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La mayoría de la izquierda ha estado con el presidente del Gobierno cuando la peor derecha le está atacando por todas las vías posibles, como igualmente estuvo con Pablo Iglesias e Irene Montero, líderes de Podemos, ante el despiadado y mantenido acoso que sufrieron a las puertas de su hogar.
Por ello, quizá sea bueno tirar ahora de eso tan útil y necesario que es la memoria, no para arrojarla contra nadie, sino para que se reconozca y nos impida caer en el futuro en los mismos errores.
Cuando el señor Felipe González afirmó que Anguita y Aznar eran la misma mierda (con su deriva seguramente hoy libraría de esa afirmación a Josemari), no era una afirmación pasajera ni gratuita. En un momento donde la presencia y predominio de medios de comunicación al servicio de la socialdemocracia era infinita, la personalización, para una más fácil y fiera persecución se exacerbó. Lo que vertían desde sus líneas los diarios y las ondas de mayor seguimiento en nuestro país, no tenía nombre. La honradez y la honestidad habría que perseguirla de la manera más brutal para que no cundiera el ejemplo y para poder seguir con las políticas belicistas y neoliberales con manga ancha. No importaban las mentiras ni las salidas de contexto. La persecución atroz bien la pagó el líder izquierdista en su cuerpo.
Hoy, es cierto, todo esto se ha refinado mucho y además se puede echar mano desde un (cien) borrego de la calle hasta de un refinado juez, pero la esencia es la misma.
Del mismo modo, cuando García Ferreras conectaba por teléfono con el líder de Izquierda Unida (Alberto Garzón) para mofarse y decirle que si quería estar en un debate electoral con cuatro partidos en “su” televisión, que quedara entre los tres primeros, cuando IU en ese momento era tercera fuerza política en votos, todo fueron risas, chistes y gracietas de parte de la izquierda junto a ese gran amigui que era García Ferreras.
Sí, la memoria suele ser muy incómoda, se acusa de remover, pero no se trata de eso, se trata de reparar e impedir que vuelvan a ocurrir estas cosas, y más en estos días donde el veneno y la inquina están a flor de piel.
Y dicho esto, aprovechamos… algo nos dice que caerá en saco roto, pero no podemos evitar hacer un llamamiento de unión a la izquierda no nacionalista. El ejemplo está en las recientes elecciones vascas. Un diputado cuando podrían haber sido el triple, uno por provincia, de ir juntos. Esto es ya más eterno que crónico, lo sabemos, pero si nos centramos en el 98% del programa que nos une y no en el 2% que nos separa, y sobre todo, si olvidamos ombligos y personalismos, le estaríamos haciendo un gran favor a este país y ganando credibilidad entre quienes no tienen fijada una postura partidaria. Por decirlo, por insistir, por gritarlo, que no quede.
*El Colectivo Puente Madera está formado por Esteban Ortiz, Eva Ramírez, Elías Rovira y Javier Sánchez.
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