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Barcelona: hacia la ciudad escaparate

Protesta ante la estatua de Colón, en Barcelona. /CARMEN SECANELLA

Jordi Mumbrú

Barcelona —

Cualquier empresa que esté dispuesta a invertir tiene su espacio en Barcelona. En un momento de recesión económica, es una buena noticia que la capital catalana siga siendo un polo de atracción para muchas empresas, ya que las finanzas de la ciudad se ven reforzadas. Pero las últimas decisiones del Ayuntamiento de Barcelona de externalizar y privatizar servicios están llegando, según muchos vecinos, a un nivel exagerado.

En poco más de dos años, ya hay una larga lista: convertir el puerto marítimo en una marina de lujo; suspender el Plan de Usos de Ciutat Vella para volver a atorgar licencias; privatizar la gestión de las guarderías, los aparcamientos municipales y los servicios funerarios, y poner a la venta el nombre de las estaciones de metro y autobús.

Todas estas privatizaciones de servicios públicos se hacen, según el Ayuntamiento, pensando en el bienestar de los ciudadanos pero, en cambio, cuentan con las críticas de los partidos de la oposición y de las asociaciones de vecinos. Esta es una lista de algunos de estos episodios:

Un Puerto de lujo en medio de la Barceloneta

Durante el mes de febrero se produjo uno de los ejemplos más claros y controvertidos sobre la privatización del espacio público: la aprobación de reconvertir el Puerto Viejo en una Marina de Lujo. La transformación se aprobó, como es habitual en esta legislatura, gracias al acuerdo entre CiU y el PP y con los votos contrarios del PSC, ICV- EUiA y Unitat per Barcelona (ERC). Desde la oposición se pedía una consulta ciudadana para saber qué pensaba la ciudadanía, pero el alcalde, gracias al apoyo del PP, desestimó la posibilidad. Tanto los vecinos afectados como ICV criticaron duramente la opacidad del proyecto y también la violencia que conlleva atracar yates de hasta 170 metros de eslora en medio de un barrio obrero.

El tercer teniente de alcalde de Hábitat Urbano, Antoni Vives, había visitado meses antes la feria de yates de Mónaco para vender el proyecto, que gestiona el Salamanca Group, y aseguró que Barcelona es una ciudad “abierta a los negocios” y “donde se puede juntar la riqueza de la cultura con la cultura de la riqueza”. En aquella intervención, el teniente de alcalde también aseguró, para intentar ganarse la confianza de los inversores, que los barceloneses son muy “agradables y simpático”.

El proyecto, que asusta mucho a los vecinos del barrio, ya está en marcha.

Nuevas licencias en Ciutat Vella

Una de las decisiones que ha generado más polémica es la modificación del Plan de Usos de Ciutat Vella, que sacó adelante el gobierno graciasal apoyo del PP durante el mesde julio. La suspensión de licencias para evitar la proliferación de locales de restauración (como bares, discotecas y hoteles ) se aprobó en 2010, después de largas negociaciones y incansables debates. El objetivo era proteger la calidad de vida de los vecinos del centro y también el corazón de la Barcelona antigua. El cerebro del proyecto fue el de la concejal independiente del gobierno de Jordi Hereu (PSC) Itziar González, que contaba con el apoyo de muchos vecinos pero con la firme oposición de muchos empresarios, principalmente hoteleros, que querían seguir explotando las oportunidades que da el casco viejo de Barcelona. Con el cambio de gobierno, las presiones lograron sus objetivos.

Los vecinos y los partidos de la oposición protestaron enérgicamente, denunciando que si abren más hoteles y discotecas en Ciutat Vella, el barrio será insoportable. Se trata del distrito de la ciudad con más densidad de población y hay que añadir todas las visitas de los turistas, que dificultan el día a día y sobre todo la noche, de muchos vecinos. Pero la concejala del distrito, Mercè Homs, dijo que el gobierno estaba dispuesto a “asumir riesgos”.

Privatizaciones de aparcamientos y Servicios Funerarios de Barcelona

El pleno municipal del mes de junio sirvió para aprobar también la privatización de 26 aparcamientos municipales, todos ellos en lugares estratégicos de la ciudad. La fórmula se empezará a aplicar a principios de 2014 y prevé la creación de una empresa mixta (60% privado y 40% pública). El Ayuntamiento ingresará 100 millones de euros por esta privatización, pero perderá patrimonio y dejará de ingresar los beneficios que daban estos aparcamientos. El presidente del Grupo Municipal Socialista, Jordi Martí, pidió que se mantenga la gestión en manos de B:SM, una empresa municipal “modélica en gestión y solvencia”. Sin éxito

El Ayuntamiento rechaza que se trate de una privatización y habla sólo de “concesión”. Una parte de este dinero se destinará, según el compromiso municipal, a la construcción de pisos de alquiler social.

El gobierno de Jordi Hereu ya privatizó el 85% de los Servicios Funerarios de Barcelona, una empresa muy rentable. El gobierno de entonces defendió que el 15% de las acciones que mantenía era suficiente para garantizar que los precios no se dispararían y que siempre tendrían un cierto control de un servicio tan sensible como este. Aquella operación ya supuso una venta importante de un servicio público, pero el alcalde actual está dispuesto a continuar y privatizar todo el servicio. El debate aún debe producirse, pero muy probablemente, contarán con el apoyo del PP.

Sobre la mesa está también la voluntad de privatizar la gestión de más guarderías, el servicio de inspección de licencias de terrazas y veladores. También existen otras privatizaciones o externalizaciones de servicios que han fallado, como la venta del Parque de Atracciones del Tibidabo, las Puertas de Collserola o el barrio de lujo Blau@ictinea que querían levantar el Puerto, junto a Montjuïc.

Colón, del Barça

Vestir la estatua de Cristóbal Colón con una camiseta del Barça, a cargo de la multinacional Nike, fue una de las primeras demostraciones de que cada vez hay más elementos a la venta en la capital catalana. La justificación del alcalde Xavier Trias en aquella ocasión -era el mes de marzo de 2013- fue que como el monumento estaba en obras, la campaña publicitaria era legítima. La Ordenanza de Paisaje Urbano contempla esta posibilidad, pero está pensada para las fachadas de los edificios. Por la venta de la imagen de Colón, situado abajo del todo de La Rambla y bien a la vista de miles de turistas, el Ayuntamiento ingresó 100.000 euros que destinó, según repitieron decenas de veces, a las entidades sociales.

La medida generó mucha polémica porque representaba vender un símbolo de la ciudad, y, además, porqué encendió los ánimos de los seguidores del RCD Espanyol, que recordaron que en la ciudad hay diferentes clubes de fútbol. Después de toda la polémica, el alcalde Trias se comprometió a prestar una “atención especial” en futuras ocasiones para evitar que “se produzcan situaciones de susceptibilidad”.

“Aumentan las desigualdades”

Todas estas iniciativas suponen un claro cambio de modelo en la manera de entender el urbanismo en la capital catalana. El geógrafo y urbanista Jordi Borja, en declaraciones a Catalunya Plural, explica que “con la excusa de la crisis se está extendiendo la voluntad para privatizar la ciudad y beneficiar a una minoría empresarial y también a una minoría política”. Borja advierte que se está convirtiendo “la sociedad en mercancía” y que este cambio supone “aumentar las desigualdades sociales”. Según el urbanista, los ciudadanos reciben “un salario directo” de su ciudad, en forma de bienestar. Pero cuando se privatizan espacios o servicios “o bien los pagas o bien son excluyentes. Por ejemplo, convertir Ciutat Vella en una zona de hoteles dará beneficio a los comerciantes que vendrán, no a los que hay ahora, y a los hoteleros, pero se tenderá a expulsar los vecinos de las clases populares”.

Además de ser un ejemplo de un modelo insolidario, el cambio del Plan de Usos de Ciutat Vella también es “una manera de matar la gallina los huevos de oro , ya que, al final, se reducirá la calidad de la oferta y dejará de ser una zona turística”. Borja reivindica el difícil equilibrio entre crear excedente y tener en cuenta el bienestar de la ciudadanía.

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