Diez años tardó el escritor gallego Domingo Villar en sacar la tercera parte de su serie del inspector Leo Caldas. ‘El último barco’ es el nombre de la última entrega de la serie que comenzó con ‘Ojos de agua’ y siguió con ‘La Playa de los Ahogados’, obras que han recibido numerosos premios y que han sido traducidos a más de 15 idiomas, además de haber llegado también a la gran pantalla. Villar participó también en el festival de literatura y cine negro-criminal ‘Mazapanoir’, donde presentó su libro y también su visión como escritor de un género que parece haber explotado en el panorama literario.
“Los que escribimos pasamos mucho tiempo en la cueva y es una oportunidad bonita participar en Mazapanoir, como lo es en cualquier feria literaria, para poner rostro a la gente a la que susurras una historia cada vez que abre uno de tus libros”, reflexiona el autor con eldiarioclm.es. En los últimos años, concretamente en los diez que tardó en sacar a luz ‘El último barco’, han proliferado “mucho” los festivales de novela negra, señala. “Es algo que supongo es un síntoma de la buena salud del género”.
“Creo que la novela negra es a los tiempos actuales lo que fueron en otro tiempo la novela de capa y espada, las novelas de caballerías. Lo que ocurre es que permiten lecturas diferentes, por una parte disfrutar de las investigaciones de crímenes, pero también bucear y mirar a los lados. Muchas de ellas constituyen un relato bastante fiel de la sociedad”, asegura el escritor.
De sus novelas se ha destacado no sólo la descripción de los paisajes gallegos, sino también otro tipo de aspectos, como el tratamiento de la gastronomía o los oficios artesanales propios de Galicia. “Cuando escribo, lo veo más bien como un viaje para mí. Vivo en Madrid desde hace muchos años, pero cada vez que me siento a escribir viajo emocionalmente a Galicia y eso también es una manera de trasladarme allí y vencer la morriña”, explica. Esto también se traslada a los lectores y es lo que “más le gratifica”, cuando se decide ir más allá de la novela. “Saber que hay gente que, siguiendo las huellas de los personajes van a conocer mi tierra. No sólo de manera emocional, sino física, porque toman la decisión de ir a visitarla”, asegura.
¿Por qué tardó tanto en escribir este tercer libro de la serie? “Es que escribir un libro es embarcarte en una aventura que no sabes si vas a llegar a puerto o si vas a naufragar. Puedes elegir bien los personajes, de dedicar todo el tiempo y el cariño que la obra necesita pero cuando la terminas no suena bien”, recalca. Para Villar entonces lo “honesto” es “volver a empezar” y aprovechar lo que sí sirva. “Esto es más o menos lo que me ha ocurrido, explica.
En cuanto al panorama nacional, explica que hay autores que escriben novela negra “muy a su pesar” y otros que sí lo hacen de manera voluntaria. “Muchos autores están acercándose a la novela negra, creo que todos hemos percibido que se puede hacer literatura de verdad desde este género y ya no estamos recluidos en la mazmorra literaria. A mí no me importa ser habitante del inframundo, pero creo poro a poco hemos asomado la cabeza guiados por nuestros mayores”.
El panorama lector, por otro lado, va decayendo en un país en el que los datos señalan que se leen menos de cinco libros al año por cabeza. Villar lo tiene claro: “tenemos mucho que mejorar por ese lado”. Pero además, añade, la lectura se enfrenta a otros fenómenos: “la misma endorfina que se estimulaba con libros, ahora se estimula con el visionado de series de televisión”, afirma. Esto, reconoce, permite conocer al personaje con “bastante hondura” y crear una relación más “a largo plazo”. Pero también advierte de que la televisión no puede ofrecer al lector y es la imaginación. “Esto es el oficio del lector, tener que poner de su parte, aportar la fantasía y completar el dibujo a medias que hemos dejado los autores. Es peligroso dejar de imaginar”, concluye.