Palabras Clave es el espacio de opinión, análisis y reflexión de eldiario.es Castilla-La Mancha, un punto de encuentro y participación colectiva.
Las opiniones vertidas en este espacio son responsabilidad de sus autores.
Hablar sobre violencia de género en un momento político como el actual es hablar de un problema social, estructural que tiene su origen en un sistema claramente machista, y que no debería dar lugar a debate. Sin embargo algunos discursos están enturbiando un asunto tan significativo como es la lucha por los derechos de la mitad de la población mundial, que somos las mujeres.
La violencia de género es un asunto sobre el que se han hecho multitud de investigaciones y se han conseguido importantes avances, pero algo falla en nuestra sociedad cuando casi a diario conocemos un nuevo caso de crimen machista, siendo el asesinato la cara más terrorífica de la violencia hacia las mujeres.
Mi experiencia como trabajadora social en este ámbito desde hace algo más de un año en atención directa, y anteriormente en la prevención y sensibilización, me ha llevado a conocer muchas mujeres, cada cual con una historia de vida diferente y con unas necesidades distintas, conocer padres y madres que sufren porque su hija está siendo maltratada, adolescentes que no identifican la violencia dentro de la relación de la pareja, y menores que se tienen que marchar con su padre, el que ha maltratado a su mamá en su presencia.
El trabajo social no sólo es gestionar o derivar a los recursos especializados para las víctimas, lo cual es muy importante y podemos decir que somos una sociedad próspera al disponer de herramientas para atajar este problema. Además Castilla-La Mancha es pionera en esta legislatura concreta para la erradicación de la violencia, como es la reciente Ley por una Sociedad Libre de Violencia de Género. Pero los recursos no son más que las herramientas técnicas de las que disponemos los distintos perfiles profesionales que intervenimos con las víctimas. Esto no es suficiente, es importantísimo trabajar al lado de la persona, trabajar con las mujeres y para las mujeres.
Desde el trabajo social, nuestra tarea es facilitar el proceso de cambio, de recuperación de las víctimas. Como disciplina ofrecemos un acompañamiento social, un trabajo centrado en la persona, de manera que sean las propias mujeres quienes, una vez comprendida o identificada su situación, inicien acciones positivas para su recuperación. Ellas son quienes emprenden el camino, y nosotras y nosotros quienes les acompañamos.
Trabajar con víctimas nos lleva a una realidad con la que enfrentarnos muy diversa, por ello necesitamos un amplia variedad de respuestas para según las necesidades de la persona. No se trabaja de la misma manera cuando se presenta una situación de urgencia que cuando existe un seguimiento continuado o existe un proceso de salida de larga duración.
Cuando una mujer acude al servicio en el momento agudo o de crisis de la situación las respuestas deben ser inmediatas, puedo decir que como profesional es una de las situaciones más difíciles a las que enfrentarse porque es ahí cuando tienes de frente a una persona totalmente rota, es un proceso muy duro para ellas: la denuncia, el juicio son momentos especialmente dolorosos.
Cuando se trata de casos donde se está gestando un proceso de salida, la actuación profesional es totalmente diferente, es un trabajo continuo con avances y retrocesos…
Como bien es sabido, la violencia dentro de la pareja es un proceso cíclico, por lo tanto en ocasiones la mujer está plenamente decidida a romper, pero la vuelta a un punto de reconciliación o de luna de miel le impide identificar completamente la situación de maltrato a la que está sometida y retrocede. No podemos olvidar que en numerosos casos se trata de relaciones de muchos años de duración, donde la tela de araña en la que la mujer está atrapada es cada vez más grande.
Se presentan, cada vez más, casos de familias que buscan ayuda porque son conscientes de que su hija adolescente está en una relación de maltrato. Es también tarea del trabajo social orientar a esos padres y madres para que asimilen la situación y aprendan dos aspectos básicos para apoyar correctamente a su hija, no presionar y no abandonar.
Por tanto, estamos ante un enorme y diverso colectivo, que es nada más y nada menos que el 50% de la población que habita en todo el mundo, porque absolutamente todas las mujeres estamos expuestas a sufrir violencia por el hecho de ser mujer.
Los y las profesionales de trabajo social en violencia de género, formamos parte de una necesaria cadena de profesionales para abordar el problema de manera integral. Por tanto nos concierne una importante responsabilidad en el asunto como agentes en la detección, el tratamiento, el apoyo y seguimiento de las víctimas.
El trabajo social en este sentido tiene mucho que aportar, somos agentes de cambio. Nuestra tarea no es solo capacitar a la persona y ayudarla en su proceso de recuperación, también tenemos el compromiso profesional, y también moral, de contribuir a un cambio de base, en el origen, luchar por la justicia social y aplicar perspectiva de género y transversalidad sea cual sea el colectivo con el que trabajemos.
Hablar sobre violencia de género en un momento político como el actual es hablar de un problema social, estructural que tiene su origen en un sistema claramente machista, y que no debería dar lugar a debate. Sin embargo algunos discursos están enturbiando un asunto tan significativo como es la lucha por los derechos de la mitad de la población mundial, que somos las mujeres.
La violencia de género es un asunto sobre el que se han hecho multitud de investigaciones y se han conseguido importantes avances, pero algo falla en nuestra sociedad cuando casi a diario conocemos un nuevo caso de crimen machista, siendo el asesinato la cara más terrorífica de la violencia hacia las mujeres.