Tristeza y flores en la estatua que homenajea a Federico Martín Bahamontes en Toledo

A primera hora de este martes 8 de agosto se hacía oficial. El 'Águila de Toledo' Federico Martín Bahamontes había fallecido a los 95 años. El primer ciclista español en ganar el Tour de Francia en 1959 tenía 95 años y hoy la ciudad y el mundo del deporte le llora.

Hasta la estatua que la ciudad dedicó al deportista allá por 2018 en una de las cuestas más pronunciadas para subir al Casco Histórico de Toledo - un guiño a este especialista en montaña- Curro llegaba en su bicicleta poco antes de las 10 de la mañana para rendirle su propio homenaje. Y se le quebraba la voz. Emocionado contaba a elDiarioclm.es que son muchas las personas en Toledo que siguen haciendo deporte en Toledo gracias a Bahamontes. “Nos da mucha pena, una buena persona que ha hecho mucho por el deporte toledano”, explica. Ya desde la época de sus padres, apunta.

En la ciudad, y también en la provincia por acuerdo expreso de la Diputación, las banderas ondean a media asta y en la estatua alguien ha dejado dos pequeñas flores a las que se han sumado otras, como una corona de Soliss Seguros. “Para nosotros es una pena que hayan fallecido. Don Fede es una institución, un pionero de este deporte y de hecho nosotros hicimos la escultura que creemos que merecía”, comentaba Axel Pulgar, director de proyecto de la Fundación Soliss.

La capilla ardiente se abrirá en la Sala Capitular del Ayuntamiento de Toledo y también se pondrá a disposición del público un libro de condolencias. Su imagen ya preside desde esta mañana la entrada al lugar.

La historia de una leyenda

Nacido el 9 de julio de 1928 en la localidad toledana de Santo Domingo-Caudilla como Alejandro, fue uno de sus tíos, llamado Federico, el que decidió que pasaría a la historia con su nombre. Se formó como aprendiz de carpintería, pero su amor por las dos ruedas comenzó a fraguarse en el taller de bicicletas del ciclista Moisés Alonso. Sobre la bicicleta completaba sus ingresos, en una época de penurias económicas, con el estraperlo, y aquellas largas distancias de más de 30 kilómetros de ida y otros tantos de vuelta empezaron a moldear el ciclista que años más tarde arrasaría en la montaña, según recoge Europa Press.

Sus primeros éxitos llegaron a finales de los cuarenta con la Vuelta a Ávila, donde se proclamó vencedor de la general y se coronó como mejor escalador, y poco a poco fue dando pasos hasta convertirse en profesional en 1954, año en el que debutó en la ronda que le haría pasar a la historia: el Tour de Francia.

Allí se ganó fama de excéntrico para los medios internacionales cuando durante la 17ª etapa, tras sufrir una avería en la bicicleta y con más de dos minutos de ventaja sobre sus rivales en la cima de La Romèyre, se permitió pedirse un helado mientras esperaba asistencia. “Con dos bolas”, le dijo al tendero mientras sujetaba el cucurucho.

Su carrera dio un giro radical durante una partida de caza con galgos en Toledo con el legendario Fausto Coppi, que le convenció de que no tenía que conformarse con la montaña y de que tenía condiciones de sobra para reinar en la general de la 'Grande Boucle'. En las filas del Tricofilina-Coppi afrontó la Vuelta de 1959, en la que terminó abandonando, pero la semilla estaba plantada.

El Tour se corría con equipos nacionales, y en el de 1959 todavía tuvo que hacer frente a otro escándalo; el seleccionador Dalmacio Langarica eligió a Bahamontes y a Antonio Suárez como jefes de filas, lo que provocó la renuncia de Loroño, que incluso fue sancionado con dos meses sin competir por agredir al técnico.

Bahamontes mantuvo el tipo en el llano, y en la contrarreloj de la quinta etapa atenuó el daño al perder solo dos minutos con el mítico Jacques Anquetil, que entonces ya había ganado uno de sus cinco Tours (1957, 1961, 1962, 1963 y 1964). Con la llegada de los Pirineos, empieza a marcar terreno, y en el Puy de Dôme asesta el golpe en la cronoescalada. En los Alpes, camino de Grenoble, se viste por fin de amarillo.

Llegada a Toledo con una multitud enfervorizada

Ya no soltaría el maillot de líder hasta París, donde se confirmó, por delante de los franceses Henry Anglade y Anquetil, primer campeón español de la ronda gala, un hito en una España nada acostumbrada a sacar pecho. A su llegada a Toledo fue aclamado por una multitud enfervorizada mientras atravesaba las calles a bordo de un coche descapotable, un recorrido que reprodujo en su homenaje en 2018.

Tras aquel gran éxito, fue segundo en la edición del Tour de 1963, por detrás de Anquetil, y tercero en la de 1964, también ganada por el 'Maître Jacques' y con Raymond Poulidor segundo. Se retiró en 1965, con un balance de 11 victorias de etapa en grandes vueltas -siete en el Tour, tres en la Vuelta y una en el Giro- y con nueve grandes premios de la montaña, seis de ellos en la 'Grande Boucle'.

Tras su retirada se hizo cargo de su tienda de bicicletas y promovió la organización de la Vuelta a Toledo, y solo volvió a subirse a la bici en el homenaje al malogrado Luis Ocaña, que siguió sus pasos conquistando el Tour de 1973. La carrera francesa le homenajeó con motivo de su centenario proclamándole el mejor escalador de su historia.

Además de Ocaña, Pedro Delgado, Miguel Indurain, Óscar Pereiro, Alberto Contador y Carlos Sastre emularon su hazaña convirtiéndose en campeones de la ronda gala. Para todos ellos, 'El Águila de Toledo' abrió camino, escribe

Carlos Velázquez, alcalde de Toledo: “Lo que consiguió Fede fue una verdadera gesta”

“En esa España en blanco y negro lo que consiguió Federico fue una verdadera gesta, Le ha convertido en uno de los grandes mitos del deporte y uno de los mejores ciclistas de la historia”. Son palabras del alcalde Toledo, Carlos Velázquez, en sus primeras declaraciones institucionales con las que ha lamentado el fallecimiento del ciclista toledano Federico Martín Bahamontes.

En una comparecencia en el patio del Ayuntamiento, Velázquez ha recordado que Bahamontes, Hijo Adoptivo de la ciudad y “leyenda del deporte español”, fue el primer español vencedor del Tour de Francia -la carrera ciclista más prestigiosa- en el año 1959. “Tuvo una carrera llena de éxitos y llevó el nombre de España por todo el mundo”, ha agregado.

“La ciudad llora la muerte de un toledano muy querido”, ha señalado el alcalde, que ha recordado que durante 50 años Bahamontes puso en marcha la Vuelta Ciclista a Toledo. Además, rememora, tuvo una tienda en la plaza de la Magdalena, en el Casco Histórico, donde fue “un ejemplo de vida y esfuerzo”.

Con su muerte, añade Velázquez, “comienzan los homenajes que copan los periódicos deportivos de España y el mundo”. “Lo que hizo Federico es ejemplo para todos”, subraya el alcalde, que ha indicado que su estado de salud estaba “bastante delicado” y que ha fallecido sobre las 5 de la madrugada de este martes.

Capilla ardiente y misa

“Todo lo que hacemos lo hacemos en comunicación continua con la familia, tanto la capilla ardiente como la misa funeral que se celebrará en un lugar por determinar. Queremos que toda persona que quiera despedirse de él lo haga, haremos todo lo posible para que así sea” ha indicado Velázquez, que ha subrayado “hay más proyectos para su homenaje” de los que dará cuenta más adelante.

Ya han firmado el decreto por el que declaran dos días de luto oficial en la ciudad y por el que las banderas de los edificios municipales ondean a media asta. Además, ha recordado que la capilla ardiente estará en la Sala Capitular del Consistorio, “el espacio más especial que existe en este Ayuntamiento”.

La misa será mañana miércoles, con horario aún por determinar, al igual que el inicio de la capilla, pues depende de la hora de llegada del cuerpo del ciclista, que están trasladando desde Valladolid, donde residía desde hace años.

“Héroe absoluto”

El programa 'La Resistencia' también ha hecho un pequeño homenaje a Bahamontes, “una de las mayores leyendas del ciclismo”. En la entrevista con David Broncano, el ciclista contaba cómo subió a Asturias en bicicleta y luego no le dejaban participar en la Vuelta a Asturias en 1954 por no contar con seis personas en el equipo. “No miramos las horas, miramos a ver si había comida en el camino”, recuerda el “héroe absoluto”, al pensar en una época de postguerra y de carencia alimenticia.