La gran paradoja en el reparto del Govern que se negocia entre ERC y Junts per Catalunya es que, habiendo quedado por delante y mejorado los resultados anteriores, los republicanos podrían perder competencias y áreas de gestión respecto a la última legislatura. Esta es una consecuencia de tener la presidencia y una contradicción que, en el año 2018, los de Carles Puigdemont aceptaron. En el último Govern, Pere Aragonès controlaba 3 de cada 4 euros de la Generalitat y la mayoría de las consellerias de peso. Ahora Junts reclama dar la vuelta al calcetín y simplemente traspasar los departamentos de un partido a otro. Algo que ERC intenta evitar, pues quiere tener el control, al menos, sobre una parte de la maquinaria económica.
En concreto, los republicanos piensan en desgajar el comisionado encargado de repartir las ayudas europeas, que quedaría bajo el mando de la presidencia o, como último recurso, bajo un departamento controlado por ERC. A cambio, el futuro president no pondría problemas a que Junts tenga competencias en materia financiera. Un comisionado para el que ya señalaron un nombre en campaña, el del actual concejal de Barcelona Miquel Puig, y que gestionaría unos fondos que hasta el momento no existen como tal, pero que forman parte de un ámbito que siempre se había alojado en la vicepresidencia de Economía y Hacienda (ERC) y, en parte, en el departamento de Empresa (Junts).
El puesto que Aragonès plantea para Puig es el de máximo responsable de elegir, coordinar e impulsar los proyectos de transformación económica que la Generalitat desea que reciban financiación de los fondos Next Generation Europe. Una función que hasta ahora ha realizado un comité asesor dependiente de la vicepresidencia y del que Puig es miembro, pero que en la nueva etapa necesitará competencias ejecutivas, según creen los republicanos. Esta sería además una fórmula similar a la elegida por el Gobierno a nivel estatal para canalizar y repartir los fonos, mediante una oficina que dirige el presidente Pedro Sánchez y su equipo más estrecho.
La ubicación del comisionado de Puig es solo una parte del rediseño de la estructura de la Generalitat que Aragonès ha ido esbozando en público. Otra es la creación de dos departamentos, de Acción por el Clima y de Feminismos, dos nuevas carteras que incorporarían competencias de otras consellerias actuales. Pero todo esto es hoy por hoy solo una aspiración de los republicanos. Fuentes de las negociaciones explicaban a este diario a finales de la semana pasada que, por el momento, los equipos no habían comenzado a discutir sobre la estructura del Govern y el reparto de carteras. “Cuando nos lo planteen, si lo hacen, ya hablaremos”, esquiva una fuente de Junts sobre la posibilidad de fragmentar la actual vicepresidencia.
El guión negociador seguido por ERC y Junts comenzó por el marco general de programa para la legislatura, continuó por consensuar las líneas concretas de la acción política del nuevo Govern –punto en el que se hallaban la semana pasada– y, a partir de aquí, deben seguir con consensuar el reparto de carteras y sus ocupantes.
El objetivo de ambos es llegar a un acuerdo completo antes del viernes que viene. Pero, a menos de una semana de ese momento, algunas voces comienzan a mostrar impaciencia. “Cuesta mucho que [los representantes de Junts] hablen de cosas concretas, todo el rato quieren darle vueltas a la estrategia independentista”, reconoce una voz de los republicanos. “Primero lo que es importante, luego lo demás”, rebaten en la formación de Carles Puigdemont. De momento lo que ya ha conseguido ERC es llegar a un preacuerdo con la CUP para que los anticapitalistas apoyen la investidura de Aragonès. En materia social y a falta de una mayor concreción, ERC y la CUP han acordado “impulsar una agenda legislativa catalana en materia de vivienda” así como “actualizar los protocolos para evitar desahucios a personas en riesgo de vulnerabilidad”. Además, ambas formaciones han pactado suspender el uso de las balas de 'foam' por parte de los Mossos d'Esquadra mientras no se publiquen los protocolos sobre el uso de estos proyectiles policiales. El acuerdo deberá ser ahora ratificado por las bases de los anticapitalistas. ERC y la CUP suman 42 escaños, por lo que para que Aragonès sea president todavía es necesario que Junts se sume al acuerdo independentista y poder alcanzar así la cifra de 68 escaños, la mayoría absoluta del Parlament.
El debate sobre las carteras
Junts considera que el reparto de carteras debería limitarse a que ellos entran en las que ERC tuvo la legislatura pasada y viceversa, más allá de algún pequeño retoque o intercambio que pueda plantearse. Por ejemplo, es conocido que en el año 2018 los de Puigdemont optaron en el último momento por ceder la gestión de Educación a ERC, a cambio de que ellos pudieran mantener Cultura. Así, si mantuvieran aquella voluntad y quisieran volver a poner un conseller de Junts al frente de las políticas culturales, lo lógico sería que permitiesen a ERC retener otra de las consellerias de peso.
Todo está abierto pero el equipo de JxCat no contempla un rediseño general, como sí quisiera ERC, que ha tanteado posibilidades como dividir la gran cartera económica en dos áreas, Economía, por un lado, y Hacienda por otro. “¿Eso significa dos consellers económicos de Junts? No lo vemos mal”, ironiza una fuente de la formación, dejando claro que por muchos cambios que se pretendan hacer, ellos pelearán por retener todas las competencias que consideran que les tocan.
Aunque en la formación de Laura Borràs insiste en hablar de “empate técnico” en las últimas elecciones, en la sala de máquinas de Junts han tomado buena nota de cómo ERC les ha pasado por delante con una propuesta muy centrada en la gestión y pese a haber estado al frente de todas las consellerias de más desgaste durante la pandemia. Por eso están centrados en ocupar ahora puestos como el de la vicepresidencia económica, en la que muchos ven a Elsa Artadi, aunque nada está decidido. El aterrizaje de Borràs en la presidencia del Parlament fue un movimiento promovido y bendecido desde diferentes corrientes del partido, de Waterloo a Lledoners, y era considerado útil precisamente porque abría el paso a Elsa Artadi para hacerse cargo del aparato económico de la Generalitat, un puesto en el que Borràs podía haberse sentido menos cómoda.
Más allá de las competencias de cada cual, de Artadi los suyos destacan su capacidad para llegar a acuerdos y tener mejor comunicación con ERC. De hecho, Aragonès y Artadi ya trabajaron en un mismo Govern entre 2015 y 2018, aunque ambos en puestos de rango menor a los que ahora espiran. Ese binomio puede funcionar, como en cierta manera también fluyó la comunicación entre Aragonès y Meritxell Budó cuando Quim Torra quedó inhabilitado. Y esto, que haya entendimiento y no una legislatura jalonada por las peleas constantes como lo fue la última, sí es un objetivo que comparten los dos socios, que también negocian mecanismos para dirimir posibles conflictos o diferencias sin que eso afecte al Ejecutivo ni a la coordinación de los grupos independentistas en el Parlament.