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Se está preparando en Toledo el I Congreso Internacional de Patrimonio de la Obra Pública y la Ingeniería Civil, bajo el título “Construir el paisaje y activar el turismo”, y el Colegio de Ingenieros de Caminos señala a la Universidad de Castilla-La Mancha como actora de este tipo de iniciativas para nuestra región.
Ya sabemos del resultado de la política de creación del mapa universitario en nuestra región: dispersar las facultades de la Universidad de Castilla-La Mancha en cuatro provincias y dejar que las políticas educativas universitarias de Guadalajara se decidan en Alcalá de Henares. Y, dentro de nuestra “Universidad Regional”, no sabemos qué oscuros intereses hicieron decidir que la Facultad de Letras se situase en Ciudad Real.
La realidad es más tozuda y la oferta cultural y patrimonial de Toledo, uno de los mayores y más completos conjuntos patrimoniales de nuestro país, patrimonio de la humanidad, con centenares de bienes con valor patrimonial y densa superficie arqueológica, decenas de archivos, bibliotecas, museos, monumentos musealizados, fundaciones etc. hizo que la facultad de Historia fuese conformándose como una institución académica más cercana a la ciudad que la acoge.
Y así, poco a poco, la Facultad de Humanidades de Toledo, con una demanda consolidada de alumnado, se ha especializado, a partir de 1998, en la gestión del Patrimonio Cultural, materia en la que se otorga un máster universitario en Patrimonio Histórico, en su doble faceta de investigación y gestión.
Dos líneas de desarrollo posibilitan la proyección del estudiante hacia el entorno: su capacidad científica y técnica, volcada en su quehacer profesional, y su proyección social y política con estrategias que atienden las necesidades de conservación del bien patrimonial, así como su difusión y disfrute por parte de la ciudadanía. Las prácticas externas no son sino un primer contacto con esa realidad.
Asimismo, y a lo largo del año, se convocan ciclos de conferencias, seminarios o congresos de los más variados temas, tanto en periodos, hechos o personajes históricos, estilos artísticos y figuras de nuestra historia del arte, técnicas de investigación documental o arqueológica etc. Alguno de sus profesores y profesoras es invitado por asociaciones culturales a impartir conferencias o participan de alguna de sus instituciones académicas o fundaciones.
Pero se puede ir más allá. Nuestra sociedad exige algo más de la universidad pública, y al igual que se creó la cátedra del Tajo con un convenio con la Fundación Soliss, o la Cátedra Igualdad de Género y Diversidad “Clara Campoamor” en colaboración con el Instituto de la Mujer, se puede hacer una “Cátedra del Patrimonio Cultural” que aborde, desde presupuestos científicos y técnicos todo aquello que redunde en un mejor conocimiento crítico sobre el tema. De esta forma la universidad regional puede trabajar el tema transversalmente, ya que tiene mucho que decir la Facultad de Medio Ambiente, la Escuela de Arquitectura, la de Ciencias Sociales ý jurídicas, todas ellas en Toledo, y otros departamentos y facultades pueden aportar, como lo ha hecho con el Congreso citado la Escuela de Ingenieros de Caminos de Ciudad Real.
La Universidad tiene que liderar en conocimiento, pero también crear sinergias que devuelvan al entorno en el que desenvuelven su actividad los fondos públicos que en ella se han invertido y, sobre todo, las expectativas que la sociedad tiene puestas en estas instituciones. Investigación y transferencia de conocimiento que, sin duda, hará que nuestra universidad destaque entre las de su género precisamente en eso, en imbricarse intensamente con el medio y con el patrimonio cultural que le da nombre.
Se está preparando en Toledo el I Congreso Internacional de Patrimonio de la Obra Pública y la Ingeniería Civil, bajo el título “Construir el paisaje y activar el turismo”, y el Colegio de Ingenieros de Caminos señala a la Universidad de Castilla-La Mancha como actora de este tipo de iniciativas para nuestra región.
Ya sabemos del resultado de la política de creación del mapa universitario en nuestra región: dispersar las facultades de la Universidad de Castilla-La Mancha en cuatro provincias y dejar que las políticas educativas universitarias de Guadalajara se decidan en Alcalá de Henares. Y, dentro de nuestra “Universidad Regional”, no sabemos qué oscuros intereses hicieron decidir que la Facultad de Letras se situase en Ciudad Real.