Umbralejo, un pueblo convertido en aula de la naturaleza en la Sierra Norte de Guadalajara
Un entramado de calles pedregosas y empinadas que atestiguan una historia recia que la despoblación apagó. Una canción interpretada por el susurro de árboles centenarios y pájaros que dirigen la atención del viajero hacia un horizonte natural, en paz y placentero: el pico Ocejón, la cumbre más elevada de la provincia de Guadalajara (2049 metros), desde la que se otea una naturaleza embriagadora para los sentidos. Este podría ser el vídeo en time-lapse que sintetiza la imagen de Umbralejo, una pequeña población de la Sierra Norte de Guadalajara, que, como otros muchos enclaves de Castilla fueron pasto del éxodo rural, a finales de los años 60.
Hoy, cincuenta años después es un centro educativo de titularidad estatal en el que el Ministerio de Educación desarrolla el programa de Recuperación y Utilización Educativa de Pueblos Abandonados (Pruepa). Se trata de un proyecto de educación ambiental que el Gobierno desarrolla desde 1984 en Umbralejo en el que participan alumnos de Educación Secundaria de todo el país, en su mayoría mujeres, de entre 13 y 18 años, becados por el Ministerio. El objetivo del programa, que se convoca durante todo el año es educar a los adolescentes en la cultura rural. También recuperar y conservar el patrimonio, el urbanismo y el paisaje de Umbralejo, mediante actividades medioambientales y oficios tradicionales que los jóvenes realizan en equipo durante su estancia en el complejo.
Isabel de Andrés, una estudiante de Valladolid de 18 años, que ha colaborado este verano en el programa de Umbralejo asegura a eldiarioclm.es que “vivir en un pueblo te ayuda a valorar todo lo que tienes y el trabajo duro que hay detrás de cada tarea”. Además, afirma con entusiasmo que su paso por Umbralejo “es un experiencia estupenda y recomendable, porque haces amistad y aprendes a ser autónoma”, aunque reconoce que el futuro del medio rural es “difícil, porque faltan servicios como cobertura móvil y oportunidades para instalar negocios”.
Su compañero Juan Jaramillo, sevillano de 18 años comparte la misma visión de su contacto con el mundo rural en este antigua población serrana: “Me gusta el ambiente rural y habitar en Umbralejo es una experiencia gratificante, pero es complejo el futuro para los pueblos por los problemas en las comunicaciones y el poco apoyo público que se da a la agricultura y a la ganadería”.
Ambos adolescentes han formado parte del grupo de 50 estudiantes con mejor expediente académico, que han sido seleccionados por la Consejería de Educación de Castilla-La Mancha para vivir en comunidad durante una semana en este centro.
Mercedes Bravo, coordinadora docente del programa de Recuperación y Utilización Educativa de Pueblos Abandonados en Umbralejo explica a este digital que “este programa educativo es positivo y necesario, porque conecta a los jóvenes con el medio rural y les enseña algunos valores como la convivencia, las costumbres rurales o el respeto al medio ambiente”.
Umbralejo, que ha recuperado su urbanismo original de las ruinas, a través de esta iniciativa educativa llevada a cabo durante las últimas tres décadas, alberga, en la actualidad tres casas donde residen los chicos, la antigua escuela, una biblioteca, una fragua, un comedor y diversos talleres de apicultura, artesanía y cosmética natural.
La jornada en el poblado arranca cada día a las 8 horas. Durante la mañana la comunidad de adolescentes trabaja por espacio de 2 horas en el cuidado del ganado, la limpieza y el reciclaje de los residuos, la pavimentación de las calles y la jardinería y el cultivo del huerto. Después llega la hora de la comida y por la tarde continúan con los talleres de apicultura, cerámica, carpintería, cestería, cosmética natural, telares, encuadernación, sensaciones en la naturaleza, de masaje-relajación, la merienda y las clases de inmersión lingüística en inglés.
El día concluye con los juegos rurales y las actividades de animación y convivencia al aire libre hasta que llega la hora del descanso a medianoche. Además, durante la semana que dura el programa, los chavales hacen una excursión por el entorno y se bañan en el rio.
“Hay que venir a Umbralejo. Me encanta cuidar de las ocas y las ovejas, aunque reconozco que no me dedicaré a la ganadería en un futuro y que el reciclaje me ha costado, porque es estricto”, asevera De Andrés, que anteriormente participó en otro proyecto similar en Granadilla, al norte de Cáceres. Una opinión que se repite entre todos los jóvenes que viven en Umbralejo, que siempre hacen hicapié en la dificultad de la limpieza y el reciclaje, pero, que valoran positivamente su experiencia en este campamento porque les ayuda a crecer.
Después de 30 años de funcionamiento del programa, la demanda de los centros escolares no ha decaído. Este año, más de 300 institutos de toda España presentaron su proyecto para colaborar en la preservación del entorno de Umbralejo. “El programa atrae a muchos centros y los jóvenes valoran la convivencia, la amistad y el conocimiento que adquieren de la naturaleza, aunque no perciben el problema de la despoblación como algo propio y entienden la experiencia como una desconexión de una semana”, subraya Bravo, que coordina el proyecto de Umbralejo desde hace 11 años junto a un equipo de 13 docentes.
Umbralejo fue expropiado por el antiguo Instituto para la Conservación de la Naturaleza (ICONA) en los años 70 para convertirlo en Monte de Utilidad Pública destinado a la repoblación forestal. Después de 20 años en los que permaneció abandonado, el Ministerio de Medio Ambiente lo adquirió en los años 80 para transformarlo en un aula educativa.
En la actualidad es uno de los tres municipios españoles que integran el programa estatal de recuperación de pueblos abandonados. Una iniciativa educativa, que ha permitido reconstruir también los despoblados de Granadilla, en Cáceres y Búbal, en Huesca, que quedaron deshabitados hace 50 años, tras ser expropiados por la dictadura franquista para construir allí sendos pantanos. Desde que nació este programa en 1984, cerca de 80.000 jóvenes de toda España han pasado por la escuela de Umbralejo.
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