La calculadora de Salvador Illa para ser presidente

27 de enero de 2021 22:16 h

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¿El “efecto Illa” existe? Es evidente que sí. Primero porque en todas las encuestas ha supuesto un incremento de como mínimo seis escaños respecto a las expectativas que el PSC tenía con Miquel Iceta como cabeza de lista, unas proyecciones que ya eran buenas para los socialistas catalanes. Esos diputados de más pueden situar al PSC como primera fuerza e incluso como el partido que obtendría más representación. Ahora bien, ¿ese efecto es suficiente para situar al ya exministro de Sanidad en la presidencia de la Generalitat o a su partido como socio del futuro Govern? La respuesta, de momento, es que lo tiene bastante complicado.

El camino más corto para Illa sería que el independentismo pierda la mayoría absoluta porque podría unir a todos los partidos contrarios a la secesión a su causa. Más complejo sería que, pese a que el bloque independentista sumase, pudiese lograr igualmente su propósito. Para ello necesitaría que ERC, Junts y la CUP no se pusiesen de acuerdo y que los republicanos optasen por facilitarle la investidura (vía abstención o un apoyo que podría acabar siendo el tripartito que de momento los republicanos denuestan).

Salvador Illa ha afirmado que su deseo es configurar un gobierno con socialistas y 'comuns'. El problema es que ni en la encuesta del CIS, la que más diputados ha otorgado al PSC y también a los 'comuns', pronostica que la suma de ambas formaciones permita alcanzar ese objetivo. Al menos no de entrada. Aplicando la horquilla más alta de escaños, 35 para el PSC y 12 para En Comú Podem, la suma sería de 47 diputados, es decir, 21 menos de los que se requieren para alcanzar la mayoría absoluta.

Por lo tanto el PSC necesitaría a ERC para llegar a los 68 escaños en primera votación o esperar a segunda votación en la que Illa lograse una mayoría simple, esto es, tener más apoyos que votos en contra en el cómputo final. Porque si no es así, y aplicando de nuevo la horquilla más alta del CIS, aunque Ciudadanos (15 diputados) estuviese por la labor de facilitar un gobierno de socialistas y 'comuns', seguiría sin ser una suma suficiente. Habría que añadir al PP (7 diputados) o a Vox (10 diputados). Y todo esto si se diera un escenario en el que el independentismo hubiera perdido la mayoría absoluta, algo que según el promedio de encuestas tiene solo un 35% de probabilidades.  

¿Es imposible? Casi nada lo es en la política catalana. Pero sí es difícil. Porque los partidos independentistas han afirmado que, pese a las desavenencias más que evidentes, su intención no pasa por facilitar el acceso del PSC al Govern y menos a la presidencia. ERC propone una suma que sabe que es irrealizable y es gobernar no solo con Junts sino también con los 'comuns', la CUP y el PDeCAT (que no está claro que obtenga representación). En Comú Podem no quiere ni oír hablar de compartir gobierno con Junts mientras que la CUP tiene abierto ya antes de empezar la campaña el debate interno sobre la conveniencia o no de entrar a formar parte de un Ejecutivo.

CIS en mano, y de nuevo aplicando el cálculo más optimista para las respectivas formaciones, ERC, Junts y CUP superarían la mayoría absoluta puesto que se situarían en 71. Y eso teniendo en cuenta que este sondeo otorgaba al conjunto de partidos independentistas un 40% de los votos. Para encontrar un porcentaje tan bajo habría que remontarse a 1980. En el resto de encuestas publicadas hasta ahora no desciende del 46% y en algunas ha llegado a superar el 50%. Un acuerdo de las formaciones secesionistas tras el 14F es una de las probabilidades, aunque no se puede dar por hecha porque el desgaste acumulado de la fórmula entre el partido de Puigdemont y el de Junqueras complica cada vez más su entente.  

Muchos dirigentes socialistas consideran que si Illa llega primero tiene que presentarse a la investidura pase lo que pase e intentar amarrar por el camino los apoyos necesarios, algo que Inés Arrimadas no hizo en el 2017 pese a ser la vencedora de las elecciones. En su caso ella siempre explicó que no dio el paso porque sabía que no tenía ninguna posibilidad de conseguir los votos para ser presidenta. Y así era. Además, existía una mayoría independentista que, pese a los titubeos de la CUP, había anunciado su intención de reeditar el acuerdo de la anterior legislatura. Y eso es lo que pasó.

Los 'comuns' presionan y presionarán al PSC para que diga con quién más cuenta para que cuadren los números. La apuesta de En Comú Podem es repetir la fórmula del tripartito y por lo tanto sumar a ERC, pero los republicanos rechazan esta posibilidad y lo seguirán haciendo, al menos durante la campaña, porque saben que dar por viable esa opción es alimentar todavía más la fuga de votos hacia Junts. Las primeras declaraciones de Illa como candidato evidencian que no tiene intención de aclarar las dudas de los 'comuns'.   

A todas estas sumas, las posibles y las que a priori parecen imposibles, hay que añadirle que un tercio de los catalanes se declara indeciso, que las elecciones se celebrarán en un contexto que como mínimo puede tildarse de extraño, forzadas por una decisión judicial, y que nadie sabe a quién perjudicará más una abstención que todos los partidos temen.