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El críalo europeo, el pájaro que no sabe hacer nidos

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Las estrategias de supervivencia en la naturaleza son, en muchas ocasiones, impresionantes, igual que lo son las relaciones que se establecen entre los distintos animales que habitan en un ecosistema, aunque no siempre sean tan simpáticas como Tambor enseñando a patinar por el hielo a Bambi.

Con este contexto os presento al protagonista de hoy, el críalo europeo (de nombre científico Clamator glandarius, Linnaeus), pero antes de hablaros de sus peculiaridades ecológicas, quiero describiros su vistoso plumaje. Los juveniles presentan las partes ventrales blancas, con la garganta de un color amarillo pálido, mientras que las zonas dorsales son negras con manchitas blancas tanto por las alas como por la espalda, y en las alas aparecen unas manchas de color naranja herrumbroso que desaparecen en el adulto. En este, el negro es sustituido por un plumaje más grisáceo, manteniendo las pintas blancas, y destacando un capirote plateado. La garganta y el vientre continúan iguales que en el juvenil.

Es un ave de un tamaño considerable, entre 35 y 40 centímetros de longitud, con las alas y la cola muy largas, lo que le da una silueta muy característica. Se alimenta de insectos, siendo un ávido depredador de orugas de polillas y mariposas, entre ellas, la procesionaria del pino. El críalo europeo es un ave estival en la península Ibérica, es decir, viene a criar en primavera y migra a África para pasar el invierno.

Pero, como comentaba al inicio, lo que hace realmente interesante al críalo, es su estrategia reproductiva, ya que parasita los nidos de otras aves. Esto significa que pone sus huevos en el nido de otra ave para que sea esta quien críe (de manera involuntaria) a sus polluelos. Los huéspedes favoritos suelen ser urracas y cornejas, aunque otros miembros de la familia de los córvidos también suelen ser víctimas del ultraje. Para poder poner los huevos, la pareja de críalos debe llamar la atención de las urracas para que abandonen su nido, de esto se encarga el macho, momento que la hembra aprovecha para hacer su puesta en el nido de la urraca, junto con los huevos de esta. De hecho, suele ser una forma muy común de observar al críalo, con dos urracas persiguiéndolo.

Al igual que el cuco

Esta estrategia también es utilizada por otro pájaro emparentado con el críalo y, seguro, mucho más conocido por la mayoría: el cuco. La diferencia es que el cuco parasita nidos de pajarillos mucho más pequeños que él y el polluelo recién nacido suele expulsar a los pollos rivales o los huevos que aún no han eclosionado (os vendrá a la cabeza ese documental de La 2, con un pequeño carricero alimentando sin descanso a un polluelo de cuco que es cinco veces mayor que él). Este comportamiento no es tan común en el caso del críalo, que suele criarse junto con los pollos del hospedador.

Su nombre tampoco está exento de curiosidad, porque ¿De dónde viene eso de “críalo”? Pues bien, es lo que se denomina un nombre onomatopéyico, ya que hace referencia al reclamo que hace el animal: un “ki-ki-kria-kria-kria”, y de ahí, críalo. En este punto, el imaginario popular entra en acción y, sabiendo de sus hábitos parasíticos, se creía que decía a modo de burla: cri, cri, críalo tú (en referencia a su polluelo). En cuanto al nombre científico, Clamator proviene del latín “gritador” ya que es un ave realmente chillona, y glandarius vendría a significar “que come bellotas”, aunque esto sabemos que no es cierto, lo que le podría venir por su muy sutil parecido con el arrendajo (también un córvido que a veces es hospedador del críalo), que se le conocía así en latín y sí se alimenta del fruto de la encina; también podría ser por el hábitat de dehesa y matorral en el que suelen vivir ambos.

A modo de reflexión final, siempre me resultó muy curioso el título del libro y película “Alguien voló sobre el nido del cuco”, teniendo en cuenta que el cuco (y el críalo), como hemos visto, no tienen nido, sino que usan nidos ajenos. Os espero en la próxima con otra ave y otra historia.

Las estrategias de supervivencia en la naturaleza son, en muchas ocasiones, impresionantes, igual que lo son las relaciones que se establecen entre los distintos animales que habitan en un ecosistema, aunque no siempre sean tan simpáticas como Tambor enseñando a patinar por el hielo a Bambi.

Con este contexto os presento al protagonista de hoy, el críalo europeo (de nombre científico Clamator glandarius, Linnaeus), pero antes de hablaros de sus peculiaridades ecológicas, quiero describiros su vistoso plumaje. Los juveniles presentan las partes ventrales blancas, con la garganta de un color amarillo pálido, mientras que las zonas dorsales son negras con manchitas blancas tanto por las alas como por la espalda, y en las alas aparecen unas manchas de color naranja herrumbroso que desaparecen en el adulto. En este, el negro es sustituido por un plumaje más grisáceo, manteniendo las pintas blancas, y destacando un capirote plateado. La garganta y el vientre continúan iguales que en el juvenil.