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Vox abre su campaña en Catalunya y apela al voto obrero desencantado con los socialistas

Abascal, durante un acto de precampaña.

Pol Pareja

La ultraderecha ha elegido L’Hospitalet de Llobregat, en el llamado cinturón rojo barcelonés, para dar el pistoletazo de salida a su campaña. Vox ha reunido a más de 2.000 personas en un acto que ha contado con el presidente del partido, Santiago Abascal, y con el diputado elegido en Barcelona en los anteriores comicios, Ignacio Garriga. Abascal, recibido a gritos de “presidente” ante un mar de banderas españolas, ha centrado buena parte de sus mensajes hacia los votantes socialistas que se sienten “traicionados” y “abandonados a merced del separatismo”.

En las últimas generales, el PSC se impuso en este municipio de 260.000 habitantes con el 36,27 % de los votos. Los tres partidos de derechas, por su parte, sumaron el 24,53%. Abascal, sin embargo, ha apelado a todos los votantes que estos días “viven en la zozobra” y cuyos hijos les preguntan “si estamos en guerra” al ver los disturbios por televisión. “Tendemos la mano a la gente que con buena fe votó a los socialistas y hoy se sienten abandonados”, ha añadido. “Les decimos que Vox es su casa”.

“Me alegro de estar en L’Hospitalet porque no hay un solo lugar en toda España donde se pueda comprobar mejor la gigantesca traición del PSC a sus votantes”, ha insistido con vehemencia ante un público entregado. “Os dijeron que defenderían a los más necesitados, que estarían con la clase obrera: os mintieron y os han dejado a merced del separatismo”

La transversalidad que pretende abarcar el partido se veía en el público que ha acudido al recinto de La Farga. Había mucha gente mayor, pero también un buen puñado de jóvenes, empezando por las decenas de voluntarios que coordinaban todos los aspectos del acto. Los trabajadores se mezclaban con ejecutivos engominados mientras que inmigrantes compartían asiento con vecinos de estética ultra.

El partido de ultraderecha, disparado en las encuestas, pretende conseguir un segundo diputado por Barcelona y por eso ha cargado también contra el resto de partidos conservadores. Tanto el líder del partido como el diputado Garriga han cargado contra el PP -“la derechita cobarde”- Ciudadanos -“la veleta”- e incluso contra Sociedad Civil Catalana, la principal entidad constitucionalista de Catalunya: “Una asociación manipulada por los partidos políticos”.

Abascal ha insistido en todo momento en la “situación de emergencia nacional” que vive Catalunya mientras el público gritaba “Puigdemont a prisión”. Ha denunciado el “golpe de Estado permanente” en el que vive la comunidad y ha asegurado que, de ser presidente, el mismo 11 de noviembre ordenaría la detención del “capo de los CDR”, el president de la Generalitat, Quim Torra. “Lo peor que le puede pasar a un catalán es dejar de ser español”, ha dicho convencido el presidente de Vox.

El catálogo de ataques del partido no se ha limitado a los cargos y partidos mencionados. También ha habido tiempo para cargar contra los inmigrantes ilegales, contra Pedro Sánchez y especialmente contra la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, cuyo nombre generaba una buena dosis de insultos entre el público cada vez que era mencionado.

Garriga ha asegurado los barceloneses “ven barrios tomados por la inmigración ilegal que quema la calle y roba cuando no viola” ante aplausos de los presentes. A su vez, ha cargado contra la Generalitat por “subir la paga a los MENAS [menores tutelados] mientras nuestras viudas tienen las pagas más bajas de toda Europa”. A Sánchez, que ha quedado en segundo plano en los ataques de de Abascal, le han tildado de “traidor” porque en “un momento de emergencia nacional” su prioridad ha sido “desenterrar un muerto y enfrentar a los españoles”.

Sin soltar una sola medida concreta de carácter social, Abascal ha planteado su receta a pocos minutos de acabar su discurso: “Unidad unidad y unidad. Es lo único que hay que ofrecer a los españoles que han perdido en muchos casos la esperanza de futuro”.

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