El equipo de la alcaldesa Ada Colau suma una nueva victoria, aunque con matices, en su cruzada por cumplir uno de sus principales compromisos: hacer sostenible el turismo en Barcelona. Uno de los principales proyectos hoteleros de la ciudad puso ayer el freno de mano y replanteó su propuesta. Finalmente, el edificio del Deutsche Bank, situado en pleno corazón de Barcelona, no se convertirá en un hotel de lujo. Eso sí, el grupo KKH no renuncia del todo al proyecto y hará “pisos de calidad y oficinas”. Una modificación que, como mínimo, no aumentará la edificabilidad del edificio, una de las principales preocupaciones vecinales de la zona.
La noticia tiene mucho de simbólica. Primero porque la rectificación del grupo KKH tiene su origen en la moratoria de licencias hoteleras que impulsó Barcelona en Comú el pasado mes de julio. Una iniciativa muy criticada por el sector y la oposición pero que, con la cancelación del hotel del Deutsche Bank, se demuestra efectiva. Y, segundo, porque el proyecto estaba estrechamente vinculado al modelo de ciudad que defendió el gobierno de Xavier Trias, a menudo en colaboración con el PP. De hecho, fue el mismo líder popular, Alberto Fernández Díaz, quien hace unos meses anunció la operación y su consecuente modificación urbanística.
La vieja alianza entre convergentes y populares no ha pasado por alto este jueves la teniente de alcaldía de Ecología, Urbanismo y Movilidad, Janet Sanz. “Hoy celebramos que Barcelona sale ganando, porque el hotel promovido por CiU y el PP que alteraba la edificabilidad en un entorno emblemático de la ciudad y que había generado un gran rechazo vecinal no saldrá adelante”. En su intervención Sanz ha valorado la comprensión de los promotores que, según la edil, “han entendido cuál es el debate que se está produciendo en la ciudad y a nivel ciudadano”. Algo que ha contrapuesto a la “barra libre” hotelera de anteriores mandatos.
La intención del grupo promotor KKH es ahora promover un nuevo proyecto. Según informa el grupo privado, el edificio se rehabilitará para hacer pisos de lujo y oficinas. Algo que el ayuntamiento pretende estudiar y debatir con los vecinos a través de los consejos de barrio y de distrito. Según el gobierno, “hoy en Barcelona puede haber actividades y propuestas que no vayan en contra del interés público y mantengan el atractivo por un interés privado”. Un equilibrio que, de momento, no ha impedido que algunos colectivos vecinales –como el de la Barceloneta, que se manifestó durante el pregón de la Mercè— sigan incómodos y, mucho menos, que el sector turístico vea con buenos ojos las políticas del consistorio.
La plataforma vecinal, Gràcia cap a on vas?, una de las más críticas con el hotel de lujo, ha celebrado la noticia, aunque ha rechazado la idea de que la torre albergue pisos de lujo. “El modelo de barrio no elitista por el que trabajamos choca tanto con el hotel como con los posibles pisos de lujo” explicaba Héctor Panizo a Barcelona FM.
La moratoria hotelera contra el lobby turístico
La moratoria hotelera contra el lobby turísticoLa masificación turística que sufre la ciudad fue uno de los hilos conductores de la campaña que llevó a Colau hasta la alcaldía de Barcelona. Por eso, el 2 de julio la alcaldesa detuvo la concesión de licencias para la apertura de nuevos establecimientos turísticos –entre ellos hoteles, pisos turísticos, hostels– durante un año. La moratoria impedirá la apertura de 27 hoteles más a parte de la del Deustche Banck, como el del edificio del Banesto de plaza Catalunya, propiedad de Amancio Ortega, o la antigua fábrica Henkel en Gràcia. En palabras de la alcaldesa: “una moratoria preventiva, cautelar y provisional”.
Sin embargo, la decisión de Colau no sentó nada bien a los lobbies turísticos ni a la oposición. Patronales como los gremios de Hoteleros de Barcelona, Turismo de Barcelona, Apartur o ProHut manifestaron su malestar y han iniciado una campaña contra las políticas de Colau, forzando a los partidos más conservadores a tomar cartas en el asunto. Incluso el conseller de Empresa y Empleo Felip Puig, llegó a tildar de “tics autoritarios” las iniciativas de Colau, que acabó cediendo un peldaño la ambición de la moratoria. Hasta el punto de comprometerse a revisar “caso por caso”, como sucedió en la “excepción” de la Torre Agbar, donde un fondo inversor construirá finalmente un hotel de lujo.
La campaña también ha llegado a la vía penal. Según el grupo municipal de Ciutadans, 18 de las empresas que presentaron hasta 41 proyectos hoteleros afectados por la suspensión de licencias turísticas preparan demandas contra el Ayuntamiento de Barcelona. Lo adelantó a mediados de septiembre la presidenta grupo municipal del partido naranja, Carina Mejías, en la comisión de Economía y Urbanismo, que fue forzada por su partido y el PSC. Unos y otros, y por supuesto CiU y el PP, le recriminan a Colau “la pérdida de puestos de trabajo” que suponen sus políticas. Algo que se ha vuelto a escuchar este jueves con el Deustche Bank.