Maniquíes ultrarrealistas para gestionar la ansiedad de los estudiantes de Medicina antes de trabajar en el hospital
“Me ahogo”. Dos estudiantes de sexto año de Medicina entran en una imitación de una habitación de hospital. Ante ellos un paciente tumbado en la cama. La reproducción de un humano, con sus arrugas en la cara y pelo en la cabeza, impresiona. El maniquí los mira fijamente y pestañea. Parece que tiene vida y va a saltar de la camilla. Una máquina monitoriza el latido de su corazón. Al lado hay un enfermero. El 'dummy' se queja de que no puede respirar —el profesor pone la voz desde una cabina—. Los estudiantes tienen que decidir en apenas diez minutos qué hacer para salvarle la vida, como en la vida real, con un estrés muy similar.
Se trata de una clase de una asignatura de simulación clínica que los alumnos de último año de Medicina de la Universidad de Valladolid (UVa), hacen para reducir la ansiedad que lleva tomar decisiones de vida o muerte cuando estén en el hospital.
El profesor del Centro de Simulación Clínica Avanzada de la UVa, Francisco Martín—Rodríguez, explica que en 2017 comenzaron con este tipo de representaciones y les sorprendió que “había gente que entraba a hacer la simulación y al salir no recordaba lo que había hecho”. Este docente, junto con el profesor Miguel Ángel Castro Villamor, empezaron a analizar cómo afectaba el estrés al rendimiento de los estudiantes. “Había gente que se bloqueaba”. “Los alumnos que tenían niveles muy altos de ansiedad podían hacer algún ejercicio o ver alguna simulación antes de entrar y así reducir esta patología”, señala Martín-Rodríguez.
Para predecir la ansiedad que experimentan los alumnos, se utiliza un pupilómetro, “porque la pupila no engaña”, apostilla Martín Rodríguez. “No puedes controlar la voluntad porque está regulada por el sistema nervioso simpático”. Además, tras terminar la simulación los estudiantes hacen un test de ansiedad validado a nivel internacional. “Lo suyo es que acaben con más ansiedad al salir que al entrar, pero hay gente que no”. Martín Rodríguez también señala que si esta práctica funciona, en un futuro serían “capaces de predecir el nivel de ansiedad que puede tener el alumno solo con medir la pupila”.
Los estudiantes de quinto y sexto curso de Medicina realizan —con la ayuda de un enfermero— simulaciones de 10 minutos de casos que podrían encontrarse en una sala de Urgencias o en un centro de salud. A su vez, en el Área de Briefing el resto de sus compañeros —no más de ocho personas— ven en vídeo de lo que está ocurriendo en la simulación y debaten qué decisiones tomarían. Al acabar, los profesores y los estudiantes hacen un análisis y comparten en grupo las decisiones tomadas.
El objetivo es que se encuentren en situaciones lo más parecidas posibles a lo que se van a encontrar en el mundo laboral. Martín Rodríguez explica que “hay dos salas de simulación” pero que en breves comenzarán las obras de ampliación para contar con otras dos. El enfermero del Área de Simulación Clínica de la UVa, Daniel Viña Guerra, señala que es importante que los estudiantes de Medicina “valoren al paciente y tomen las decisiones según las variables que van apareciendo”.
El doctor destaca que es necesario “capacitar a los alumnos en la toma de decisiones”. Tras pasar por el hospital en las prácticas curriculares, Martín Rodríguez señala: “Aquí vienen a enfrentarse con ellos mismos y a tomar decisiones con un paciente”. “Intentamos que la situación sea lo más real posible porque en tres meses son licenciados en Medicina”, concluye Martín Rodríguez.
Viña Guerra destaca que el enfermero se encarga de “facilitarles la tarea a los estudiantes para que se centren en el aspecto de tomar las decisiones”. Además, la segunda vez que pasan por la simulación “suelen hacerlo mejor” al haber hecho ese primer contacto. “Hay cosas que tienen más en cuenta y no se quedan tan bloqueados”, apostilla Guerra.
Los maniquíes tienen las mismas funciones fisiológicas que una persona
Los maniquíes, catalogados ‘de alta fidelidad’, hacen prácticamente lo mismo que un humano. “Tienen todas las funciones fisiológicas que tiene una persona”, explica Martín Rodríguez. “Las pupilas son electrónicas. Habla, vomita, ríe, llora, suda, tiene ruidos cardíacos, ruidos pulmonares, ruidos intestinales, pulsos en todos los niveles e incluso se le puede intubar”, afirma Martín Rodríguez. Además de respirar, las constantes vitales de las representaciones van variando según el fármaco que determinan los alumnos. Viña Guerra explica que “cualquier acción que tomen los alumnos tiene su repercusión”.
María, Marina y Leticia son tres estudiantes de 6º curso de Medicina que, tras pasar por la simulación, consideran que este tipo de prácticas son muy necesarias. Al principio se ven “muy sobrepasadas” con “mucha inseguridad” e incluso se quedan en blanco, aseguran.
“Nunca nos toca tomar decisiones en las prácticas curriculares porque siempre estamos observando” y en esta situación “parece que nosotros tenemos la última responsabilidad”, señalan las estudiantes. Las futuras médicas explican que cuando se encuentran en la sala de 'Briefing' son capaces de elaborar un diagnóstico más acertado pero al enfrentarse ellas solas a la toma de decisiones “todo es angustia e inseguridad”.
“Es verdad que aprendes y los conocimientos los tienes, pero enfrentarte a la situación te bloquea”, explican estas estudiantes. Son conscientes de que están en último año y que en unos meses les tocará enfrentarse a situaciones reales. “Notas que te falta mucho manejo de medicamentos y de práctica porque al final lo ves todo muy teórico”. Sin embargo, ahora consideran que están mucho más preparadas. “Las primeras veces que lo haces no tienes ni idea, pero ahora estamos más seguras”.
Además de las simulaciones, los estudiantes de Medicina realizan talleres para aprender a hablar con los pacientes. “Tienes que ser empático, tenemos que tratar con diferentes tipos de personas” y a veces comunicar “buenas y malas noticias”. “Este tipo de prácticas nos resultan muy útiles”, concluyen las estudiantes de último año.
Este tipo de prácticas ayudará a futuros profesionales como María, Marina y Leticia a tomar mejores decisiones cuando se tengan que enfrentar a los problemas de una sala de urgencias en vez de los de un maniquí 'ultrarrealista'.
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