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OPINIÓN

25N: No más silencios

Pancarta contra la violencia machista durante una movilización por el día de la mujer trabajadora

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Son aproximadamente las 7 de la mañana. Miro a los lados mientras introduzco, aliviada, las llaves en la cerradura de la portería. No te confíes, pienso, todavía no. Falta el ascensor. Vuelvo a introducir las llaves en la cerradura, en esta ocasión de mi casa. Ahora sí. Desconecto la ubicación a tiempo real que le he enviado a Marta, mi mejor amiga, y respiro. Le envió un mensaje: “Ya en casa. Todo ok. Un beso”. Es el mismo mensaje que me envío con ella y otras amigas cuando salimos a cenar juntas. Y como nosotras, tantas. Pero en realidad hoy no regreso de cena sino de hacer mi horita de running diaria antes de empezar el día. Pienso en cuántos hombres deben enviar su ubicación en tiempo real cuando salen a correr, en cuántos deben enviar un mensaje de “he llegado sano y salvo”. Siempre las mismas preguntas. Y siempre la misma respuesta: el patriarcado.

El patriarcado es el sistema en el que hombres y mujeres hemos vivido desde el inicio de la Historia. Algunos y algunas lo sitúan en el Neolítico, con el inicio de la propiedad privada. Se caracteriza por ser un sistema en el que los hombres se creen y actúan como “superiores” a las mujeres. Su supuesta superioridad se basa en la fuerza física pero se fundamenta en el género. La construcción social y cultural que nos dice cuál es el papel de unas y otros en la sociedad. Para perpetuar el poder masculino, se utiliza la violencia machista. La violencia es el instrumento al servicio de los hombres para mantener su poder. No todos la utilizan, es cierto. Pero sin esa violencia como amenaza no se hubiese perpetuado el machismo durante siglos. Según el Centro de Investigaciones Sociológicas, en España la ejercen 600.000 hombres. Por lo tanto, 600.000 mujeres son violentadas día tras día. 1.118 ya no lo están. Han sido asesinadas por sus parejas o ex parejas. 600.000 potenciales asesinos andan sueltos. Y lo hemos normalizado. Como si fuese irremediable. Como las violaciones. Una cada 4 horas. Silencio.

Nosotras, las mujeres, vivimos en una situación de pánico constante, de inseguridad perpetua, de terror permanente. Somos supervivientes de un sistema que nos oprime hasta la muerte. Todas y cada una de nosotras somos potenciales víctimas del machismo. Urge que los poderes públicos declaren la emergencia que supone que la mitad de la población esté en situación de riesgo vital. Urge que se priorice de una vez por todas y sin titubeos la lucha contra la violencia machista. No se pueden optimizar recursos cuando hay asesinadas en sus hogares, y agresiones sexuales y violaciones en las calles y plazas de nuestros pueblos y ciudades. Urge que se legisle, como lo hizo Zapatero con la Ley de Igualdad o con la Ley contra la violencia de género; como los está haciendo Pedro Sánchez con la Ley del 'Sólo sí es sí'. Urge que optimicemos la gestión para ser efectivos en la implementación de circuitos de prevención y atención, de protección y sensibilización. Urge porque la vida de cientos, de miles de mujeres está en juego. Urge acabar con el negacionismo de la violencia de género que perpetua el régimen hegemónico. Urge también acabar con el silencio y con los minutos de silencio. Y urge que los hombres abandonen las armas, renuncien a sus privilegios de género y se unan al cambio social por la igualdad. Juntas y juntos para construir una sociedad en la que las mujeres podamos vivir seguras, podamos vivir en paz.

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