Gabino Abánades, jubilado alcarreño de 72 años y alcalde del municipio de Sacecorbo (Guadalajara) por el Partido Popular, ejerció un papel singular en la historia reciente de nuestro país. Fue la persona que dirigió la inhumación del dictador Francisco Franco en la basílica del Valle de los Caídos el 23 de noviembre de 1975, tres días después de su fallecimiento. Se dio la circunstancia de que Abánades, que entonces contaba apenas 30 años, trabajaba como funcionario al frente de la empresa que gestionaba de servicios funerarios del Ayuntamiento de Madrid hace 43 años.
En conversación con eldiarioclm.es, Abánades recuerda este hecho histórico como “un acto importantísimo que tuvo mucha repercusión social por lo que Franco representó para España”, aunque, asegura que “este enterramiento político fue sencillo” y no se distinguió en su procedimiento de “los miles de enterramientos que he llevado a cabo en cuarenta años de servicio”. Según relata, “el cuerpo del dictador fue trasladado por un camión militar hasta la basílica, seguido por miles de personas” que se concentraron en la carretera que da acceso al Valle de los Caídos. Después, añade “en la cripta se ofició un responso en su memoria y cuando nos dieron la orden bajamos el féretro y los cubrimos en 20 minutos”.
Los restos embalsamados de Franco yacen en la cripta de la basílica del Valle de los Caídos, bajo una lápida de mármol de 2,30 metros de largo por un metro de anchura y 1.500 kilogramos, junto a la tumba del falangista Primo de Rivera.
Sin embargo, la decisión de sepultar a Franco en este mausoleo de culto construido por represaliados del franquismo en los años 40 sigue rodeado por la controversia. Según ha reconocido la familia, Franco no ordenó en su testamento que se le enterrara en el valle ni en ningún lugar concreto. Al contrario, el deseo de su viuda era llevar sus restos al panteón familiar, situado en el cementerio de El Pardo Mingorrubio, que es donde Polo fue enterrada 13 años después.
Este testimonio refuerza la tesis de que desplazar el cadáver de Franco al templo de la Sierra de Guadarrama fue una decisión improvisada y ordenada por el entonces presidente del Gobierno, Carlos Arias Navarro. De hecho, según los testimonios de la época, un día antes del sepelio, a las 16 horas del 22 de noviembre, la Casa del Rey contactó por carta al abad primado del Valle de los Caídos, Luis María de Lojendio, para comunicarle quiénes se encargarían de entregar el cadáver y el lugar en el que debería ser depositado; en concreto “en el Sepulcro destinado al efecto, sito en el Presbiterio, entre el Altar Mayor y el Coro de la Basílica”.
Hoy, 43 años después de la muerte de Francisco Franco, el lugar donde se enterró al dictador ha vuelto a copar las portadas de los periódicos. También, el hombre que dirigió la sepultura, Gabino Abánades.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez anunció en junio su intención de exhumar el cuerpo de Franco de la cripta del Valle de los Caídos para trasladarlos a otro emplazamiento. Esta iniciativa se produce en cumplimiento de la Ley de Memoria Histórica y de la Proposición No de Ley que el Congreso de Los Diputados aprobó en marzo de 2017 a favor de la exhumación de Franco del mausoleo.
Los trámites para sacar los restos del dictador del Valle de los Caídos se pondrán en marcha en el Consejo de Ministros del viernes 24 de agosto, según asegura la agencia EFE, aunque fuentes oficiales de Moncloa no lo confirman.
A este respecto, Abánades asevera: “respeto la decisión del Gobierno, pero le he transmitido que dialoguen con la familia antes, porque, en otro caso, la exhumación solo se podría llevar a cabo si la ordena un juez”.
En cuanto a los trabajos para desenterrar el cuerpo del general franquista, el ex funcionario explica que se tratará de “un proceso sencillo en el que se moverá la lápida, se romperá la tabica que tapa el ataúd, se recogerá el cuerpo y se trasladará a otro féretro”. Gabino Abánades se ofrece y afirma: “pueden contar con mi ayuda para lo que necesiten y así se lo hecho saber a todos lo que me han consultado opinión”.
Esta exhumación, que ha despertado un gran interés en los últimos meses, permitirá comprobar cuál es el estado de conservación del cuerpo de Franco, que, en opinión de Abánades “está momificado, pero será bueno y no habrá sufrido cambios, porque donde está enterrado no hace frío ni calor y además se le embalsamó”.