Un grupo de ciudadanos anónimos de Albacete se ha organizado para dar una solución a los temporeros que, pese a estar clausurado, permanecen en el asentamiento de la carretera de Las Peñas de la ciudad, una vez terminadas las campañas agrícolas, en tiendas de campaña.
Ya la pasada semana el sindicato CCOO denunciaba la “situación de abandono” de estas personas y calculaba que en la actualidad quedan en la ciudad unos 140 temporeros repartidos en 14 pequeños asentamientos. Unos 50 de ellos procedentes de Senegal, Mali y Guinea Conakri “malviven” en el asentamiento de la carretera de Las Peñas. Allí, el pasado verano se puso de manifiesto la situación de precariedad de estos trabajadores, agravada por la pandemia, cuando se saltaron el confinamiento impuesto por la aparición de positivos al no comprender la imposibilidad de salir trabajar y enviar dinero a sus países de origen.
Pedro Lozano es uno de esos ciudadanos que ha decidido actuar. “Nos dijeron que la policía les había instado a levantar las tiendas y decidimos implicarnos a título particular. Hemos ido cuatro veces y no sabemos cuántos puede haber”.
El asentamiento se encuentra actualmente en proceso de derribo y limpieza pero los temporeros han acampado en las inmediaciones de lo que queda de las viejas naves.
Se dirigieron al Obispado de Albacete para pedir las instalaciones del Seminario y alojar a los temporeros. “Nos dijeron que sí”. En total, se cedieron siete habitaciones de cuatro camas, una planta completa alejada de la zona de obras a las que está actualmente sometido el edificio.
La idea inicial era acoger a 28 personas, contando con la ayuda para la manutención de una institución benéfica albaceteña, ‘El Cotolengo’. El problema surgió por las restricciones derivadas de la pandemia.
“Sanidad nos dijo que solo podíamos poner a dos personas por habitación y además dejar algunas libres por si era necesario aislar a algún positivo de COVID. Se quedaban fuera 12 personas”, lamenta.
A eso se sumaba el coste “prohibitivo” de la seguridad que debían asumir estos ciudadanos. “Unos 1.000 euros por cada uno de los chicos”, explica. “Se nos cayó el mundo encima”.
La solución ha llegado a través de la oferta de varios empresarios de hostelería de Albacete. “Hemos optado por hacernos cargo del coste de las habitaciones y esta noche pasada ya han dormido diez de estas personas en el hostal Los Tres Reyes” de la ciudad. A lo largo de este domingo seguirán ofreciendo alojamiento a otros temporeros.
Y la solidaridad vecinal sigue sumando. “Hoy una doctora que ni siquiera ha querido darme su apellido, se llama Carmen, se ha ofrecido a realizarles PCR a los que no tengan una prueba reciente. Se ha implicado mucha gente”.
Lozano insiste en que este proyecto es puramente ciudadano. “No tiene nada que ver con nadie, con ningún movimiento o asociación. Somos un grupo de amigos de Albacete que estamos ayudando discretamente en Mozambique. Tenemos dos comedores sociales allí”.
Cuando preguntamos a este ciudadano si su iniciativa debería ser asumida por quienes tienen responsabilidades políticas responde que “todo aquel al que hemos pedido ayuda ha colaborado. Llevamos tres días”. Sin más.
La conciencia o la responsabilidad de quienes tienen competencias en inmigración la deja para quien corresponda. “Los ciudadanos pueden tomar la iniciativa y lo hacen. Si se nos apoya, estupendo. Si nos encontramos con un muro, lo contaremos. Por ahora solo decimos gracias y gracias. En tres días hemos podido poner esto en marcha”.