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Jaime Figueroa, la revolución del arte del ventrílocuo en el Teatro de Rojas de Toledo

Europa Press

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Las tablas del Teatro de Rojas de la ciudad de Toledo acogerán el jueves 24 de octubre el paso de 'El Ventrílocuo', una obra en la que Jaime Figueroa despliega una disciplina poco habitual mezclando mimbres de música, comedia y cuerdas vocales.

Empezó estudiando magia y se encontró la comedia -la primera disciplina es “profesora de la segunda”- con la ventriloquía “como calle de en medio”. Y es que la ventriloquía y la magia “no es la misma cosa”, ha afirmado en conversación con Europa Press, en debate con una más de las voces que salen de su interior y que dan personalidad, en este caso, a un Óscar de escayola.

“La ilusión de la ventriloquía es la simulación de que hay un diálogo que no existe, porque en realidad soy yo”, indica Figueroa, que admite que para estudiar esta disciplina ha tenido que salir de España, estudiando “a partir de los grandes ventrílocuos anglosajones o franceses”.

Si bien en España hubo “un momento fuerte” de un estilo de “comedia adulta” con marionetas, desde José Luis Moreno hasta Mari Carmen, “no era el mismo show que en el norte de Europa, donde la ilusión de que había dos personas era más importante”. Al venir de esa tradición, “sorprende más, porque la gente no está acostumbrada a ver la técnica ventriloquial para lo que tiene que parecer, que es dos o tres personas hablando juntos”.

En España, sin mucha tradición, sí que quiere ofrecer “una oportunidad al público de ver algo sorpresivo”, además de que su estilo pasa por “un aspecto más contemporáneo, casi sin marionetas”. “Ventriloquía de otra manera. El muñeco era fascinante, distraía, pero yo traigo al ventrílocuo a primer plano para hablar de forma más contemporánea de la psicología del ventrílocuo”.

Inédito para el público

Tal y como asegura, su espectáculo es bastante inédito para el público y consigue una reacción que hace que merezca la pena seguir investigando en el arte de la ventriloquía.

Figueroa, que saluda al público antes y después de cada función, asegura que la simbiosis con el espectador es absoluta. “Ventriloquía es una palabra laica y con este show haremos adeptos. Saldrán ventrílocuos de debajo de las piedras. Será la revolución de la ventriloquía”. Es un show con una decena de personajes que a veces se quedan en “solo ganas de decir algo al ventrílocuo”, sin ser figuras canónicas y sin construcción argumental.

La disciplina, pese a que lo parezca, deja de lado la improvisación, si bien algunos los personajes tienen “un objetivo vital”, mientras otros son “un bofetón para Jaime Figueroa”.

Gonzalo García Baz, Rafael Boeta y Jaime Figueroa firman una obra a seis manos que incluye una obra musical en tres actos de seis minutos que engarza en un show que el actor, admite, jamás habría conseguido en solitario. Con Samuel Tirado al piano y Violeta Veinte al violín, el show está ideado para que las cuerdas de ambos instrumentos “no compitan” con las cuerdas vocales del actor, una apuesta “exquisita” para que el espectáculo vocal y artesanal se crezca.

Todo ello con un humor “blanco” que a veces tiene “mala leche”. “No soy de decir exabruptos, pero, de otra manera, lo añado. Uso mi simpatía y mi seducción para meterme en berenjenales, y me interesa mucho. Pero por mi forma de hacer, no suelo tener problemas”, apunta.