La ecología es uno de nuestros principales intereses y es el centro de este blog: cambio climático, medio natural, desarrollo sostenible, gestión de residuos, flora y fauna, contaminación y consumo responsable, desde el punto de vista de periodistas, expertos, investigadores, especialistas y cargos públicos. También editamos la revista 'Castilla-La Mancha Ecológica'.
¿Son incompatibles el medio ambiente y la política?
Recientemente, un amable lector me vino a decir (con otras palabras y otros modos): “Eugenio, eres muy majete hablando de animales pero mejor no hables de política, que voy a dejar de leerte”. Y este curioso episodio me ha hecho formularme una pregunta: el naturalista, el ambientalista, el ecólogo, el estudioso del medio ambiente... ¿debe encerrarse en una burbuja de pájaros y flores e ignorar la suerte de nuestros hermanos humanos?
Evidentemente, la respuesta es no. Como decía aquel: “Nada humano me es ajeno”. Y así debe ser. No puedo concebir una persona que sufra por los animales pero a la que le dé igual el sufrimiento humano. El medio ambiente y la sociedad humana no son, ni pueden ser, compartimentos estancos y los que nos ocupamos y preocupamos del medio ambiente así debemos entenderlo.
Por eso, como cualquier otra persona, podemos y debemos posicionarnos ante cualquier problema que afecte a la sociedad humana. ¿Esto es política? Seguramente.
Sucede, además, que los diferentes sistemas políticos y económicos con los que se estructuran las sociedades humanas no son inocuos para nuestro planeta ni para el medio ambiente, lo que nos obliga a opinar y posicionarnos. Por ejemplo, el subdesarrollo es, ante todo, un gravísimo problema humano y, en segundo lugar, un gravísimo problema para el medio ambiente. ¿Por qué? Porque una sociedad que no puede satisfacer necesidades básicas como el alimento, la bebida, la vivienda o el vestido no puede pensar en la conservación de la fauna ni la flora. Y, además, el subdesarrollo estimula un consumo insostenible de recursos naturales.
¿Quién no ha visto esas legiones de desesperados que, en la Amazonia, invaden la selva y la talan y la queman para obtener tierra donde sembrar algo para poder comer? ¿Y qué pasa con esas personas que matan rinocerontes o elefantes para el mercado negro de marfil o “medicinas tradicionales”? Sencillamente son personas que necesitan poner un plato de comida a sus hijos. No podemos olvidar esto.
Otro factor: las “sociedades ricas”
Por otro lado, el hiper-desarrollo de las llamadas “sociedades ricas” es, también, otro gravísimo factor que provoca la actual crisis planetaria. Ese conglomerado de empresas que necesitan vender a toda costa, y esas cúpulas políticas y económicas empeñadas en un eterno crecimiento económico imposible han creado una “Sociedad de Consumo” que ha derivado en un consumismo atroz que está arrasando con los recursos naturales finitos de nuestro planeta, provocando el exterminio de cientos de especies animales.
Por consiguiente, claro que puedo y debo hablar de política. Ahora bien, no me refiero a política de partidos. Me refiero a Política en el sentido amplio de la palabra. Esta es una opinión impopular, pero considero que en todos los partidos políticos hay propuestas y personas llenas de sentido común. En algunos casos me gustan ciertas propuestas provenientes de la derecha y en otros ámbitos considero que algunas propuestas provenientes de la izquierda son las más convenientes. Se trata de quitarnos las anteojeras ideológicas y dejemos de considerar que estamos en Posesión de la Verdad Absoluta. Estoy en contra del “pack ideológico”: o lo compras entero o lo rechazas entero.
Desgraciadamente, y por diversas razones, observo que, tras 40 años de democracia, la sociedad española se ha vuelto más intolerante con quienes piensan de modo diferente. Me sigue pareciendo un milagro el que, en 1978, los franquistas de Fraga, los socialistas de González, los comunistas de Carrillo y los nacionalistas de Tarradellas pudieran sentarse a hablar, negociar, ceder y acordar reglas de juego que han llegado hasta hoy.
¿De verdad no podemos ya hablar?
¿Es concebible que el que piensa distinto a nosotros sea un peligroso apestado al que apartar de nuestra vida o... directamente hay que matarlo?
Querido lector: reflexiona bien sobre esto cuando escuches una opinión diferente a la tuya.
Recientemente, un amable lector me vino a decir (con otras palabras y otros modos): “Eugenio, eres muy majete hablando de animales pero mejor no hables de política, que voy a dejar de leerte”. Y este curioso episodio me ha hecho formularme una pregunta: el naturalista, el ambientalista, el ecólogo, el estudioso del medio ambiente... ¿debe encerrarse en una burbuja de pájaros y flores e ignorar la suerte de nuestros hermanos humanos?
Evidentemente, la respuesta es no. Como decía aquel: “Nada humano me es ajeno”. Y así debe ser. No puedo concebir una persona que sufra por los animales pero a la que le dé igual el sufrimiento humano. El medio ambiente y la sociedad humana no son, ni pueden ser, compartimentos estancos y los que nos ocupamos y preocupamos del medio ambiente así debemos entenderlo.