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Sobre este blog

Este blog es un espacio de colaboración entre elDiario.es de Castilla-La Mancha (elDiarioclm.es) y el Colegio de Ciencias Políticas y Sociología de Castilla-La Mancha para abordar diversas cuestiones sociales desde la reflexión, el entendimiento y el análisis.

Casas sin gente, gentes sin casa

Una casa en venta.

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Si una se da una vuelta por el portal más conocido de búsqueda de pisos y casas, puede comprobar la multitud de viviendas que hay en venta en nuestro país: activos financieros y viviendas en subasta; viviendas ocupadas, bastantes, y viviendas para reformar, algunas casi en estado de ruina.

Llevo unos años obsesionada con el tema y me he vuelto una “experta inmobiliaria”. Concretamente, una analista de la página más conocida en el sector. Quiero comprarme un habitáculo, como tanta ciudadanía, pero veo frustrado mi intento ya que es imposible sin ahorros, sobre todo en zonas tensionadas, como Madrid o Toledo. 

Si lo que se quiere es tener algún lugar un poco digno para la jubilación, sabiendo cómo pinta el futuro de las pensiones, puede ser una buena opción comprar en pueblos o ciudades más pequeñas dentro de provincias como Cuenca o Albacete. Ahorraremos unos cuantos miles de euros, mejorando nuestro bolsillo, pero casi inviable mientras se está activo laboralmente. Ya que vivimos cerca de donde trabajamos. 

Si lo que queremos es comprar un piso en ciudades grandes para no esperar hasta que nos jubilemos, con eso de tener más oportunidades laborales, los precios se disparan. En la zona sur de la capital, conocida por ser las “ciudades dormitorio” de clases medias y medias-bajas (por ejemplo, Móstoles, Alcorcón o Fuenlabrada) oscilan entre los 150.000 - 200.000 euros, lo que supone tener ahorrados entre 50.000 - 70.000 euros para realizar la operación.

Toledo capital no se queda atrás, aunque los precios son más bajos que en la zona sur de Madrid. Si una quiere vivir allí, tiene que desembolsar entre los 100.000 - 150.000 euros, adelantando entre 35.000 - 52.500 euros. Vamos, inviable para la gran mayoría si no se hace en pareja o con apoyo de la familia. Ahora también, con colaboración del Estado en el caso de la gente joven.

¿Y qué pasa si nos salimos de esos lugares? Bueno, tampoco es para tirar cohetes, aunque más asequible sí que es. Albacete o Cuenca, tenemos viviendas por 80.000 - 90.000 euros bastante decentes.

Si nos fijamos en los salarios en nuestro país, según datos del INE de la `Encuesta de Estructura Salarial´, el salario que más gente cobra es de 18.502,54 euros y el segundo más frecuente es de 16.487,22 euros para 2021. Si nos fijamos según sexo del trabajador, para 2021, el salario anual más frecuente en las mujeres fue de 14.481,6 euros y el de los hombres 19.487,6 euros. Estos salarios suponen mensualmente en torno a 1.300 euros más o menos.

Quiero comprarme un habitáculo, como tanta ciudadanía, pero veo frustrado mi intento ya que es imposible sin ahorros, sobre todo en zonas tensionadas, como Madrid o Toledo

Desde mi idea humanista de ser individuos libres, es decir, ser autónomos económicamente hablando y no tener que depender de nadie, ¿creen ustedes que con los salarios que se tienen se puede vivir individualmente? Y concretamente, ¿se puede ahorrar para comprar una vivienda? 

Según estadísticas europeas, la ciudadanía joven española abandona más tarde el “nido”, en una media de 30 años frente a los 26 años de otros países. Por eso, ¿piensan que estamos hasta esa edad por amor a la familia o por necesidad? Sin embargo, tenemos casas sin gente. Bueno, de fondos e inversores privados que especulan con el terreno para que unos pocos se beneficien. Ya saben ustedes, como en la burbuja inmobiliaria de 2008. 

Aun así, no ha habido en toda la democracia una política real de vivienda. Una que achaque el problema de raíz. Es un derecho constitucional que pone en contra al mercado libre porque si se regula, según las voces neoliberales, nos encontraremos con una barrera: la reducción de la oferta. No obstante, ¿cómo es posible que un bien necesario para la vida tenga que ser privado y, por tanto, privativo para la gran mayoría de la población? ¿Quién decide que un terreno público se venda para construir viviendas? Evidentemente, sabemos quiénes lo hacen. Entonces, ¿por qué no exigimos a los gobernantes vivienda pública para que todas las personas tengan un lugar digno donde poder vivir? 

Política de vivienda pública, ¿para cuándo?

Sabemos que un problema político como el de la vivienda no se ataja en una legislatura, tampoco en dos. Debe ser una política a largo plazo, como deberían de ser la mayoría de las políticas públicas cuando se desarrollan, sobre todo de este calibre. 

En nuestro país, aunque el Estado tiene la potestad de marcar las líneas generales de la política en el caso que nos ocupa, son las Comunidades Autónomas las que tienen la capacidad de implementarlas bajo esas directrices, y sobre todo de especificarlas según las necesidades de cada territorio. Es decir, cada autonomía marcará las pautas de cómo quiere llevarla a cabo.

Por seguir con los ejemplos anteriores, en la Comunidad de Madrid para dar cabida a numerosos demandantes de vivienda, se anunció el Plan Vive en 2019. El cual sigue ahí, esperando a que las viviendas se vayan construyendo de cara a dar solución a miles de ciudadanos madrileños. También está el Plan Alquila para distintos colectivos: jóvenes, personas mayores, familias numerosas y familias monoparentales. Pero claro, hay un presupuesto y hasta donde llegue. Igual que si se espera hasta que a uno le toque la lotería. 

En Castilla La Mancha, al igual que en la Comunidad de Madrid, existen ayudas al alquiler, donde se apoya a la población para financiar los gastos que conlleva el arrendamiento de una vivienda. Tiene tres líneas de actuación: uno que es para población en general; otro para personas con vulnerabilidad sobrevenida y el último para jóvenes. En el caso de Castilla La Mancha, algunas ayudas tienen un enfoque contra la despoblación, dado que se está planteando medidas específicas para combatir la salida de los más jóvenes del entorno rural. 

Sin embargo, el parque público de vivienda en ambas comunidades brilla por ausencia, siendo muy limitado, y es complicado acceder al mismo. La demanda está muy por encima de la oferta y las posibilidades de poder disfrutar de una vivienda pública es casi residual. Concretamente, en Madrid capital hay sorteo para vivienda social, pero la lista que hay es interminable y es poco probable que pueda llegar a tocar.

En resumidas cuentas, viendo cómo está el mercado de la vivienda y que no tiene pinta de que vaya a cambiar en los próximos años, lo sensato sería hacer como algunos de nuestros vecinos europeos, tener un parque público en distintas partes del territorio, sobre todo en aquellos lugares donde hay mayor demanda. En la mayoría de los casos, el trabajo nos limita a la hora de poder elegir dónde vivimos y estamos “encadenados” a aquellos lugares donde nos ofrecen mayores oportunidades laborales.

He de deciros que lo peor de todo esto es que seguimos adscritos a ese mal de la sociedad: la idea de poseer. Poseer hasta límites indefinidos e insospechados. Y que, como nos ha trasladado alguno de los pensadores más importantes de nuestra cultura, Tomás Moro en `Utopía´, la propiedad privada hace que las sociedades sean desiguales y sea una fuente generadora de conflictos, porque la distribución de la tierra es injusta. Una tierra que debería ser de todas y que no debería tener nombres ni apellidos.

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