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Ricardo Velázquez Bosco, el arquitecto que cambió la fisonomía de Guadalajara hace más de un siglo

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Participó en la restauración de monumentos como la Alhambra de Granada o la Mezquita de Córdoba. También dejó su huella en la catedral de Burgos y además fue el artífice de obras tan emblemáticas como el Palacio de Cristal del Retiro y el Ministerio de Agricultura en Madrid.

Se cumple un siglo del fallecimiento de Ricardo Velázquez Bosco (Burgos, 1843-Madrid, 1923). Dibujante, arqueólogo, restaurador y arquitecto, fue el máximo exponente del eclecticismo en España. En su personal estilo logró la convivencia del clasicismo, el historicismo, el legado de los elementos islámicos, además de emplear nuevos materiales que ‘modernizaron’ la arquitectura, como el hierro o el vidrio.

Guadalajara rinde homenaje al maestro de la mano de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Alcalá (UAH), en colaboración con las Cortes de Castilla-La Mancha. Y es que Velázquez Bosco protagonizó buena parte del cambio urbano de la ciudad desde finales del siglo XIX con sus restauraciones, reformas y diseños de obra nueva.

Trabajó sobre todo para la Administración Pública y en Madrid, pero tuvo también encargos privados de la duquesa de Sevillano para Guadalajara.

La ciudad había experimentado una larga decadencia y tras ser designada capital de una de las provincias de España había que transformar su trazado urbano y su arquitectura. Velázquez Bosco fue uno de los que lo consiguieron con trabajos que han sobrevivido, no sin percances incluida una guerra civil, hasta llegar a nuestros días.

El profesor de Expresión Gráfica Arquitectónica de la Universidad de Alcalá, Antonio Miguel Trallero, explica que a este arquitecto se debe, en gran medida, “la modernización de la ciudad tras una crisis que venía desde el siglo XVII”. Los proyectos diseñados a finales del siglo XIX se ejecutaron a principios del XX.

Trallero es doctor en Arquitectura y en Historia y explica que, para la duquesa de Sevillano, el arquitecto construyó un palacio, el actual colegio Maristas, aprovechando la antigua casa familiar paterna. Doña Diega Desmasissières tenía en Guadalajara una antigua casona del siglo XVI situada junto al oratorio de San Sebastián.

Con el comienzo de las obras de la Gran Vía madrileña y la demolición de su palacio situado entre las calles de Caballero de Gracia y San Miguel, decidió reformar el que tenía en Guadalajara allá por el siglo XIX.

Otra de las obras del arquitecto es el conjunto que hoy conforman el colegio Adoratrices y la iglesia Santa María Micaela, además del panteón familiar. “Nadie concibe hoy Guadalajara sin este conjunto. Él fue fundamental en la nueva imagen de ciudad”.  

Velázquez Bosco rehabilitaría el Palacio de Don Antonio de Mendoza-Convento de la Piedad, hoy Instituto Liceo Caracense y que antes fue la sede del Instituto Brianda de Mendoza. Una de sus peculiaridades es su patio geométrico, prototipo de otros muchos que se construyeron posteriormente, como los realizados por Alonso de Covarrubias en el Convento de San Pedro Mártir (conocido como El Real) o en el Palacio de los Marqueses de Malpica, ambos en Toledo capital.

La azulejería sevillana del patio fue introducida en la reforma de Velázquez Bosco. Este artista historicista y ecléctico decoró la parte baja del patio y la del piso superior, pero su mayor aportación fue la adaptación del edificio a su uso y principalmente, sus nuevas fachadas en las que mantuvo algún elemento de las primitivas. “Le debemos también buena parte del exterior del edificio”, explica el Antonio Miguel Trallero. 

Se ocupó también de restaurar la que hoy conocemos como capilla de Luis de Lucena, que originalmente era la de de Nuestra Señora de los Ángeles o de los Urbina. En pleno centro de Guadalajara, es un edificio actualmente exento que mandó construir hacia el 1540 el humanista Luis de Lucena, alcarreño, clérigo y médico de los Papas.

Es una capilla particular de carácter funerario que sobrevivió al derivo de la iglesia de San Miguel, a la que pertenecía en 1877.

Hoy es visitable y en ella destacan sus pinturas al fresco de finales del siglo XVI, realizadas por Rómulo Cincinato. Allí el Ministerio de Cultura guarda una muestra con los restos de yeserías y sepulcros de las iglesias desaparecidas.

A pesar de la importancia de estas obras, la actuación más importante de Velázquez Bosco en Guadalajara la tenemos en el conjunto formado por sus Asilos, actual colegio de Adoratrices, su iglesia aneja dedicada a su tía, Santa María Micaela y sobre todo su panteón familiar.

El poblado de Villaflores

Mención aparte merece el ‘Poblado de Villaflores’, declarado Bien de Interés Cultural (BIC). Está situado a la afueras de la ciudad de Guadalajara y de sus construcciones existen referencias ya desde el siglo XIV. Está situado sobre terrenos que fueron zonas de labor junto a pastor y encinares. Los compró en 1886 María Diega Desmaissiéres y Sevillano, condesa de la Vega del Pozo y duquesa de Sevillano, y los convirtió en colonia agrícola, gracias al proyecto concebido por Velázquez Bosco.

En la actualidad, y tras años de continuo deterioro, y con algunos de sus elementos perdidos ya para siempre, sigue pendiente de ser aprobado y ejecutado un Plan Especial de Protección por parte del Ayuntamiento de Guadalajara.

Una exposición para conocer la Guadalajara de la época: “Era el momento”

Hasta el 14 de enero puede visitarse en el Palacio del Infantado una exposición que permite conocer la Guadalajara de principios del XX que “todavía conservaba las huellas de una ciudad de traza medieval”. Entre otras cosas, ha sido posible contarlo gracias al levantamiento realizado por el Instituto Geográfico y Estadístico, entre 1878-1880, con planos de “calidad gráfica y fiabilidad”.

La muestra contiene una recopilación planimétrica de edificios diseñados por Velázquez Bosco, que contribuye a explicar el modo en que la obra de este arquitecto revitalizó a la ciudad de Guadalajara, con una profunda transformación del trazado urbanístico y de la propia fisonomía.

En ese proceso participaron también otros arquitectos y urbanistas que seguían las corrientes historicistas y eclécticas de la época, así como otras como el racionalismo e incluso el modernismo. No todos los edificios han llegado hasta nuestros días con su diseño original. Algunas de sus características incluso han desaparecido. 

“Era el momento adecuado para dar a conocer la importante obra que el arquitecto tiene en Guadalajara”, explica Trallero. La Escuela de Arquitectura de la Universidad de Alcalá lleva años investigando en torno a la figura de Velázquez Bosco y conserva en su biblioteca material documental que ahora sale a la luz. “Se trata de que pueda verse la ciudad con otros ojos, y de paso conocer la obra de este arquitecto, aunque la investigación es mucho más compleja”. 

Participó en la restauración de monumentos como la Alhambra de Granada o la Mezquita de Córdoba. También dejó su huella en la catedral de Burgos y además fue el artífice de obras tan emblemáticas como el Palacio de Cristal del Retiro y el Ministerio de Agricultura en Madrid.

Se cumple un siglo del fallecimiento de Ricardo Velázquez Bosco (Burgos, 1843-Madrid, 1923). Dibujante, arqueólogo, restaurador y arquitecto, fue el máximo exponente del eclecticismo en España. En su personal estilo logró la convivencia del clasicismo, el historicismo, el legado de los elementos islámicos, además de emplear nuevos materiales que ‘modernizaron’ la arquitectura, como el hierro o el vidrio.