“¿A cuántos de nosotros nos acaba el contrato y no nos lo renuevan? ¿A cuántos nos suben la renta sin límites? ¿Cuántas hemos tenido que cambiar de barrio por no poder asumir el coste de la vivienda?” Con estas interpelaciones, el Observatorio DESC ha convocado un coloquio este lunes “contra los alquileres imposibles” coincidiendo con el Día Mundial del Hábitat. En un formato pequeño, en el bar de la Violeta de Gràcia, el encuentro quería ser una primera toma de contacto para un proyecto que vaya más allá: la creación de un sindicato de inquilinos en Barcelona para defenderlos ante los abusos.
Este 2016 los precios del alquiler han llegado a superar los récords de la época de la burbuja. Mientras a nivel estatal la Ley de Arrendamientos Urbanos reformada por el PP redujo la duración de los contratos de cinco a tres años, en el caso de Barcelona la presión turística –entre otros factores– fomenta que los propietarios apuesten por alquilar los pisos por temporadas o bien a personas con mayor poder adquisitivo que las que vivían tradicionalmente. Varios colectivos de la ciudad llevan tiempo denunciando la dificultad para acceder a una vivienda y los procesos de gentrificación que están expulsando a los vecinos de algunos barrios. Ahora buscan un punto de encuentro.
Al coloquio han asistido personas que participan en la Asamblea de Barrios por un Turismo Sostenible (ABTS), en la PAH, en el Banc Expropiat, en proyectos cooperativos como Sostre Cívic o en el movimiento vecinal tradicional. Han compartido experiencias para buscar vías de trabajo conjuntas. Desde Ciutat Vella han recordado que hace dos semanas la ABTS alquiló un piso de Airbnb y lo ocupó para denunciar que no tenía licencia. “Si con Airbnb lo alquilan por 500 euros dos días, está claro que no alquilarán nunca por 500 euros al mes”, ha criticado el vecino. Por otra parte, una activista de la Oficina de Vivienda de Gràcia impulsada desde el Banc Expropiat ha explicado que no se han encontrado tantas situaciones de desahucios sino de abusos de propietarios que obligaban vecinos que pagaban el alquiler a irse del barrio. “Aquí hemos hecho algunos escraches a inmobiliarias, pero tres casos en un barrio no representan mucho”, ha considerado.
“Quizás pensamos más en la emergencia pero no en otras cosas que son estructurales”, ha dicho Lucía Delgado, una de las fundadoras de la PAH y una de las impulsoras de la nueva iniciativa. Ahora buscan respuestas para personas que no están a punto de quedarse en la calle, pero que no pueden acceder a una vivienda en condiciones o deben abandonar sus barrios. El espíritu del posible sindicato de inquilinos pasa por actuar a corto plazo, dando respuestas concretas a las personas que sufren abusos por parte de propietarios e inmobiliarias, y a medio y largo plazo, como movimiento de incidencia política. El encuentro de este lunes ha puesto la semilla para el proyecto y la ha hecho llegar a colectivos diversos de la ciudad. Los organizadores confían en poder convertirlo en una realidad en los próximos meses.