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Abran paso: llegan las autopistas salvajes

Antiguamente existía la fábula de que una ardilla podía recorrer la Península Ibérica desde el País Vasco hasta Cádiz, de árbol en árbol, sin pisar el suelo. Hoy en día, lamentablemente, esto es impensable. Los espacios naturales del territorio español son cada vez más escasos. La pérdida de biodiversidad y de especies, la masiva construcción de suelo y el aumento de la población y la red de carreteras hacen que nuestro medio esté cada vez menos interconectado de forma natural, y más de forma artificial.

De todo el territorio, solo el 27% -casi la tercera parte- de los espacios naturales están protegidos. El problema, aparte de la poca cantidad, es que entre sí están aislados, sin conexión natural de las especies. Por ello, WWF España, la asociación para la defensa de la naturaleza, ha desarrollado un informe en el que plantea la construcción de las llamadas “autopistas salvajes”. Son 12 corredores ecológicos prioritarios cuya idea se fundamenta en la conectividad de espacios naturales y la movilidad de la fauna y la flora ibérica de todo el territorio mediante el trazado de conexiones de la Red Natura 2000.

El cambio climático, una vez más, entre los principales culpables

Nuestro territorio, dada su posición geográfica, goza de numerosos beneficios climáticos, pero debido a los fuertes procesos de transformación del paisaje y a los efectos del calentamiento global, muchas especies se están enfrentando a la destrucción de su hábitat, a la reubicación en nuevas zonas y a ser considerados como “exiliados climáticos”. Entre los temidos efectos nos encontramos el aumento paulatino de las temperaturas, la falta de precipitaciones -y, por consiguiente, la sequía de ciertos puntos-, la deforestación o la agricultura intensiva.

Todo ello hace que, dentro de los 12 corredores planteados por WWF, se hayan detectado hasta 17 zonas críticas para la conectividad en España. Pequeños tramos de los corredores -el 10% del total- que transitan por un entorno degradado, son muy frágiles y estrechos, poseen un alto riesgo de transformación o eliminación, y que son considerados como “cuellos de botella” para la conectividad, al estar rodeados de un medio con elevada resistencia al movimiento de especies. La preocupación residiría, por tanto, en el deterioro que causaría en la calidad y funcionalidad del conjunto del corredor.

La conservación de la biodiversidad en el punto de mira

“Un territorio con parches de vegetación cada vez más pequeños y aislados”. Así es cómo la asociación define la situación actual de la biodiversidad de nuestra península, y es que la masiva construcción de infraestructuras de transporte y viviendas ha provocado la fragmentación del territorio y la pérdida de hábitats, pero, sobre todo, el impacto directo e irrevocable sobre los mamíferos, dificultando su movilidad y dispersión, como es el caso del lince ibérico, el gato montés, el corzo o el ciervo. “Los atropellos en carretera se han convertido en la primera causa de mortalidad del lince, con 121 atropellos en los últimos 10 años”, según WWF. Estimando, ante ello, una presencia de carreteras al 97,7% en todo el país y una reducción de hasta el 50% en el número de especies animales (ahí es nada).

Es por ello que la declaración de áreas protegidas de la Red Natura 2000 haya supuesto un freno en el proceso de destrucción de la biodiversidad y un aliciente en la conservación de hábitats y especies, pues permite que estos mamíferos puedan desplazarse fácil y libremente a través del territorio, sin estar expuestos al tráfico de las carreteras ni al paso del hombre en sus vías cotidianas.

Estos mamíferos, por tanto, están asociados en la mayoría de los casos a hábitats forestales, de diferente estructura, cobertura y grado de desarrollo, desde matorrales a bosques densos. Tales mamíferos forestales están, a su vez, expuestos a cambios en las cubiertas y usos del suelo, tienen una amplia capacidad de dispersión y distribución sobre el territorio y, sobre todo, son muy buenos indicadores de conectividad para el conjunto de especies y procesos ecológicos, ya que, por poner un ejemplo, son agentes dispersantes de otras especies, como las semillas.

Con todo ello, los corredores prioritarios establecidos por la asociación siguen un cierto patrón de comportamiento donde, por regla general, no suelen atravesar zonas agrícolas debido a su concentración en áreas forestales -aunque existen ciertos corredores más frágiles que tienden a atravesar algunos paisajes con intenso uso agrícola y donde sí existen ciertos movimientos de especies-. Por otro lado, tienden a ubicarse a lo largo de los márgenes de los ríos y riberas, abarcando hasta un 1,28% de la superficie total. De toda la Red Natura 2000, se ha calculado que el 56,7% está frecuentado por estos corredores y, como dato curioso, se expanden más allá de nuestras fronteras, ocupando territorio portugués y francés en algunos de los tramos.

Las autopistas salvajes de Castilla-La Mancha

Castilla-La Mancha, dentro del trazado general de los corredores prioritarios para la conectividad de la Red Natura 2000, acoge 5 de los 12 totales establecidos por WWF España. Entre ellos encontramos el Corredor del Sistema Central, conectando desde el norte de Guadalajara con el extremo suroeste de Toledo; el Corredor del Sistema Ibérico, que conecta desde el norte de Guadalajara con el extremo sureste de Cuenca; el Corredor de La Mancha, trazando prácticamente todo el centro de la comunidad; el Corredor de Sierra Morena y Montes de Toledo, atravesando todo el borde comarcal oeste y sur de Ciudad Real; y el Corredor de las Sierras Béticas, ocupando toda la mitad sur de Albacete.

Estos tramos están interconectados con las comunidades autónomas limítrofes y permiten una conexión total e integrada con todo el territorio, pues las especies animales no entienden de fronteras autonómicas, nacionales e internacionales.

Por otro lado, se hablaba de un tránsito mayoritario por las masas forestales del territorio español, pero en el caso de nuestra comunidad, a su vez -y de manera desafortunada-, registramos 5 de las 17 zonas críticas de los corredores ecológicos. Se trata, especialmente, de zonas de uso forestal desarbolado, como el pastizal y zonas sin vegetación; localizadas en la Sierra de Guadalajara, en tramos del río Alberche, el río Tiétar y el río Tajo -medio y alto-; en la Mancha oriental y, en su mayor medida, la zona de Albacete, Almansa y Hellín.

Antiguamente existía la fábula de que una ardilla podía recorrer la Península Ibérica desde el País Vasco hasta Cádiz, de árbol en árbol, sin pisar el suelo. Hoy en día, lamentablemente, esto es impensable. Los espacios naturales del territorio español son cada vez más escasos. La pérdida de biodiversidad y de especies, la masiva construcción de suelo y el aumento de la población y la red de carreteras hacen que nuestro medio esté cada vez menos interconectado de forma natural, y más de forma artificial.

De todo el territorio, solo el 27% -casi la tercera parte- de los espacios naturales están protegidos. El problema, aparte de la poca cantidad, es que entre sí están aislados, sin conexión natural de las especies. Por ello, WWF España, la asociación para la defensa de la naturaleza, ha desarrollado un informe en el que plantea la construcción de las llamadas “autopistas salvajes”. Son 12 corredores ecológicos prioritarios cuya idea se fundamenta en la conectividad de espacios naturales y la movilidad de la fauna y la flora ibérica de todo el territorio mediante el trazado de conexiones de la Red Natura 2000.