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Caso Sara: Las funcionarias de Servicios Sociales creen que llegaron tarde porque la madre las engañó

Dos funcionarias del Servicio de Protección a la Infancia de la Junta de Castilla y León, han declarado hoy en la tercera jornada de juicio por la violación y asesinato de la niña de 4 años, que iban a quitar la custodia a la madre el mismo día en que la pequeña falleció en el Hospital Clínico de Valladolid.

Una psicóloga y una coordinadora que investigaban los presuntos malos tratos alertados por dos médicos el 11 de julio de 2017 han admitido que llegaron tarde, tan sólo por unas horas y atribuyen el fatal desenlace a que la madre de la niña, Davinia M.G, las engañó, y las orientó, tanto a ellas como a la Policía, hacia su expareja y padre de Sara.

“Sin riesgo vital”

A pesar del informe médico que relataba la cantidad de moratones que tenia la niña por todo el cuerpo, pero especialmente en la zona de las nalgas y de la falta de higiene general que presentaba, otorgaron al caso una prioridad 2 de 3. Las razones, han explicado, es que la madre atribuía los presuntos malos tratos al padre y este estaba fuera de España, supuestamente. Entendieron que la niña “no corría riesgo vital”.

El caso llegó a sus manos el 25 de julio, 14 días después de que se activase el protocolo, y según ellas, el informe llegó “a través de correo ordinario”. Ambas han negado haber recibido ningún tipo de llamada en la que se les informase del caso el mismo día de los hechos, y han señalado que lo normal es recibir ese tipo de comunicaciones “por fax”. El informe, con el parte médico y el atestado policial, fue remitido por la Fiscalía de Menores, que les instaba a abrir una investigación.

Una niña que se caía mucho

Citaron a Davinia y a sus dos hijas para una entrevista personal al día siguiente, el 26 de julio. La mujer justificó el motivo por el que llevó a la mejor a urgencias el 11 de julio, una inflamación de los labios que, según los médicos que la examinaron era compatible con un traumatismo pero que según ella era por la infección que tenía en la boca. La niña tenía la boca llena de caries debido según la madre a la prolongación de la lactancia materna y a que el padre le daba muchas 'chuches'.

También tenía explicación para los innumerables hematomas, en distintos estadíos, en distintas zonas del cuerpo. Para ella, eran consecuencia de los juegos entre hermanas, que se pellizcaban, y además al hecho de que Sara era “muy movida” y se caía mucho. Pero también dijo que era posible que fueran cosa de su expareja y padre de la niña, que la había maltratado a ella y a la hija mayor.

Para recabar la versión de las niñas, que apenas hablaban, optaron por usar muñecos que representasen al padre de Sara, a Sara y a su hermana. Sara cogió el muñeco de su padre y simuló que pegaba a su hermana. No incluyeron más muñecos porque optaron por la versión policial y la de la propia Davinia, que el padre de Sara era el autor de golpes. Sin embargo, la pequeña no reveló nada parecido, al contrario, usó el muñeco de su padre para acariciar al que la representaba a ella. Cuando acabó la entrevista, y convencidas de que sólo el padre podía estar maltratando a la niña, recordaron a Davinia la obligación que tenía de proteger a sus hijas. “Se lo dijimos así porque ella había dicho que su expareja la había maltratado pero que no quería denunciar”, aclararon.

Un amigo “de total confianza”

Además, fijaron una visita domiciliaria para aclarar algunas contradicciones en el discurso de Davinia. Les dijo que el 28, cuando ella finalizaba sus vacaciones y volvía al trabajo, las niñas irían a una guardería, algo que no les cuadró puesto que la hija mayor tenía en ese momento 12 años. La visita no llegó a hacerse porque a primera hora de la mañana, la madre la canceló por motivos laborales. Le preguntaron quien se quedaba con las niñas y dijo que “un amigo de la infancia de total confianza”. Tras insistir, consiguieron que les dijese nombre. En realidad era Roberto H.H, un hombre al que había conocido hace un mes a través de una red de contactos y que pasaba días en su vivienda.

Las funcionarias también contactaron con una de las hermanas de Davinia, que la describió como una buena madre si bien tras la separación del padre de Sara podría estar siendo algo dejada. Bajo la sospecha de que las dos menores pudiesen estar solas en la vivienda, fueron hacia allí. El timbre estaba desconectado, y nadie les abrió la puerta. Lo que en realidad estaba sucediendo es que Roberto estaba en casa con las dos niñas y que Sara tenía un fuerte golpe en la sien izquierda que le inflamó y amorató media cara. Davinia dio instrucciones por whatsapp a su hija mayor para que no abriesen la puerta y no hiciesen ruido.

Las funcionarias del Servicio a la Infancia regresaron el 1 de agosto con idéntico resultado: nadie abrió la puerta. Ese mismo día decidieron que propondrían retirarle la custodia de las niñas ante la falta de colaboración. El 2 de agosto a las 9 de la mañana se aprobó la propuesta. Pero a esa hora, Sara yacía en su cama, sin respiración y los servicios de emergencia se encaminaban a la vivienda. Ingresó en el Hospital Clínico a las 11.42 horas en muerte cerebral. La niña había recibido numerosos golpes en la cabeza y además sufrió una agresión sexual. Murió al día siguiente.

La madre hizo fotos a la niña en la UCI

Las funcionarias recordaron que llamaron a Davinia el día 2 para comunicarle que perdía la custodia de sus hijas y ella les comunicó que Sara estaba en el hospital tras una parada cardiorespiratoria. Tras acudir al hospital, una de ellas habló con un médico que le comentó que la madre había entrado en la habitación de la niña, que estaba en la UCI y le había hecho fotos.

A preguntas de la fiscal reconocieron que, de haber sabido que las niñas convivían con una nueva pareja de su madre, habrían otorgado prioridad 1 al caso.

Este martes declararon también dos hermanas de Davinia y una sobrina, así como su novio. Todos han coincidido en señalar que no sospechaban del novio de Davinia pero que estaba “nublada” o “cegada” por él, hasta el punto de deteriorarse las relaciones familiares. El abogado de Davinia llegó a decir que tanto su cliente, como su hermana Rosa Ana, habían sido “seducidas” de distinta forma por el acusado. De hecho, Rosa Ana reconoció que discutió por Davinia cuando ella se ofreció a hablar con Roberto para que reparase el coche del novio de su sobrina. Esta mujer también ha relatado como la tarde en que su sobrina estaba herida con un fuerte golpe en la cara el 28 de julio, y su madre se negaba a llevarla a un hospital, llamó a los Servicios Sociales “y nadie cogió el teléfono”.

Una aplicación para controlar el whatsapp de su novia

El novio de la sobrina de Davinia, que coincidió tres o cuatro veces con Roberto, sí ha recordado que una medianoche tanto él como Davinia y sus hijas se desplazaron hasta el pueblo donde vive porque Roberto necesitaba dinero. Cuando los dos estaban en el cajero, comentó que tenía una aplicación instalada en el movil de Davinia que le permitía leer los whatsapp que recibía y que sabía que le estaba engañando, que “era una puta”. También en presencia de ella y de las niñas hizo un gesto violento y dijo: “que asco tengo a todos los rumanos”. Este joven mostró su extrañeza por el modo en que ocurrió todo: “no entendí como vinieron a esas horas, ni con las niñas, ni nada, es que fue todo muy raro”, declaró.

La vista se reanudará el jueves con la declaración de Pedro M, el tío de la pequeña, que estuvo pendiendte de la evolución de la niña y se enfrentó tanto a Davinia como a su pareja para que la llevasen a un centro hospitalario unos días antes de morir de una paliza.

Davinia M.G, y Roberto H.H, se exponen a una pena de prisión permanente revisable, la primera por comisión por omisión y el segundo como autor material de los hechos.