Caminaba por el pasillo de la sexta planta camino de mi despacho en el Congreso de los Diputados cuando le vi. Estaba sentado, con cara de preocupación extrema, delante del despacho de Villegas. Le sonreí y no tuve necesidad de decirle nada. “Ya lo sé, ya lo sé, me lo advertiste”, me espetó Pablo Yáñez (el por entonces todopoderoso secretario de comunicación y hombre de confianza de José Manuel Villegas y Albert Rivera en Ciudadanos-Castilla y León). Pablo esperaba cariacontecido a la puerta del despacho de nuestro secretario general, para dar detalles de la dramática situación de aquel 3 de julio de 2018.
Acababa de saltar la noticia. Habían detenido a Sadat Maraña y al alcalde de Arroyomolinos, ambos militantes de Ciudadanos. Fueron detenidos en el marco de la Operación Enredadera. Una operación policial en la que se había detenido también a uno de los prohombres de nuestra comunidad: José Luis Ulibarri.
Ulibarri era, y es, un constructor y empresario muy conocido en Castilla y León. Un empresario que acabaría condenado por prevaricación, fraude a la administración pública, falsedad documental continuada, delito contra la Hacienda Pública y tráfico de influencias en el juicio de la Gürtel en 2022. Era poseedor de las cabeceras locales del periódico El Mundo en la comunidad, así como del Diario de León, que pasarían tiempo después a manos de su hija Adriana. Nosotros lo conocíamos bien, fue por eso por lo que nos sorprendió que fuera uno de esos periódicos, El Mundo de Castilla y León, el elegido por Albert en 2017 para su presentación en Valladolid. Lo fue pese a mi oposición reiterada por la sombra de corrupción que planeaba ya por entonces sobre Ulibarri. Villegas y Albert insistieron en participar en uno de sus famosos desayunos. Yo no podía imaginar cómo aquel desayuno acabaría siendo el inicio de una tormentosa relación entre el entorno de Ulibarri y Ciudadanos en Castilla León.
Las grabaciones de la operación Enredadera, más de dos años de escuchas, demostrarían cómo Ulibarri utilizaba esos medios para presionar a cargos políticos de todos los colores y cuál era su íntima relación con algunos de ellos. La operación acabó judicialmente en nada, pero las grabaciones sacaron los colores a media comunidad. La actuación de nuestros representantes en aquel asunto distaba de lo que podríamos llamar “una actitud ejemplar”.
Sadat era un personaje de cómic, con cierto parecido con el entrañable Filemón de Ibáñez. A Sadat se le había hecho realidad una de mis peores pesadillas. Un buen día, siendo ya candidato de Ciudadanos al Congreso de los Diputados por la provincia de León, se levantó por la mañana y se dio cuenta de que no había acabado la carrera. Su currículo era falso y no tenía la licenciatura de la que presumía. Después de un bochornoso intento de justificarse acusando a la Universidad de León, acabó dimitiendo y siendo recolocado como asesor en la Diputación de León, con el siempre inestimable apoyo de Pablo. A muchos nos pareció una vergüenza incomprensible, pero no era la primera, ni sería la última vez que veíamos a nuestro partido pagar esas lealtades o esos silencios. Desde allí se dedicó a manejar lo que él mismo calificaba como “el eje del mal”. Un grupo de cargos de Ciudadanos que se reunía para conspirar, entre otras cosas, contra nuestra representante en el ayuntamiento de la capital leonesa. Desde allí también trabajaba para Ulibarri y El Patatero (el otro empresario detenido en la trama) como presunto conseguidor de contratos públicos.
Las grabaciones tenían toda la obscenidad de quienes se creen impunes y presumen de su poder e influencia. Se jactaban de sus chanchullos en León y criticaban a nuestra portavoz en el ayuntamiento de la capital leonesa. Los empresarios hablaban abiertamente de cómo los medios de comunicación de Ulibarri servían para premiar o castigar a quienes concedían o denegaban contratos públicos a sus empresas. Así lo relataban también los políticos pinchados en la operación. Algunas de las conversaciones eran simplemente humillantes. Recuerdo una especialmente bochornosa de un alcalde suplicando comprensión a Ulibarri y afirmando que él había votado lo que tenía que votar; pero sin duda la más grave, políticamente hablando, era la intervenida a Antonio Silván, el por entonces alcalde de León, relatándole al empresario el desarrollo de una mesa de contratación prácticamente en directo. Conviene recordar que nosotros sosteníamos entonces al susodicho alcalde de León. Pablo era muy consciente del peligro de estas grabaciones y su preocupación era intensa. Para entenderlo mejor tenemos que situarnos en el contexto.
Julio de 2018, a menos de un año de unas autonómicas y municipales en Castilla y León que nos iban a colocar, según todas las encuestas, en posición de decidir el gobierno de la comunidad. Era mucho lo que se jugaba y Pablo llevaba todo el año trabajando intensamente para descartar y colocar a posibles candidatos a las autonómicas. Su incompatibilidad con Luis Fuentes y las escasas capacidades de este, hacían dudar de que Fuentes fuera a ser el candidato a presidir la Junta. Yo tampoco le gustaba mucho, no era hombre dócil y le había desplazado de Valladolid. Sabía también que yo no iba a ser fácil de manejar. Ese año, casualmente, alguno de los artículos de El Mundo de Castilla y León, dirigido por Pablo Lago, hombre de confianza de Ulibarri, bebían de fuentes internas del partido. Periodistas de Valladolid nos confirmaron que Pablo Yáñez era “la fuente” de los mismos. El castigo a Luis Fuentes y a un servidor era particularmente incisivo en los mismos. Sirva como ejemplo una portada a cuatro columnas de El Mundo de Valladolid sobre una conferencia de gestión sanitaria que organizamos en el Congreso de los Diputados, repleta de datos y filtraciones internas a las que ningún periodista de Valladolid habría tenido fácil acceso. Otra pieza clave en El Mundo de Valladolid era Felipe Ramos.
Pocas semanas antes de las detenciones, el 6 de junio, en el programa de 'La Quinta Esquina', Felipe, alter ego de Lago, criticaba abiertamente mi intromisión en la política de Castilla y León e insistía reiteradamente en que yo descartara mi intención de presentarme a las elecciones autonómicas. Como uno es perro viejo, le afirme “categóricamente” que nunca me enfrentaría a Luis Fuentes. Yo ya era consciente de que Luis no sería el candidato y descartar eso era como descartar que no me enfrentaría a Caperucita Roja. Todo eran señales más que evidentes del interés de muchos en descartar candidatos a una formación que iba a ser clave en la futura administración autonómica.
Las sospechas sobre Pablo Yáñez y su relación con el entorno de Ulibarri no hicieron más que aumentar con la gestión del caso Enredadera. Se esforzó mucho en controlar la información, lógico siendo el secretario de comunicación. Lo que era menos razonable es que acabase sustituyendo el papel de nuestra portavoz en el Ayuntamiento de León, a pesar de que en un comité autonómico habíamos dejado claro que debían ser los portavoces y en concreto nuestra portavoz en el Ayuntamiento de León quien llevase la voz cantante. Su intromisión siempre rebajando nuestras exigencias acabó por provocar la protesta de nuestra portavoz y la mía propia. Toda esta actitud acabó en una crisis sin precedentes en el seno del partido en Castilla y León. Algunos presentamos nuestras quejas de manera reiterada y empezamos a sospechar que había algo que no estábamos entendiendo. Nuestra insistencia de ser mucho más duros en la exigencia de responsabilidades acabó en saco roto. El 1 de agosto, cuando ya eran públicas las conversaciones de Ulibarri y Silván, todo empezó a precipitarse en el comité autonómico. Mientras algunos insistíamos en aumentar la presión y valorar la dimisión de Silván, Pablo insistía en “no pasar pantalla”. El 5 de agosto remití un documento a la dirección del partido calificando como indefendible el mantenimiento de Silván y exigiendo una estrategia más contundente. Finalmente, el partido no respaldó la postura de votar la moción de censura contra Silván y este acabó salvando el pellejo. No, no me pregunten de quién era íntimo amigo Silván, ya lo saben.
La indignación con todo aquello me llevó a escribir un durísimo artículo en El Norte de Castilla el 8 de octubre de aquel año. Un silencio espeso se llamaba. Aún está en las redes si quieren leerlo. Aquel día, alguien se presentó en las Cortes de Castilla y León con el artículo subrayado y preguntando si era la postura de Igea o del partido. Aquel día sabía, ya por adelantado, que mi vida política en esta comunidad no iba a ser un camino de rosas.
Yáñez siguió maniobrando durante el resto del 2018 y ganándose elogiosos artículos en el periódico de Ulibarri “Pablo Yáñez en la estrategia del éxito en Andalucía”, publicado en diciembre de ese año tras el resultado de las andaluzas, fue una de esas loas que provocaban vergüenza ajena. El artículo dejaba claro que era él quien debía y quien iba a confeccionar las listas y la estrategia. Sin duda, estaba bien informado de lo que iba a suceder poco después. Intentó, también en ese tiempo, colocarnos un candidato por Soria afín a Pablo Lago. Candidato a quien ya había colocado él como secretario de comunicación en esa provincia. En enero otra “entrevista masaje” por parte de Felipe Ramos a Pablo Yáñez hizo rebosar un vaso que ya estaba lleno. Aquella sucesión de cosas acabó provocando que todo el comité autonómico enviara un informe sobre su actitud a la dirección del partido. El informe, por escrito, reflejaba todas nuestras sospechas sobre la relación de Pablo con el entorno del corrupto empresario. Era enero de 2019 y casi ninguno esperábamos la bomba que estallaría pocas semanas después. Pero el tic-tac ya estaba en marcha.
Dimite Silvia Clemente. 96 horas desesperadas
Estaba en mi despacho y le vi pasar delante de mi puerta camino del despacho de José Luis Villegas. Luis Fuentes entraba circunspecto y salía, poco después, en actitud lordótica. Caminaba agachado hacia delante y decidí salir tras él.
La noticia había saltado por la mañana. Silvia Clemente acababa de dimitir. Era 21 de febrero y Silvia se había despachado a gusto contra Mañueco. Abandonaba las Cortes de Castilla y León y el PP. Luis me lo confirmó. “El plan es genial, ella va de número uno y yo de dos por Valladolid. Yo seré presidente de las Cortes y si no salgo es porque nos hemos dado un batacazo. Ella dimitirá y yo entraré”. Ese fue el brillante razonamiento. Después de tomar un café con él y explicarle que aquello era un disparate mayúsculo subí al Congreso en busca de Villegas. Tuve que esperar a que acabase una reunión para que entrase en mi despacho, se sentase y me dijera sin rodeos “Sí, sí, sí. Ahora me vas a venir con lo de Ulibarri y todo eso”. “Exactamente Ville. Yo vine a quitarles no a ponerles. Puedo pasar por no quitarles, si no nos da la fuerza, pero ponerles de ninguna manera”. Fue una conversación tensa. He de reconocer que yo apreciaba a Villegas y sus cualidades como secretario general del partido. Pronto tendríamos ocasión de echarle de menos. Pero aquello era un disparate mayúsculo. Si unías los puntos: artículos en El Mundo de Castilla y León, actitud de Pablo Yáñez con los medios de Ulibarri, el pasado de Silvia y su relación con el grupo editorial y empresarial… te salía un elefante que no cabía en la habitación.
Volví a Valladolid dispuesto a intentar evitarlo a toda costa. Informé a Luis, quien me animó a intentarlo con frases muy elogiosas: “Eres el hombre más íntegro que he conocido”, me dijo.
Al día siguiente, el 22 de febrero, nos reunimos en las Cortes de Castilla y León Miguel Ángel, David Castaño, Pocholo, Mitadiel, Luis Fuentes y un servidor. Mitadiel me había mandado un escueto mensaje el mismo día 21: “Lo que decidas, estoy contigo”. Nunca hubo nadie más leal. En la reunión de Cortes todos estuvimos de acuerdo era un absoluto disparate y había que intentar evitarlo a toda costa. Se decidió realizar un dosier y remitirlo a Villegas. En ese momento les anuncié mi intención de competir contra Silvia Clemente si se acababa presentando como candidata. Miguel Ángel pronuncio una contundente frase que yo no supe entender en aquel momento. “NO VAS A GANAR, PACO”, lo repitió pausadamente cuando insistí en mi intención de hacerlo: “NO LO ENTIENDES PACO. NO VAS A GANAR”
Reunimos toda la información que teníamos sobre la candidata y sus antecedentes en la Consejería de Agricultura, así como todas las polémicas en las que se había visto envuelta y los asuntos judiciales pendientes que podían afectarla. Elaboramos un voluminoso dosier y el día 23 sábado cogí el AVE a Madrid y me reuní en una cafetería cercana al Congreso de los Diputados con Villegas. Le expliqué, además, mi intención de presentarme si proponían a Silvia, y me dijo que le estaba poniendo una pistola a Albert en la cabeza. “Al contrario, estoy intentando quitársela. Sois vosotros los que se la vais a poner. Si tomamos esa decisión es mejor que recaiga sobre todos. Que sean los militantes quienes decidan. No Albert”. De nada sirvió argumentar. Era una decisión tomada. Villegas me dijo algo que no he olvidado. “En el partido ya sabemos que eres el único del que no nos podemos fiar. Siempre te empeñas en hacer lo correcto”.
En previsión de que el partido mantuviese su intención de presentar a Silvia, ya habíamos activado una reunión de fieles para esa misma tarde del 23. Chemi era el cerebro y jefe de gabinete en la sombra de la candidatura. Mantuvimos una reunión esa tarde en mi casa y decidimos cómo sería la escenografía al día siguiente en la sede. Convocaríamos a la prensa y a los militantes para hacer un anuncio sin especificar. Ya todos sabían que Silvia sonaba como candidata y la filtración de la cutre fotografía de Yáñez con Clemente en un bar de Las Delicias de Valladolid lo dejó claro para todo el mundo. Enrique Rivero, Mitadiel, Marta Sanz, José Manuel Otero, David Martín, Chemi, Gloria Bañeres y Rafa Velasco dieron la cara aquel domingo 24 de febrero en una de las ruedas de prensa más excitantes de mi vida política. Muchos militantes se agolpaban junto a los periodistas. Hicimos crecer la tensión con un discurso sobre la necesidad de preservar los valores de Ciudadanos y la sala prorrumpió en aplausos cuando anuncié mi candidatura. “Habrá primarias porque yo me presentaré”.
“La política no puede ser la versión poligonera de House of Cards” fue la frase más celebrada y la que abrió 'El Intermedio' y una campaña llena de hostilidades que acabaría con un burdo intento de pucherazo.
SIGUIENTE CAPITULO: UN PUCHERAZO QUE ACABÓ EN OLLA PODRIDA