Hace 13 años, tras toda una vida dedicada a la docencia en España, el profesor Alberto González Casado, originario de Plasencia pero residente en Toledo desde 1994, decidió poner su experiencia educativa al servicio de los programas de cooperación internacional en educación para adultos del Gobierno de España en Latinoamérica. En 2007 llegó a Bolivia y allí primero trabajó en este proyecto, pero a partir de 2011 decidió apostar por el Gobierno de Evo Morales y pasó a ser asesor del viceministro de Educación Alternativa y Especial, Noel Aguirre Ledezma. Ese gabinete se encargó, entre otros objetivos, de convertir la educación popular (paradigma de una enseñanza “descolonizada”) en su principal bandera, mediante el impulso a la alfabetización, a la educación primaria y al reconocimiento de las competencias de trabajo de la gente sin estudios pero con mucha experiencia en diferentes oficios. En 2019 se certificó a 75.000 personas.
Fue un trabajo enmarcado en el ODS4 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, elogiado en su momento por la UNESCO y otros colectivos internacionales. El profesor permaneció en Bolivia hasta unos días antes de las elecciones del 20 de octubre de 2019, cuando tuvo que regresar a España por la muerte de un familiar. Tres semanas después de los comicios se produjo el golpe de Estado en Bolivia y ya no regresó. Pero todos los años que ha pasado en este país le han servido para tener un conocimiento muy preciso de los mecanismos y contextos que llevaron a Bolivia a su situación actual.
Dentro del Gobierno de Evo Morales, explica que el golpe cogió a todos sus miembros “muy de sorpresa”. Relata que todos ellos sabían que volverían a ganar porque se había hecho “una gestión muy buena” y había mucha confianza dentro del Movimiento al Socialismo (MAS, el partido del Ejecutivo), pero también reconoce que la sensación era que el apoyo sería menor que cinco años atrás. El resultado negativo del referéndum de 2017 en el que se consultó a la población sobre si se debía cambiar o no la Constitución para renovar el mandato de Evo Morales (hasta entonces restringido) les restó votos e hizo “coger fuerza a la oposición oligárquica, racista, culturalmente acostumbrada a mandar y a tener el poder” y que “hasta entonces había estado más o menos agazapada”.
Una suma de factores
Pero son muchos otros los factores que señala el profesor español. “Sabíamos que había mucho dinero moviéndose, mucha organización desde la Embajada de Estados Unidos. Las oligarquías habían estado contenidas sobre todo por la gran movilización que se desarrollaba cada vez que había algún intento de golpe de Estado”. No se analizó bien, subraya, la fuerza que tenía toda esa oposición, sobre todo porque los días anteriores a las elecciones, él mismo pudo comprobar cómo las marchas del MAS seguían siendo muy masivas, “como toda la movilización indígena y popular”.
“Confiábamos en las Fuerzas Armadas y en la Policía, donde había una relativa calma, pero no sabíamos la marea que había por dentro”. ¿Qué pasó entonces? González Casado considera que lo fundamental es que “las oligarquías nunca perdonaron a Evo que hubiera un gobierno de un indígena” y así lo manifestaron desde su primer triunfo en 2006. “Siempre dijeron que un indio no podría a gobernar y desde ese mismo momento empezaron a conspirar”.
En el trasfondo de toda la situación también señala el decreto de mayo de 2006 por el que se nacionalizaron el gas y los pozos de hicrocarburos de Bolivia. En ningún país las compañías petrolíferas o de gas habían consentido, primero, que un gobierno les dijera que “lo que hay debajo de la tierra es nuestro” y, segundo, que el 16% que pagaban por la explotación pasara al 50%. “Lo que no sabe la gente es que de ese dinero salieron las políticas sociales, de educación, de salud, de carreteras… Las compañías acabaron firmando todas, no hubo una reclamación internacional, pero está claro que eso no les gustó nada y a partir de ahí comenzó un trabajo contra el Gobierno”.
Recuerda así el “golpe efectivo y frustrado” de 2008, cuando tras una matanza de campesinos en las cercanías de Cobija, una parte del ejército se negó durante una semana a obedecer al Gobierno. “La trama consistió entonces en ir provocando actos terroristas, con fascistas croatas procedentes de Santa Cruz. Hubo un plan organizado y financiado” que terminó en la expulsión del embajador William Goldberg, número dos en la escisión de Kosovo cuando la división de la antigua Yugoslavia. “Pretendían dividir Bolivia en dos ('collas' y 'cambas') pero el golpe fracasó y todos los fascistas que lo respaldaron empezaron a huir porque no recibieron cobertura de Estados Unidos”. A diferencia del pasado mes de noviembre, entonces Evo Morales reunió a los que entonces eran presidentes de Venezuela (Hugo Chávez), de Brasil (Luiz Inácio Lula da Silva) y de Ecuador (Rafel Correa), entre otros, y consiguieron una declaración global de respaldo al Gobierno.
“Este caldo de cultivo se mantuvo ahí durante años y se unió a la posición de las oligarquías blancas que nunca pudieron aceptar el puesto que estaban ocupando los indios”. Cuenta el profesor y educador que él mismo fue testigo de insultos racistas por las calles de La Paz: “Les estaba saliendo toda la rabia acumulada durante los últimos años y utilizaron las acusaciones de fraude electoral para sembrar el terror”.
La prueba del origen del golpe la basa en el hecho de que el liderazgo lo llevaron a cabo los denominados Comités Cívicos de Santa Cruz (con el empresario y abogado Luis Fernando Camacho al frente) y de Potosí, “coordinados por grupos fascistas, pagados por las oligarquías, con ideología supremacista”. “Manejaron mucho dinero, reclutaban a la gente en las plazas, les preparaban en estrategias terroristas”.
La escalada de violencia
Hasta entonces esos grupos habían sido controlados por la policía, pero una vez que este cuerpo de seguridad y el ejército se alinearon en su mayoría con los golpistas tras las elecciones del 20 de octubre –“muchos de ellos engañados”- comenzó la quema de casas, el ataque a medios de comunicación y la violencia. “Buscaban que hubiera muertos y una escalada de violencia que lo justificara todo”. Lo consiguieron, lamenta, cuando la policía desertó y los militares le pidieron a Evo Morales que abandonara el país. “Está claro que fue planificado con tiempo”.
Hubo otras reacciones que ayudaron al triunfo del golpe de noviembre, como la respuesta de la Organización de Estados Americanos (OEA) cuestionando el resultado electoral. “Fue como deslegitimar al Gobierno boliviano a nivel internacional. Además, en ello se emplearon ya estrategias modernas, con el uso masivo de las redes sociales para crear de forma ficticia una corriente de apoyos con mensajes enviados por robots. Influyó igualmente que todos los golpistas se disfrazaran de demócratas y defendieran el fin de una violencia que ellos mismos habían provocado”.
Después de esta concatenación de hechos, Alberto González Casado remarca que no hubo fraude en las elecciones, que el Consejo Electoral trabajaba muy bien y que en Bolivia los comicios fueron muy transparentes. “Al igual que aquí en España, hay interventores y pasa por decenas de firmas. Es un proceso lento pero muy claro y sin posibilidad de hacer trampa. De hecho, así se demostró en el referéndum anterior, pese a que los resultados fueron negativos para el Gobierno”. ¿Y las acusaciones de sedición y terrorismo? “No se entiende. No se entiende nada. Si soñar o trabajar en hacer un país digno, equitativo, sin desigualdad, es sedición… Sediciosos son ellos que están saqueando y vendiendo el país”.
Que no hubo fraude electoral lo han corroborado investigadores del MIT Election Data And Science Lab, pero el profesor español no es muy optimista al respecto, sobre todo después de que la Unión Europea “reconociera a los golpistas como gobierno legítimo mientras estaban asesinando a mucha gente en las grandes movilizaciones que salieron a las calles”. “Fue terrible que se reconociera ese gobierno con unas acciones tan antidemocráticas”. Por eso dice no saber si ahora ya tiene remedio, incluso cuando “ellos mismos ya están reconociendo muchas cosas”.
“Han llegado para privatizar, para vender las riquezas naturales, para desindustrializar, para saquear… Ya tienen el poder y no lo van a soltar. Ahora mucha gente fía el futuro de Bolivia a las elecciones del 3 de mayo, pero harán todo lo posible para inhabilitar candidatos del MAS, pondrán obstáculos de todo tipo. Es posible que si hay un equilibrio mayor de fuerzas de alguna manera se pueda parar la represión, pero nada es seguro”.
Él mismo está esperando a esta fecha para poder regresar. Allí dejó buena parte de sus amigos y de su vida. Ahora el antiguo Viceministerio de Educación Alternativa y Especial está precintado. Ocupa el cargo Yola Mamani, amiga del alcalde de La Paz, “en reconocimiento a su apoyo al golpe”. “Desde el primer momento han estado vendiendo los cargos y pidiendo dinero a cambio de las certificaciones profesionales. Echaron a todo el personal, todo se ha desmantelado, el trabajo de años y parte de la vida que allí construí”, concluye.