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Opinión - Un tercio de los españoles no entienden lo que leen. Por Rosa María Artal

“No entiendo otra posibilidad que no sea un programa de gobierno entre PSOE, Podemos y fuerzas progresistas”

Sergio Gutiérrez es uno de los representantes más jóvenes del PSOE de Castilla-La Mancha. Desde que fuera nombrado secretario regional de Organización del partido por parte de Emiliano García-Page, su proyección política ha ido en alza, avalada también por su trabajo como europarlamentario. De cara a la repetición de las elecciones generales el próximo 10 de noviembre, ocupa de nuevo el número uno de la lista socialista al Congreso por Toledo, un escaño desde donde confía en contribuir a un “programa de gobierno de izquierdas”. Así nos ha contado sus impresiones sobre este nuevo escenario electoral:

Algunas encuestas vuelven a dar la victoria al PP en Castilla-La Mancha por número de votos, una tendencia que se invirtió en los comicios del 28 de abril. ¿Cómo afronta estas nuevas elecciones el PSOE castellanomanchego?

Con la responsabilidad de saber que la frustración de la izquierda por no haber conseguido un acuerdo de gobierno en julio no debe suponer nunca una segunda oportunidad a la derecha. Eso puede llevar a la abstención y cuanta más haya en las urnas, más derecha habrá en las instituciones y menos derechos de los ciudadanos. Hay que intentar romper con ese círculo vicioso. Si las derechas suman, no van a tardar ni cinco minutos en acordar, y frente a ello las personas progresistas debemos tener la responsabilidad de saber que las derechas derogarán la subida del salario mínimo o acabarán con lo que ellos llaman la ideología de género al hablar de violencia machista. Todas esas cosas también se juegan el próximo 10N. Y nuestra decepción no puede poner en riesgo algo que tiene que estar por encima de eso.

En el caso de la provincia de Toledo, las encuestas hacen que sea duda el escaño de Ciudadanos, que ocupa Juan Carlos Girauta, ¿cómo lo valora?

Es verdad que en las anteriores elecciones, siendo el Partido Socialista el más votado, doblamos al PP. Pero la derecha consiguió cuatro escaños de seis y eso nos tiene que hacer reflexionar: en estas elecciones el PSOE volverá a ser el más votado pero la segunda, tercera y cuarta fuerza política pueden seguir siendo las derechas. Para intentar evitar que aun teniendo más votos progresistas, nos doblen en representación en el Congreso, hacemos la petición de voto útil de corazón. Tenemos que conseguir que haya una representación homogénea en relación al bloque de izquierdas. Y por eso, a los 40.000 votantes de Podemos en la provincia de Toledo que hubo en las anteriores elecciones -un partido que no tiene ninguna posibilidad de sacar representación, pero cuyos votos pueden ser cómplices de que Vox tenga dos escaños- les pedimos que sumen esfuerzos con nosotros, que nos apoyen, para evitar esa ultra-representación de las derechas en la provincia de Toledo. El escaño de Ciudadanos lo normal es que vaya para Vox y por eso apelamos a los votantes de Podemos para evitarlo.

La cuestión de Ciudadanos también es importante porque en esta comunidad autónoma ha habido pactos entre PSOE y Ciudadanos para varias capitales de provincia y otros municipios. ¿Es una preferencia que les gustaría también a nivel nacional?   

Aquí el PSOE tuvo la responsabilidad de sumar todos los gobiernos locales que podía con Podemos. Donde sumaba la izquierda, hemos pactado. Cuando no sumaba, la alternativa de Ciudadanos era elegir entre PSOE o Vox. Nunca hemos elegido entre Podemos o Ciudadanos, elegimos que Ciudadanos no pactara con PP y Vox. Con eso hemos conseguido lo que prometimos siempre a nuestro electorado: poner un freno a la ultraderecha en esta región. Nuestra preferencia en España también es esa, hacer un gobierno progresista, pero tenemos que ser lo suficientemente inteligentes para saber quién es competitivo en cada provincia. Lamentablemente en Castilla-La Mancha los escaños que pierda el PSOE se los va a llevar Vox. Ciudadanos ya no va a hacer de bisagra en una una suma de derechas, ahora va a ser el PP elevado a Vox. Por tanto, el miedo a que la radicalidad marque la política española es más fuerte en noviembre que en abril. Y ahí la izquierda tiene una responsabilidad que está por encima de nuestras frustraciones personales.  

¿Comparten entonces los socialistas castellanomanchegos la decisión de Pedro Sánchez de no haber aceptado un gobierno con Podemos y haber tenido que ir a nuevas elecciones?

Lo que no entienden la inmensa mayoría de los ciudadanos es que por problemas de entendimiento entre dos líderes al final no haya un gobierno. Pero en esto quiero ser muy claro: cuando te triplican en votos, no puedes imponer un gobierno. Está bien negociar y dar preferencia a tu electorado pero si no te sale, al día siguiente le crujes en la oposición, pero no puedes impedir que haya un gobierno progresista porque el riesgo que estamos sufriendo de darle una segunda oportunidad a la derecha era demasiado alto. En las reglas democráticas, cada uno tiene que saber el papel que le otorgan los ciudadanos. El 29 de abril nadie pensó en Pablo Iglesias como vicepresidente del Gobierno, nadie le vio como ministro. Le votaron probablemente para ser garante de un gobierno de izquierdas con anclaje. La gran traición fue esa. ¿Que él tenía una aspiración legítima? Perfecto, pero tras no salir adelante, no debía forzar a la izquierda a esa frustración.

Todo hacer prever una alta abstención, que siempre perjudica a las formaciones progresistas. ¿Habrá merecido la pena no aceptar ese gobierno si hay una sangría de votos socialistas? 

Todavía hay que verlo. Por ejemplo, en el debate a cinco de televisión vimos que hay dos opciones: la España que podemos construir o la España que debemos evitar. Podemos construir la España en la que recupera los empleos dignos, la que redistribuye la riqueza, la que crea una fiscalidad justa, la que lucha contra el cambio climático, la que crea igualdad de oportunidades y que considera ir contra la violencia de género es cosa de todos. Es eso o la que debemos evitar: la de Santiago Abascal como líder de las derechas, que se comió a los otros dos durante el debate, la del odio, la de la confrontación, la de centralizar, la de acabar con las autonomías, en la que se está orgulloso de ser radical y se promueve el odio al inmigrante. Los progresistas tenemos la obligación de parar todo eso.  

Ahí menciona usted a Vox como la derecha a evitar, pero no a Ciudadanos y a PP. Lo comento porque, durante el debate, fueron continuos los llamamientos que hizo Pedro Sánchez a la abstención de estos dos partidos para investirle presidente, precisamente cuando su ruptura con el PSOE vino del famoso ‘no es no’ a Mariano Rajoy. ¿No es contradictorio?

Lo que creo más evidente que nunca es que cuando las segundas fuerzas políticas no consiguen o no pueden tener mayorías alternativas, estas tienen la responsabilidad de facilitar la investidura al más votado. Aquí el orden de los factores sí que altera el producto. ¿Tiene que gobernar obligatoriamente la fuerza más votada? No, si la segunda consigue más confianza parlamentaria. Pero cuando no es así, hay que ser responsables y facilitar la investidura. El PSOE y Podemos tenemos la obligación de hacer eso, primero las políticas, y luego ya veremos cómo se desbloquea el resto. En julio había una mayoría sólida que sumaba un programa sólido y presionamos para que se facilitara la investidura. Eso lo hizo la derecha en 2016 y no entiendo por qué no lo hemos podido hacer desde la izquierda. No es un pecado pedir la abstención de un partido político, lo que sí es un pecado es no poner desde la izquierda primero las políticas y luego los demás debates.

¿Por qué sí que se consiguió ese pacto de gobierno PSOE-Podemos en Castilla-La Mancha y no a nivel nacional?

Aquí se dieron unas circunstancias un tanto ‘sui generis’. Se le ofreció a Podemos desde el primer momento, en 2015, entrar en el gobierno y lo rechazaron. Año y medio más tarde, echaron abajo, por traición, unos presupuestos regionales y para resolverlo pidieron entrar en el gobierno. A nadie le gusta tener un gobierno de coalición. Todo el mundo se presenta  para gobernar en solitario pero aquí supimos ver que la alternativa obviamente era (María Dolores) Cospedal, y eso estaba por encima de todo lo demás. A nivel nacional ha faltado un poquito más de generosidad.

¿Generosidad por parte de quién?

Aquí hay reparto de culpas, no vamos a negarlo, pero sinceramente no puede tener la misma responsabilidad el que queda el cuarto que el que queda primero. Todo el mundo tiene que entender cuál es su papel. Si los ciudadanos hubieran querido que la izquierda fuera un gobierno de Podemos, hubiera sacado más del 20% de los votos y no un 14%. La capacidad de ceder o no ceder también te la dan los votos.  

Los problemas en Catalunya tras la sentencia del ‘procés’ es un tema recurrente en el discurso de Emiliano García-Page. ¿Realmente es lo que más preocupa en Castilla-La Mancha?

Sí, por varias razones. La primera de ellas porque nuestro sentimiento de autonomía está muy marcado dentro de un todo. Creemos que podemos construir una mejor Castilla-La Mancha si somos capaces de hacer una mejor España. Al final, el nacionalismo y el independentismo son una lucha por privilegios frente a los que queremos igualdad. Y yo soy de izquierdas para luchar contra los privilegios y contra las fronteras. Desde que soy crío he creído en una izquierda internacionalista, en una Europa que derribaba fronteras en lo social y hay gente que las quiere volver a levantar. Intentar meterle una cortina democrática a la lucha regresiva y reaccionaria, no lo comparto.

Ahí nos la jugamos como Castilla-la Mancha, como una región que parte de una brecha de desigualdad y de falta de cohesión territorial histórica y que necesita de una redistribución justa entre todas las regiones. Esa batalla la tenemos que dar. Porque si se trata de jalear el sentimiento de pertenencia a un territorio para tener más financiación, nosotros podemos hacerlo más o igual, pero no creemos en eso. Creemos en España como espacio de convivencia y que une, de igualdad de derechos.

Ya vuelve a hablarse de una desaceleración económica y da la sensación de que estamos en un bucle, porque muchos datos nos dicen que no hemos terminado de salir de la anterior crisis. ¿Con qué datos está trabajando el PSOE?

La desaceleración es un hecho, pero tiene más que ver con la guerra comercial y con el miedo que se ha producido en el ámbito internacional que con otra cosa. Creo que ese contexto internacional, desde el punto de vista económico, va a mejorar el próximo año y vamos a volver a poder acelerar el crecimiento. La guerra comercial entre Estados Unidos y China parece que era una amenaza que se está disipando, y en ese sentido soy optimista. Pero sí es importante saber qué hacemos para fortalecer el crecimiento mediante las políticas nacionales y para redistribuirlo. Lo importante es crecer, pero hay que preguntarse ¿crecer para quién?

¿Para quién se debe crecer en esta región, en este país?

En nuestro caso se trata de luchar contra la brecha de desigualdad que se abrió con la crisis económica y las medidas antisociales que empujaron a muchas personas a los márgenes de la exclusión. Eso se hace con salarios dignos, con políticas fiscales justas y con la recuperación del estado de bienestar. Esas tres vías las cortó el PP y las estamos recuperando desde el PSOE.

Pero hay indicadores sociales preocupantes que seguimos viendo en Castilla-La Mancha, como salarios que siguen siendo los más bajos del país o índices de pobreza muy altos…

Al final, las diferencias entre regiones no suponen tanto porcentaje, y es un problema que sigue en España y que ha combatido el Gobierno. En un ranking, no hay tanta diferencia entre la primera región y la última porque es un problema nacional. Hemos tenido siete meses de gobierno efectivo progresista -no en funciones- para intentar combatir siete años de desigualdades El que crea que en ese plazo, con unos presupuestos de derechas, conseguimos paliar esas consecuencias, se está engañando a sí mismo. Vamos a encadenar un año de gobiernos en funciones, que es un año perdido para la igualad de oportunidades. Y en exclusión social, o tomas medidas o cada día que no se avanza es un día que se retrocede. Por eso los progresistas no podemos perder ni un minuto más en poner la sexta marcha a la hora de tomar las decisiones para volver a crear justicia social. Esos problemas, cuando llevas un año con el motor capado, se acumulan y se agravan. Sabemos cómo hacer un país más justo.

Para conseguir todo esto que menciona, un gobierno de Pedro Sánchez que no se consiga con Podemos o Más País, pero sí con la abstención del PP, ¿no sería una forma de darle al PP la posibilidad de vetar unos presupuestos progresistas?

No entiendo otra posibilidad después del 10N que no sea un programa de gobierno entre PSOE, Podemos y fuerzas progresistas, que marque la hoja de ruta de este país. Las mayorías aritméticas se trabajarán el 11 de noviembre pero creo que el compromiso que deberíamos adoptar las fuerzas progresistas, también con Mas País y todas las siglas de izquierdas, es compartir el camino progresista. Y luego, sinceramente, debemos llamar a la responsabilidad de otras fuerzas políticas para que, no teniendo alternativa, no bloqueen. Todo lo demás es politiqueo y la gente ya está muy cansada de eso. En mi grado de responsabilidad, que es conseguir este escaño para Toledo, es a lo que me comprometo.