Palabras Clave es el espacio de opinión, análisis y reflexión de eldiario.es Castilla-La Mancha, un punto de encuentro y participación colectiva.
Las opiniones vertidas en este espacio son responsabilidad de sus autores.
Estos días estamos conociendo el informe que se ha realizado en Inglaterra sobre la Guerra de Irak de 2003, la auspiciada por países como EEUU, Reino Unido y España. En primer lugar, merece mención especial que da envidia que se puedan conocer, mediante este tipo de informes, lo sucedido realmente durante aquellos meses, caiga quien caiga. Algo así, hoy por hoy, sería imposible en España y, por desgracia, me temo que lo será en los próximos años visto el camino político que nos resistimos a abandonar.
Sin entrar en los detalles que, no nos engañemos, no sorprenden ya a nadie, queda clara la desvergüenza de algunos dirigentes políticos del momento (todos los presidentes y alrededores políticos de los países que patrocinaron esta barbaridad histórica) y la que algunos, nuestro expresidente básicamente, mantienen. Porque claro, un hombre de la categoría histórica de José María no puede reconocer un error (o una mentira). Ni un ápice de lamento, de disculpa, de... nada de nada.
Sí recordamos, de aquellos días o meses, la brutal oposición que existía en España a que nuestro presidente entrara en la Historia (sacara a España del rincón de la Historia, como gustaba de decir a él tantas veces que –supongo y por descargarle algo de la culpa- se terminó creyendo) a base de bombardear países, de participar en una guerra orquestada por intereses económicos –como todas-, estratégicos o políticos. Esa oposición, recuerden ustedes y lo confirmarán, no se basaba única y exclusivamente en “la izquierda” del parlamento o de la sociedad. La izquierda radical y moderada –no debatiremos hoy sobre esos términos- los nacionalistas conservadores, grupos conservadores de periodistas y de poderes fácticos, amplios sectores de la iglesia católica, etc... Una oposición masiva, diría que sin precedentes y que sabía que, al fin y al cabo, se la intentaban colar.
Hoy, como digo, conocemos que lo que pensábamos era cierto. Que no existía motivo de ataque y que se basaba en cuestiones infundadas. Que no se mejoraba, y que alguien se atreva a decir lo contrario, ni Irak, ni a su población por descontado, ni el resto del mundo... más bien ha sido todo lo contario. Que nuestros dirigentes, nacionales y mundiales, mintieron absolutamente y trasladaron una serie de debates falsos a la población. Actuaron de una manera inhumana para con el mundo y traicionando la confianza que su ciudadanía depositaba en ellos.
De aquello nos queda hoy un país sin presente ni futuro. Un mundo mucho más “alterado” y donde han tomado más poder que nunca grupos violentos en distintos lugares. Unas imágenes tremendas de una guerra que, a modo de vídeojuego, fue retransmitida en directo con sus bombardeos nocturnos, así comenzó una madrugada hora española, y terminó –para el telespectador- con un ahorcamiento televisado de un presidente (curiosa forma de impartir justicia). Hoy siguen quedando miles y miles de muertos que continúan produciéndose entre la población que, como es habitual, fue –y es- quiénes más perdieron.