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Una llamada al trabajo social “de contrabando” que debe mirar “tras el espejo” de la Alicia de Carroll

Pedro Celiméndiz, con Amaya Ituarte y Concha Vicente

Alicia Avilés Pozo

27 de mayo de 2022 13:57 h

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Que la profesión del trabajo social cabalga entre varias disciplinas, ha sido denostada en la última década y ha quedado reducida en muchas ocasiones a la burocracia es un argumento que resuena continuamente entre sus profesionales. El diagnóstico es claro pero las soluciones son complejas. Y una de las más revolucionarias e irreverentes la que ha puesto sobre la mesa el trabajador social del medio rural Pedro Celiméndiz durante su ponencia-marco en el XIV Congreso Estatal de Trabajo Social que acoge Ciudad Real y que patrocina elDiario.es de Castilla-La Mancha (elDiarioclm.es).

Celiméndiz, que desarrolla su labor en Aragón, cuenta con un Máster en Estudios Sociales Aplicados, es psicoterapeuta familiar y muy conocido por su Blog ‘Las Tribulaciones de un Chino en Servicios Sociales’ ha realizado toda su intervención bajo el contexto del libro ‘Alicia en el país de las maravillas’ de Lewis Carroll. Con ello, ha colocado a esta profesión ante el espejo con el que se enfrentaba su joven protagonista, equiparando el sistema actual de servicios sociales con un camino “incómodo y lleno de trampas”, como sucede en esta obra literaria.

“El trabajo social lleva tiempo perdido y debemos mirar qué hay al otro lado del espejo”, ha remarcado. La pandemia, la guerra de Ucrania y las desigualdades sociales, ha argumentado, son el contexto que hacen que “Alicia siga perdida” pese a que esta profesión ha hecho “un gran esfuerzo” para la construcción del sistema público de servicios sociales y para dar respuesta al sufrimiento de las personas. “Aun así, cada vez es menos valorado”.

Según este experto, est labor se realiza en muchos contextos y a través de muchas prestaciones y servicios, dentro un sistema “cada vez más complejo y en una sociedad cada vez más diversa”. En paralelo a las frases que se suceden ese País de las Maravillas del libro, también ha destacado que la ausencia de una Ley actualizada Servicios Sociales, la profesión se ha ido “debilitando” a lo largo de los años y en todos los territorios de España, sumando “desprestigio y abandono”.

Una “merienda de locos”

De hecho ha hablado de que, desde la crisis económica de 2008, estos profesionales han ido abandonando funciones propias mientras que han asumida “otras necesidades no resueltas por otros sistemas” dentro lo que ha comparado con la “merienda de locos” de la obra literaria.

Esta situación se ha ido repitiendo “sin conseguir ninguna solución global a los problemas globales, solo con prestaciones que se consideran autosuficientes para solucionar un problema, sin atender al sufrimiento de la persona”. “El trabajo social ha perdido su identidad, se ha convertido en una masa amorfa que ha convertido a las personas en usuarias y consumidoras de servicios sociales. ¿Qué fue de la relación de ayuda?”, ha subrayado.

Pedro Celiméndiz ha defendido así las “relaciones de ayuda”, el denominado “trabajo social de casos”, el terapéutico, el que conlleva funciones educativas y de acompañamiento, aquel que han ido asumiendo otros profesionales y que ha provocado su actual abandono. Por este motivo ha esgrimido una conclusión fundamental: “Si no hay intervención social, no hay trabajo social. Una función meramente asistencial es lo que ha provocado nuestro desprestigio”.

Tras este diagnóstico, ha realizado una serie de propuestas que se basan principalmente en la interacción, en la vuelta a las relaciones con las personas, en recuperar los mecanismos de ayuda mutua y solidaridad, en la cooperación altruista, en la estructuración de la intervención y, sobre todo, en afrontar un cambio del modelo organizativo del sistema de servicios sociales.  

Pero su propuesta más llamativa ha sido el llamamiento a realizar “trabajo social de contrabando”, es decir, en condiciones adversas, en “oposición a los dictados institucionales cuando sea posible, a veces a escondidas y con trampas”. “Sin hacer todo esto, no habríamos conseguido ayudar a muchas personas”, ha advertido, al tiempo que ha concluido pidiendo también irreverencia y sentido del humor: “Permitirnos atrevernos, no dar nada por supuesto, señalar las contradicciones y desafiar las normas para proteger a los más débiles”, ha concluido.

Previamente ha intervenido, también en ponencia-marco, la trabajadora social Concha Vicente, doctora en Trabajo Social por la Universidad Complutense de Madrid y psicoterapeuta. Recién recuperada de la COVID-19, ha defendido esta profesión como una labor basada en la práctica pero que necesita de la teoría científica para su evaluación, por lo que ha destacado igualmente la necesidad de tender puentes entre las universidades, la formación y las prácticas profesionales.

En este sentido, Concha Vicente ha resaltado que “se puede hacer ciencia desde la buena práctica profesional” y ha llamado a realizar las intervenciones sociales desde ese punto de vista transdisciplinar propio de esta profesión. En definitiva, una “perspectiva crítica para encontrar la manera de humanizar la asistencia como derecho de toda la población”.

Como introductora de ambos ponentes ha intervenido Amaya Ituarte, Premio Estatal de Trabajo Social de 2020, quien ha invitado a seguir “generando conocimiento” desde la práctica y remarcado la importancia de trabajar no solo con las personas sino también con sus contextos sociales y físicos.  

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