Albert Batlle, la apuesta de Colau por la vieja política para luchar contra la inseguridad
El flamante teniente de alcalde de Seguridad de Barcelona, Albert Batlle, se ha convertido en el primer protagonista del verano en la capital catalana. Más de 100 policías evitarán día y noche el, en palabras de Batlle, “intolerable 'top manta”, adjetivo que los correlegionarios de la alcaldesa apenas utilizaron la pasada legislatura. Con Batlle, la denominada vieja política, tan denostada por los 'comuns' hace unos años, tiene a uno de sus representantes al frente del área más sensible del gobierno municipal.
Batlle (Barcelona, 1953) fue el número tres de la lista del socialista Jaume Collboni, pero milita en Units per Avançar, el partido heredero de Unió Democràtica que ya suscribió una alianza electoral con el PSC en las últimas elecciones al Parlament. Católico practicante, Batlle es la cuota democristiana en un Ayuntamiento que conoce como la palma de la mano. Y es que la carrera de Batlle empezó precisamente como concejal de Barcelona por el PSC en 1983, cuando la ahora alcaldesa tenía nueve años.
Ubicado en el sector catalanista del PSC, Batlle ocupó a lo largo de veinte años la concejalía del distrito de Horta-Guinardó, la de Deportes y la de Relaciones Institucionales. En 2003 cruzó la plaza Sant Jaume y fue el secretario de Servicios Penitenciarios del 'tripartit' hasta 2011, cuando fue nombrado director adjunto de la Oficina Antifraude y tuvo que dejar la militancia socialista porque el cargo es incompatible con pertenecer a un partido.
Su experiencia en la gestión le valió que el entonces conseller de Interior, Ramon Espadaler (Unió) lo escogiera como director general de los Mossos en 2014, cargo que, pese a su pasado socialista, mantuvo en el Govern de Carles Puigdemont. Logró pacificar el cuerpo tras una etapa convulsa en la que los Mossos estaban muy cuestionados por casos como el de Juan Andrés Benítez y Ester Quintana. Con la llegada de Batlle, los Mossos indemnizaron a Quintana tras reconocer la autoría policial del disparo, si bien no hallaron al agente concreto que dejó sin ojo a la vecina de La Verneda.
Batlle dejó el cargo en vísperas al 1-O en desacuerdo con la vía unilateral, tal y como él mismo relató en el juicio del procés, donde no dudó en situar a la Policía catalana fuera del plan soberanista. “Siempre dije que los Mossos debían cumplir la ley, y así fue”, proclamó en una declaración ante el Supremo donde lejos de cumplir con las expectativas de la Fiscalía (que lo había propuesto como testigo) se alineó con la tesis de las defensa del exconseller de Interior Joaquim Forn.
Izquierda y seguridad
El cumplimiento de la ley fue precisamente el estandarte con el que Jaume Collboni, presentó a Batlle como número tres en marzo de este año. Ya entonces el PSC lo situó como teniente de alcalde –en el primer gobierno de Colau la Seguridad tenía un rango menor, el de comisionado–. Batlle encarna el ideario clásico del PSC en Barcelona, que defiende las políticas de seguridad y civismo como patrimonio de la izquierda para no cederlas en exclusiva a la derecha.
Corredor de maratones y aficionado al senderismo, Batlle afronta el reto de combatir el aumento de la delincuencia en Barcelona: los robos con violencia aumentaron un 28% en el primer trimestre del año respecto a 2018, y los hurtos lo hicieron un 9%. Tras casi una década sin estar entre las preocupaciones de los barceloneses, la inseguridad vuelve a ser el principal problema de la ciudad a juicio de los vecinos.
La oposición –que aprovechó estos datos para desgastar a Colau en campaña– e importantes actores económicos como el sector hotelero quieren resultados inmediatos. Sin embargo, la principal demanda del Ayuntamiento (un cambio en el Código Penal para endurecer las penas a los ladrones reincidentes) se antoja como una larga carrera de fondo habida cuenta de la inestabilidad política en el Congreso. Por el momento, Batlle ya se ha reunido con los Mossos, Policía y Guardia Civil así como con el fiscal superior de Catalunya, Francisco Bañeres, para reclamar al Ministerio Público más contundencia.
“Batlle está como pez en el agua en este gobierno municipal”, asegura un antiguo compañero del Ayuntamiento. La misma fuente destaca que Batlle cumple con creces tres requisitos necesarios e importantes para dirigir la Guardia Urbana gracias a su carrera política: experiencia en temas de seguridad, conocimiento sobre el terreno del cuerpo y de la ciudad y capacidad de interlocución con otras administraciones.
Tras una reunión con la alcaldesa, Batlle fue nombrado teniente de alcalde de Seguridad en junio, ya fuera porque Colau se convenció de que el responsable de la Guardia Urbana no podía quedarse en un comisionado o porque, de este modo, ella cedía al PSC-Units per Avançar la cartera que más incomodó a los 'comuns' el pasado mandato. ¿Batlle puede suponer un choque con el alma más activista de BComú? Su antiguo colega niega la mayor y descarta que haya versos libres: “El PSC y BComú acordaron un programa de gobierno muy específico antes de nombrar a los cargos”.
Muestra de ello es el espaldarazo que Colau ha dado este martes a Batlle tras su polémica de la semana pasada sobre el retorno de los menores migrantes no acompañados a sus países. “El teniente de alcaldía ya aclaró que se refería a un programa de retorno que ya existe y que solo se aplica en casos voluntarios”, ha precisado Colau, que ha vuelto a reclamar al president Torra, este martes en persona, más mossos para Barcelona.
Al llegar a la alcaldía en 2015, Colau apostó porque el abordaje del 'top manta' no fuera “policial” sino “social”. Cuatro años después, la alcaldesa y su equipo han ganado en pragmatismo y abogan por combinar ambas. Este mismo martes Colau no ha dudado en recordar que la venta ambulante es “ilegal”, por lo que la policía tiene que actuar. Aunque, a diferencia de Batlle, no ha tildado el 'top manta' de “intolerable”.