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La crisis sanitaria es una situación excepcional, algo para lo que ni la sociedad ni las instituciones estaban preparadas. Es una convulsión como pocas de las que hemos vivido y con consecuencias que pocos podían imaginar hace tan solo unos meses.
El estrés social e institucional que la situación ha generado, probablemente trastoca la capacidad de pensar con mesura y racionalidad, en unos momentos en los que lo que más necesitamos es sensatez y templanza.
Llevamos ya muchos días escuchando salidas de tono de todo calibre y condición de labios del presidente regional, de su consejero de Sanidad, de la gerente del SESCAM y de la oposición política de la región, en un inaceptable ‘pim pam pum’ en el que se utiliza al colectivo de trabajadoras y trabajadores sanitarios como munición para rastreros ataques dialécticos.
Pero la paciencia tiene un límite: la mía y la de muchas de las personas que trabajamos en la sanidad pública y que nos jugamos todo a diario por salvar vidas en nuestros hospitales.
No, no es aceptable escuchar al señor García-Page en unas recientes declaraciones, proponiendo a las y los profesionales sanitarios que denuncien a aquellas personas que se quejan de falta de material.
Señor presidente, le ahorro trabajo: si quiere, apúnteme a mí desde ya y tome las medidas que quiera ahora o en el futuro.
Mire usted, entendiendo que se trataba de una situación excepcional y comprendiendo la dificultad para responder inmediatamente, muchas hemos permanecido en silencio esperando que con el paso de los días la situación mejorase.
Pero imagine nuestra sorpresa al descubrir que hemos estado esperando simplemente para llenar los almacenes y así poder solicitar el paso a la siguiente fase, mientras luchábamos contra los elementos con penuria de material y escasez de medios, tanto para atender a los pacientes como para nuestra protección.
Lo siento, pero es así, el personal sanitario no está protegido: a algunos profesionales nos cuesta disponer de algo tan elemental como mascarillas protectoras. Para paliar la escasez hemos tenido que trabajar reutilizando la misma durante un mínimo de 15 turnos seguidos, cuando la recomendación es un solo uso por turno.
Para más detalles, si en un turno participamos en una intubación, los protocolos establecen que se deben desechar al momento y sepa usted, señor presidente, que en el Complejo Hospitalario de Toledo, que conozco bien, esto no se está cumpliendo. Hemos tenido que usar la misma mascarilla durante 30 días.
¡Ahora descubrimos que hay material almacenado! ¿Puede imaginar nuestra indignación?
Durante estos días hemos tenido que reutilizar mascarillas por no tener existencias porque teníamos que ser responsables y no malgastarlas. La pregunta que todos nos hacemos es: ¿ha sido capaz la Consejería de Sanidad de poner en riesgo al personal sanitario para poder pasar de fase? Queremos suponer que no, pero nos cuesta creerlo después de las declaraciones del señor consejero.
Nos encontramos la mayoría de los días usando batas ‘reesterilizadas’ de otros servicios. Esos son nuestros equipos de protección: material reutilizado. Y damos las gracias por no tener que usar unos delantales de plástico puro que en su día pretendieron que nos pusiéramos y que lógicamente nos negamos a usar. Me imagino que en la próxima entrega nos enteraremos de que tenemos los EPI de la mejor calidad almacenados y listos para justificar el paso a la siguiente fase.
En algunos momentos hemos tenido que usar incluso batas no impermeables por falta de material, batas que se rompían al tocarlas. Puede que el señor García-Page y el señor consejero Fernández Sanz no sepan que no son adecuadas para un trabajo de riesgo con pacientes de COVID-19 y no es que el personal no supiera usar los EPI, como afirmó en algún momento la señora Regina Leal, gerente del SESCAM. ¡Mire no! Se ponga como se ponga, esas batas no son para eso y aun así nos hemos ‘apañado’ con el material disponible, tristemente, para terminar sabiendo que ha sido para llenar los almacenes.
Por fin hoy, según las declaraciones del señor consejero me realizarán los test. Teniendo en cuenta que llevo desde el 17 de marzo asistiendo a pacientes COVID-19 en el servicio de UCI y que según sus declaraciones ya podemos hacer entre 5.000 y 6.000 test diarios, creo que ya nos toca. ¿No cree?
Por todo lo expuesto, ¿no le parece que ha llegado el momento de dejar de encender a los colectivos sanitarios con declaraciones sin sentido y ponerse de una vez a proteger a ese colectivo que no le ha pedido nada, salvo respeto y medios, para poder seguir sanos y poder atender a los pacientes?
La crisis sanitaria es una situación excepcional, algo para lo que ni la sociedad ni las instituciones estaban preparadas. Es una convulsión como pocas de las que hemos vivido y con consecuencias que pocos podían imaginar hace tan solo unos meses.
El estrés social e institucional que la situación ha generado, probablemente trastoca la capacidad de pensar con mesura y racionalidad, en unos momentos en los que lo que más necesitamos es sensatez y templanza.