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Leemos con preocupación el globo-sonda que lanza la Asociación de los Amigos de los Conventos de Toledo para transformar los huertos conventuales en espacios destinados a aparcamientos de vehículos. Entendemos que la finalidad que persiguen es loable: lograr recursos para las comunidades religiosas que habitan estos espacios, pero no creemos que, en este caso, el fin justifique los medios.
Los huertos conventuales son parte importante y esencial de estos inmuebles religiosos, ya que tienen una finalidad esencial para entender la vida monástica en su vertiente estética, antropológica y espiritual.
Espacios de verdor y pulmones verdes de la ciudad, los huertos conventuales eran un recurso alimenticio para la comunidad -y salutífero a través de las plantas medicinales-, ofreciendo momentos de descanso y esparcimiento que aligeraban la dura vida monástica.
Además, en muchos huertos y jardines conventuales había un espacio esencial para la comunidad: El “Desierto” o el “Retiro”, donde voluntaria o involuntariamente (como castigo) se recluía la religiosa o el religioso para meditar en solitario. Todavía en la tradición oral o en la toponimia conventual se mantienen esas denominaciones a esos lugares de retiro. En nuestros trabajos sobre jardinería histórica hemos documentado decenas de esos espacios en otros muchos monasterios y conventos de la región.
Ya hemos apuntado en otro momento la necesidad de incluir en los ámbitos de protección de los Bienes de Interés Cultural con el que están catalogados prácticamente todos los conventos toledanos, los bienes muebles que se estimara, así como figuras como esta que nos ocupa aquí: trazados, especies vegetales y mobiliario jardinístico. Solamente hay un jardín que se describe en la declaración de un B.I.C. en la ciudad, la del Claustro de la Catedral, figura que se debería replicar en todos los claustros ajardinados y huertos conventuales.
En cuanto a la gestión de estos espacios, desde la Asociación de Patios de Toledo, preocupados por las masas vegetales de patios, jardines y huertos conventuales, ha habido contactos con la Real Academia de Ciencias Históricas de Toledo para interesarla al respecto, al igual que se ha hecho con el Consorcio de la ciudad y con el ayuntamiento capitalino, con el ánimo de ofrecer un servicio público que, en convenio con los distintos propietarios de jardines urbanos de interés patrimonial -incluidos los conventuales-, mantener adecuadamente las especies vegetales. Hasta el momento sin respuesta.
Sabíamos el interés de la naciente Asociación de los Amigos de los Conventos de Toledo para retomar el proyecto del Consorcio de la ciudad que hubiera permitido incorporar los huertos conventuales de la “fachada Norte” de la ciudad a un ciclo de producción agrícola que hubiera conseguido recursos alimenticios a la par que mantener en su uso tradicional a estos espacios de verdor. Por ello nos sorprende este giro que supondría mermar el valor patrimonial de la ciudad y avanzar en la degradación y especulación de la que ya tenemos sobradas muestras, tanto fuera de estos recintos como dentro de ellos, ya que huertos emblemáticos, como el del convento de Santa Isabel de los Reyes, se ha convertido desde hace años en un parking asfaltado.
No se debería dejar el destino de estos espacios tan singulares a la decisión de las comunidades conventuales, sino que la Consejería de Educación, Cultura y Deportes debería tener la última palabra en unos inmuebles declarados Bienes de Interés Cultural y que debemos legar íntegros en sus estructuras originarias a futuras generaciones.
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