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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

La privatización del espacio público y el alquiler de sillas para el Corpus de Toledo: “El problema es que se venden las calles”

Todavía quedaban sillas disponibles para su compra y uso durante el Corpus Christi de Toledo a principios de esta semana. Pero, presumiblemente, solo las que permiten observar la procesión a pleno sol. Observar, no disfrutar, porque con los 35 grados que se esperan para la jornada festiva, la sombra se vuelve algo imprescindible. Se colocan en lugares estratégicos de la capital autonómica, como la céntrica plaza de Zocodover, la plaza de San Vicente y en la zona del Arco de Palacio, entre la catedral y el Palacio Arzobispal. Por 11,5 euros se garantiza un asiento en el camino de la larga procesión, que se extiende durante horas por varias calles del casco histórico toledano.

No siempre fueron de pago, recuerda el concejal del grupo municipal Izquierda Unida-Podemos, Txema Fernández. “Los vecinos del Casco Histórico podían poner sus sillas y el resto subía temprano para poder ver la procesión”, explica. La realidad es que las sillas se pagan desde hace décadas en la ciudad, por lo menos desde 1967. El historiador Rafael del Cerro explica que comenzó por la organización de 'Festivales de España', una iniciativa cultural promovida por el Ministerio franquista de Información y Turismo. Esta organización llevaba a cabo actos culturales en la ciudad con motivo de la celebración del Corpus Christi y comenzó a alquilar las sillas que utilizaba para sus eventos de zarzuela o música.

Se compraban entonces en la oficina que 'Festivales de España' tenía en la Plaza de Zocodover, aunque años más tarde se podrían comprar también en un quiosco situado en Arco de Palacio, explica del Cerro. Las sillas costaban en un principio 50 pesetas, para luego subir a 60. Entre 30 y 40 céntimos, sin tener en cuenta la inflación. Del Cerro también señala que antes de esta iniciativa, no era tan común ver vecinos sentados viendo la procesión, y que la ciudadanía decidió llevar sus propias sillas a raíz de esta iniciativa.

“Ha pasado a ser parte del negocio turístico”

Para Txema Fernández, el conflicto radica justamente en que haya que pagar por estas sillas. “El problema es que existe un pliego de condiciones para la empresa que gestiona las sillas. Pero el Corpus, si tiene algo, es que es de los vecinos y esto hace que ya no sea los vecinos, sino de quien pueda comprar una silla. Lo ha desvirtuado por completo y ha pasado a ser parte del negocio turístico de la ciudad. El problema es que se venden las calles”, resalta Fernández, que aclara que él no procesionará este jueves, acompañando al largo séquito que acompaña a la Custodia de Arfe del siglo XVI, tal y como hacen varias figuras políticas.

Izquierda Unida-Podemos lamentaba al conocerse la licitación para la gestión de las sillas, un año más, que “Toledo se vende al mejor postor”. En este caso, a la empresa Romian Producciones, de Sevilla, que consiguió 100 puntos en el proceso de licitación, frente a los 0 conseguidos por el otro postulante. El coste de la licitación: 1.492 euros, según la Junta de Contratación del pasado 14 de marzo. “Se mercantiliza la calle y se vende por 1.500 euros a una empresa que pone 2.500 sillas a 11,50 para ganar 28.000 euros en solo un día”, reflexiona Fernández. De las 2.500 sillas, 750 se vendieron por internet, y sumaban 0,90 euros por gastos de gestión. En 2018, por ejemplo, cada silla costaba 10 euros. Son las cosas de la inflación.

Hay unas imágenes que parecen tan propias de la celebración del Corpus Christi como el propio recorrido de la monumental Custodia de Arfe. Nos referimos a las larguísimas colas que se forman para 'comprar' las sillas. Algo que han criticado tanto PP como PSOE, estando eso sí en la oposición en el Ayuntamiento.

Desde la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), Itziar Fernández, explica que los problemas siempre ocurren el primer día. “Y es porque el sistema no ha cambiado. Y lo que queremos decir es que simplemente cambiando cuatro cosas se podría mejorar el servicio”.

Todos los años se repiten las colas desde las cuatro de la mañana. Si se quiere sombra, o un lugar determinado en el recorrido procesional, hay que madrugar. Desde la OCU sugieren que se realice una venta “escalonada” para evitar colas “de tres o cuatro horas” y no saber dónde puedes coger sitio. Este año, el día que las entradas salieron a la venta online - hay un cupo para comprarlas así- la página web no funcionaba. “No logró soportar a todo el mundo intentando coger las sillas”.

Para comprar las entradas de forma física, este año se han puesto a la venta en un pequeño quiosco en la plaza de Zocodover y no en la oficina de Turismo que se ubica en la planta baja de la Delegación de Gobierno, porque está en proceso de reforma. Desde la OCU también sugieren que las sillas se vendan en otros barrios de Toledo, porque “no puede ser que solo se puedan comprar en Zocodover”.

“Aparte del enorme tiempo de espera para su adquisición, los usuarios de este servicio obtienen sillas que no son las deseadas, a veces ni siquiera conocen la ubicación exacta o las características del lugar donde se sentarán”, critica y por eso considera que sería “adecuado” ofrecer dípticos informativos sobre los asientos con información.

Las críticas de la oposición al Gobierno local de turno suelen ser también una 'tradición' en esta época a cuenta de las sillas. Este año, el PSOE no ve con buenos ojos que se haya “recortado” a 15 días el plazo para poder comprar las sillas y que este “retraso” ha traído “más problemas a la hora de poder acceder a una de estas localidades a toledanos, toledanas y visitantes”, según el concejal socialista José Carlos Vega.

Los socialistas dicen que la empresa adjudicataria “ha incumplido las obligaciones de prestación del contrato” al “restringir” a quince días la venta de tickets. “Además de no cumplir que el sistema de ventas por internet esté preparado para dar servicio las 24 horas al día de las tres semanas anteriores a la fecha de la procesión”.

En 2016, el PP criticaba en la misma línea que lo ha hecho este año la OCU. “Numerosos toledanos se han encontrado que haciendo a cola a las 6 de la mañana, a las 10 cuando han abierto ya no había ni una sola entrada a la sombra en la primera fila. Queremos saber dónde han ido esas entradas”, resaltaban desde el grupo municipal. La historia se repite, pero ahora son ellos los que gobiernan (con Vox).

Lo que sí se mantiene y “cada vez antes” son las sillas que la propia ciudadanía pone con antelación, y con variadas medidas de seguridad como cadenas, cuerdas o bridas plásticas, en varias zonas de la catedral.

La expectación por tener un buen puesto en la procesión más querida de la ciudad se siente con intensidad, casi tanto como el olor a tomillo que llena las calles estos días (y noches) de celebración.