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El patrimonio navarro en peligro

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Habitualmente, tras las escapadas veraniegas, traemos un bagaje de disfrute del patrimonio cultural y natural, así como de ejemplos soberbios y buenas prácticas para ser imitadas y aplicadas por estos lares. Esta vez ha sido lo contrario. En nuestro viaje a Navarra hemos podido apreciar los buenos discursos museográficos del museo provincial o de los eclesiásticos de la catedral pamplonica y de Roncesvalles. Pero, también, hemos constatado cómo en un extensísimo mundo rural se deteriora y, desgraciadamente, se destruye un inmenso patrimonio mueble e inmueble. 

Sí. Por una vez vamos a preocuparnos también por el patrimonio cultural que existe más allá de nuestras fronteras regionales. Y, nos imaginamos que, como lo que ocurre en la zona norte navarra, ocurrirá también en otros lugares despoblados o vaciados de nuestro país. En el Pirineo navarro hemos visto como pequeñas localidades y lugares con 20 o 10 vecinos, con tres o una familia, mantienen templos en situación ruinosa. A la desamortización de bienes de la iglesia en el siglo XIX se sumó, en los años sesenta, la despoblación migratoria, dejando a los templos sin rentas ni fieles que se preocupasen por su mantenimiento, encontrándose el Arzobispado con centenares de templos y casas parroquiales sin actividad u ocupación. 

El asunto de las inmatriculaciones eclesiásticas no ha hecho sino agravar la situación, ya que en muchos lugares las familias consideraban los templos como capillas privadas (de hecho, cuando eran señoríos, lo eran), y la tensión aumenta entre vecinos y el titular del edificio, el Arzobispado de Pamplona-Tudela en la persona de Carlos Esteban Ayerra Sola, vicario de asuntos económicos y patrimonio del arzobispado, todo ello ante la indiferencia del organismo tutelar de estos bienes, el Gobierno navarro, en este caso el responsable del área es Ignacio Apezteguia Morentin, director general de Cultura-Institución Príncipe de Viana del Departamento de Cultura y Deporte. 

Y no sólo los bienes inmuebles. Hemos contemplado en una docena de templos como retablos, imágenes y objeto de culto se deterioran -en algunos casos ya bordeando su irreparable pérdida y definitiva destrucción- bajo el polvo, los xilófagos, mamíferos -los murciélagos se adueñan de los templos- y la humedad. Evidentemente, se han retirado las piezas más valiosas y musealizables, pero centenares, miles de piezas, siguen en el más absoluto abandono práctico e institucional, ya que nos imaginamos, ni siquiera han sido inventariadas en un necesario catálogo de bienes muebles del patrimonio cultural navarro.

Contrasta con la atención que los medios especializados prestan a dos jóvenes, Pilar Martínez Arce y María Odériz que, a través de una asociación 'Patrimonio para jóvenes' intentan atraer a los jóvenes al conocimiento y disfrute del patrimonio a través de la publicación en redes (Instagram o Tiktok), el tratamiento del mensaje -mediante el diseño gráfico y la imagen- el patrimonio, especialmente el ligado al mundo rural. Ojalá tenga éxito el proyecto que, por ahora, sólo ha servido para realizar acciones puntuales o ser merecedores de titulares de prensa. 

Nos preocupa gravemente el estado de conservación de este patrimonio inmueble y mueble, sin dejar de aplaudir estos ilusionantes proyectos que, esperemos, no se queden en una simple campaña de marketing de aquello que pueda dar réditos turísticos y que también puede convertirse en una llamada crítica al alarmante estado de parte del patrimonio navarro. 

Habitualmente, tras las escapadas veraniegas, traemos un bagaje de disfrute del patrimonio cultural y natural, así como de ejemplos soberbios y buenas prácticas para ser imitadas y aplicadas por estos lares. Esta vez ha sido lo contrario. En nuestro viaje a Navarra hemos podido apreciar los buenos discursos museográficos del museo provincial o de los eclesiásticos de la catedral pamplonica y de Roncesvalles. Pero, también, hemos constatado cómo en un extensísimo mundo rural se deteriora y, desgraciadamente, se destruye un inmenso patrimonio mueble e inmueble. 

Sí. Por una vez vamos a preocuparnos también por el patrimonio cultural que existe más allá de nuestras fronteras regionales. Y, nos imaginamos que, como lo que ocurre en la zona norte navarra, ocurrirá también en otros lugares despoblados o vaciados de nuestro país. En el Pirineo navarro hemos visto como pequeñas localidades y lugares con 20 o 10 vecinos, con tres o una familia, mantienen templos en situación ruinosa. A la desamortización de bienes de la iglesia en el siglo XIX se sumó, en los años sesenta, la despoblación migratoria, dejando a los templos sin rentas ni fieles que se preocupasen por su mantenimiento, encontrándose el Arzobispado con centenares de templos y casas parroquiales sin actividad u ocupación.