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Los estorninos vuelven a Huesca y el Ayuntamiento les quiere expulsar del centro

Bandada de estorninos en Huesca.

Miguel Barluenga

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Llega la época del año en que los oscenses miran al cielo y redescubren el vuelo de los estorninos, el ave que regresa con el avance del otoño a Huesca y genera división de opiniones entre aquellos vecinos molestos por las afecciones que provocan y los que entienden que se ha de convivir con ellos. El Ayuntamiento de Huesca ha comenzado las podas selectivas con las que trata de sacarlos del centro de la ciudad, y se va a actuar en 18 calles y plazas. Por otro lado, las asociaciones ecologistas y algunas formaciones políticas defienden la cohabitación con los más de 80.000 ejemplares que se esperan en los próximos meses.

Las labores han arrancado ya en calles como Fuente del Ángel y en las anexas al parque Miguel Servet, donde suele congregarse un elevado número de aves. El área de Medio Ambiente empezó por la plaza de San Bernardo y las calles Pedro Sopena y San Ciprián con el fin de eliminar los ‘dormitorios’ de los estorninos a la espera de la gran migración que se produce en el sur de Europa entre finales de octubre y principios de noviembre.

El concejal de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Huesca, José Miguel Veintemilla, indica que “si se consigue que tengan el menor dormitorio posible en el centro de la ciudad, esto provocará que vayan saliendo hacia otras zonas externas, de periferia, o que por lo menos no generen tantas afecciones”.

Los estorninos son aves migratorias que han encontrado en las ciudades un hábitat ideal para su supervivencia y proliferación. En Huesca, su presencia suscita tanto admiración como protestas. Su llegada puede atribuirse a varios factores, entre ellos el cambio en los patrones de uso del suelo y la urbanización. A medida que las ciudades se expanden, estos pájaros encuentran nuevos lugares donde alimentarse y anidar.

Históricamente, los estorninos eran aves más asociadas a entornos rurales, pero en las últimas décadas han colonizado áreas urbanas. La disponibilidad de alimento, como insectos y restos de comida en basureros, junto con la reducción de depredadores naturales en las ciudades, ha facilitado su asentamiento.

El clima de Huesca, que combina inviernos suaves y veranos calurosos, también ha favorecido la permanencia de estas aves durante todo el año. Su capacidad para formar grandes bandadas les permite adaptarse y protegerse de los peligros, lo que ha llevado a un aumento en su población en la región.

La presencia de estorninos también ha traído consigo incidencias. Hay quejas recurrentes por los excrementos que dejan en plazas y edificios, lo que puede causar daños y problemas de higiene. Además, el ruido que generan, especialmente durante la época de apareamiento, puede resultar molesto para los residentes.

Las autoridades locales han tenido que intervenir desde hace años buscando un equilibrio entre la conservación de la fauna urbana y el bienestar de los ciudadanos. Algunas medidas incluyen la limpieza de áreas afectadas y campañas de sensibilización sobre la importancia de los estorninos en el ecosistema urbano.

El Grupo Ornitológico Oscense, comprometido con la conservación y estudio de las aves, enfatiza “la importancia de educar a la población sobre el papel ecológico de los estorninos”. Estas aves no solo son parte de la biodiversidad urbana, sino que también ayudan a controlar plagas de insectos. Desde esta asociación se recomienda “no alimentar a los estorninos ni a otras aves urbanas. Puede aumentar su población de manera no sostenible y atraer más individuos a áreas urbanas, lo que puede intensificar los problemas relacionados con la limpieza y el ruido”.

Si bien los estorninos pueden resultar una molestia, el Grupo Ornitológico Oscense sugiere evitar métodos “agresivos” de control. En lugar de ello, se pueden aplicar soluciones más ecológicas, como la instalación de dispositivos que ahuyenten a las aves sin dañarlas. Apuestan por “crear y mantener espacios verdes en la ciudad que puedan beneficiar a los estorninos y a otras aves”, y por “fomentar la participación de la comunidad en actividades relacionadas con la observación de aves y la conservación, lo que puede ayudar a cambiar percepciones negativas”.

Sonia Alastruey, coordinadora de CHA en Huesca, considera que “hay que actuar a corto, medio y largo plazo, aumentando la limpieza y la poda de dormitorios, creando espacios donde se sientan cómodos los estorninos sin crear problemas, ante el fracaso de medidas muy llamativas que han demostrado su fracaso, y propuestas cinegéticas directamente ilegales”.

El estornino negro, a diferencia del pinto que emigra en esta época, reside en la ciudad todo el año y en tiempo de cría no hace los nidos en el parque Miguel Servet sino que se dispersa por otras zonas, pero pasado ese periodo regresan al parque sin que se tenga un censo real de ejemplares, una tarea pendiente, indica la formación.

Para Alastruey, “tal como dicen los expertos no hay soluciones milagro, pero lo importante es tomar medidas a largo plazo, asesorados por ornitólogos y etólogos, para tener en cuenta el comportamiento de estas aves, ya que la aplicación de medidas como cohetes, tiras de cracker, ultrasonidos y cañones de propano han demostrado su inutilidad durante tres décadas, ya que como mucho se consigue que cambien de zona arbolada dentro de la ciudad, o propuesta cinegéticas directamente ilegales”.

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