El gobierno de Barcelona en Comú ya se va habituando a las dificultades de gobernar en minoría, con 11 de 41 concejales, y las constantes convocatorias electorales no ponen fácil llegar a acuerdos en el consistorio. La suspensión el pasado lunes del pleno extraordinario para votar la ampliación presupuestaria es el capítulo más reciente de una odisea en busca de la estabilidad. Para aprobarlo los de Colau necesitaban el apoyo de ERC, con cinco concejales, y el PSC, con cuatro, y, cómo mínimo, la abstención de los tres de la CUP. Fueron estos últimos los que rechazaron la propuesta de Barcelona en Comú y reclamaron seguir negociando acuerdos. El resultado se verá en los próximos días, pero el gobierno municipal necesita hacer equilibrios entre estas tres fuerzas para conseguir la estabilidad.
Hace meses los partidos ya dejaron claras las dificultades sobre la mesa. La CUP no tiene intención de entrar a formar parte del gobierno municipal. ERC y PSC sí estan dispuestos a ello, pero no juntos. Los republicanos no están dispuestos a compartir ejecutiva con el partido socialista, y para el PSC un pacto con ERC tendría que pasar por dejar de lado el debate soberanista. En este escenario, las conversaciones se han tenido que dar por separado y la entrada en el gobierno municipal del PSC de Jaume Collboni hace semanas que está sobre la mesa.
Sin embargo, la relación entre los dos grupos parece enfriarse. Hace dos semanas el concejal socialista Daniel Mòdol se enfrentaba al gobierno municipal reclamando el derrumbe del centro social Can Vies. La falta de apoyo de Podemos a la investidura de Pedro Sánchez tampoco ha animado a los socialistas. Las negociaciones llevan meses en marcha pero no fructifican. Si bien los de Collboni no pierden ocasión para expresar públicamente su voluntad de entrar en el gobierno y dar más estabilidad al equipo de Colau, en la mesa de negociación exigen más de lo que Barcelona en Comú está dispuesta a ceder. Los socialistas quieren contar con áreas tan relevantes como la de economía, y los comunes no están dispuestos a entregar tanto poder a los que han gobernado la ciudad durante décadas.
Ante este escenario, el líder de ERC Alfred Bosch vuelve a poner una oferta sobre la mesa. Después de escenificar su entendimiento con los de Colau para aprobar la ampliación presupuestaria, el no de la CUP lo llevó a poner sobre la mesa el “modelo Badalona”, dónde Guanyem Badalona en Comú, candidatura en la que se integra la CUP, gobierna con ERC e ICV. Así, Bosch propuso un gobierno con todas las “fuerzas de la tranformación social”, BComú, ERC y la CUP, según planteó. En cambio, descartó la entrada del PSC asegurando que “no podemos volver al 2007”, cuando ERC abandonó el gobierno municipal de PSC e ICV.
Ahora, la convocatoria del 26J vuelve a poner las cosas difíciles, pero a los de BComú les preocupa no contar todavía con la ampliación presupuestaria. Muchas de las medidas sociales anunciadas por el gobierno de Colau están a la espera de partida presupuestaria. La falta de apoyos ya obligó a los de BComú a retirar su proyecto de presupuestos en noviembre. Desde entonces se ha trabajado sobre la idea de una modificación de los presupuestos aprobados por Trias para 2015, ahora prorrogados, que pretendía agilizar las negociaciones ante la dificultad para llegar a acuerdos, pero empezado mayo el gobierno municipal tampoco ha conseguido consensos en esta cuestión. Ahora negocian con la CUP su apoyo a la ampliación presupuestaria para convocar un nuevo pleno extraordinario e intentar, esta vez sí, aprobarla.