionamiento central, porque no miramos el efecto de estas variables a nivel individual”, reflexiona el investigador. Los ratones están registrados con un microchip y son capturados para tomar sus datos: especie, sexo, medidas, edad, nivel de grasa y sus niveles de agresividad o si portan parásitos.

“Este tipo de estudios es muy importante para la ecología de población, para ver qué ocurre en el ambiente y cómo los individuos se ven afectados o pueden ver afectada su reproducción, o las enfermedades que sufran y cómo condicionan la supervivencia de las poblaciones”, explica Malo. Se trata, señala de experimentos ecológicos a largo plazo, 'long term ecological experiments', en los que tiene una amplia experiencia no sólo en España, sino también en Reino Unido y en Suecia.

Gracias a estos experimentos se puede conocer a los individuos y ver sus trayectorias vitales, y su reacción a los cambios de estación u otras variables significativas, gracias a tecnología puntera que ha permitido marcar todos los animales de la parcela. “Identificar la causa de las caídas poblacionales es fundamental para poder manejar estas poblaciones y generar datos con modelos predictivos. La idea es dar una línea a los patrones, también con interés en la geografía”, recalca.

¿Por qué ratones?

Los múridos, explica Malo, son un elemento “importantísimo” en el ecosistema, al igual que lo son el resto de pequeños mamíferos, como los topillos. “Son la base de la pirámide trófica, transfiriendo la energía que se produce en la base del sistema, frutos o hierbas, transformándola en biomasa, que ayuda a mantener a aves rapaces y a pájaros normales”, explica Malo. La pirámide trófica hace referencia a cómo los ecosistemas funcionan, en base a los intercambios de energía que se produce entre sus habitantes. Pero, además, los ratones funcionan como dispersores de semillas, y no de cualquier semilla, sino de aquellas que tienen mayor posibilidad de sobrevivir al ser llevadas lejos de su origen. “La colonización de muchos bosques en Europa depende de la presencia de las poblaciones de roedores que dispersan semillas”.

En definitiva, los ratones son “esenciales” para la estructura de los bosques. Pero no es su único papel, sino que también sirven para el estudio de distintas enfermedades, ya que pueden funcionar como hospedadores de las mismas. Así ocurre con la enfermedad de Lyme, por ejemplo. Los ratones funcionarían como hospedadores pequeños, y se puede investigar cómo crían larvas para poder reducir el impacto de las enfermedades o tener alertas de riesgo si se observa una enfermedad endémica.

“La genealogía que encontramos es súper importante en términos evolutivos, porque nos permite ligar generaciones anteriores con las siguientes. En los 'long term ecological experiments' , si se introduce la genética, se es capaz de reconstruir muy bien determinados genotipos o familias para ver si tienen más éxito que otras, algo que es fundamental para comprender la dinámica de los ecosistemas”, concluye.

No es normal que un bosque en un entorno urbano esté en las condiciones en las que está el bosque de Valdenazar en Yebes, Guadalajara. Esta masa boscosa de encinas y robles supone un ejemplo de una diversidad medioambiental alta y ha sido por eso elegida por la Universidad de Alcalá para realizar una importante investigación para estudiar los cambios ambientales que se generen en el bosque. Se trata de utilizar este entorno como un ejemplo de las transformaciones que irán sufriendo nuestros distintos ambientes en un contexto de cambio global.

“Cuando se observa una diversidad alta de vertebrados es que el bosque está bien conservado”, explica Aurelio Malo, investigador del programa ‘Ramón y Cajal’ del Departamento de Ciencias de la Vida de la Universidad de Alcalá, coordinador del grupo de investigación Ecología del Cambio Global y Evolución (GloCEE). Depredadores carnívoros y nocturnos pueden observarse en el bosque; garduñas, tejones, ginetas, zorros o comadrejas son algunos de las especies que se pueden encontrar en él. “Este bosque podría ser representativo de otros, como quejigales o encinares”, asegura Malo. También se han podido identificar aves rapaces nocturnas, que también son “indicadoras de alta calidad ambiental”.