- Este artículo ha sido publicado en la página web de la Fundació Catalunya Europa.
Las recientes e insólitas críticas del ministro de Finanzas de la RFA, Wolfgang Schäuble, al presidente del BCE, Mario Draghi, han levantado una apreciable polvareda, de la que podríamos extraer algunas lecciones de interés. De modo, que aunque sólo sea por este hecho, tienen un aspecto positivo. Ante todo, hay que recordar que Schäuble hacía la política monetaria fuertemente expansiva impulsada por el BCE directamente responsable del ascenso del partido anti-europeo Alternativa por Alemania. La razón, según el ministro alemán, es que esta política ha conducido a unos tipos de interés extraordinariamente bajos, que perjudican a los numerosos ahorradores alemanes.
La primera cuestión a comentar es que no deja de ser sorprendente y revelador que sea precisamente el responsable de finanzas del país que ha hecho de la independencia de los bancos centrales una cuestión sacrosanta el que se manifieste en este sentido.
La segunda es que las declaraciones de Schäuble han provocado un alud de reacciones favorables a Draghi, en todas partes y especialmente a la misma Alemania. Entre ellas, las de los principales institutos editoriales de investigación de este país y también, y esto es noticia vistas las frecuentes discrepancias que ha manifestado en relación a la política del BCE, la del presidente del Bundesbank, Jens Weidmann. Y vale la pena subrayar que estas declaraciones no sólo han pedido respeto a la independencia del BCE, como era obligado y previsible, sino que también han apoyado la política monetaria laxa y expansiva que éste está adoptando.
Todo esto ya es suficientemente importante y positivo. Pero ya que se ha iniciado con una cierta fuerza y a un cierto nivel, la discusión sobre cuáles son las políticas más apropiadas para salir definitivamente de la crisis en la zona euro, ahora habría que pedir que se intentara ir realmente al fondo de la cuestión. Que no nos quedáramos sólo en la epidermis (esto ya se ha evitado no limitando las críticas al respeto a la independencia), ni tampoco en las zonas estrictamente subcutáneas, que es lo que puede pasar si todo se limita a avalar la política monetaria del BCE.
Porque la cuestión de fondo es que no basta con la política monetaria y adoptar también una política fiscal mucho más decidida y activa para promover el crecimiento y el empleo. Este es el tema capital y aquel en el que la posición de las autoridades alemanas es más intransigente, terca y opuesta a cualquier tipo de actuación en este terreno. Y esto en contra de la opinión de la gran mayoría de expertos y de las instituciones internacionales (el FMI no se cansa de repetirlo) y de lo que nos enseña la experiencia de otros países, como Estados Unidos y el Reino Unido, durante la Gran Recesión (por no hablar de lo que nos dice la historia, con el caso emblemático de la Gran Depresión de los años treinta del siglo pasado). Sólo hay que recordar que en la última reunión del G-20 no se pudo adoptar una resolución recomendando la utilización de políticas fiscales expansivas, precisamente por la oposición de la RFA.
Ben Bernanke apunta exactamente en esta dirección en una entrevista reciente publicada en el diario El País (17 de abril de 2016). Vale la pena destacar algunos puntos sumamente interesantes. En primer lugar, subraya los dos errores cometidos por la UE (en concreto, para la zona euro): haber empezado demasiado tarde a aplicar una política monetaria decididamente expansiva (bajar al máximo los tipos de interés y adoptar medidas de expansión cuantitativa, QE), y haber persistido en adoptar una política fiscal contractiva, que ha sido totalmente contraproducente y no ha hecho más que agravar la recesión. En segundo lugar, la importancia de la unión fiscal.
En Estados Unidos hay una moneda única, pero también un gobierno federal que adopta una política fiscal pensando en el conjunto de la unión. En Europa tenemos una moneda única y diecinueve autoridades fiscales, diecinueve políticas fiscales y diecinueve deudas soberanas.
En tercer lugar, esta política fiscal expansiva sólo puede aplicarse, y sólo es efectiva si se hace a nivel de la zona euro, y por parte de aquellos países que tienen margen fiscal. Es decir, no pueden hacerlo aquellos, como España, que deben reducir el déficit público. Y en cuarto lugar, Bernanke recuerda que cuando en 2010 la FED comenzó las políticas de expansión monetaria cuantitativa, los líderes republicanos (Bernanke era republicano y se dio de baja) dirigieron una carta a la Reserva Federal, reclamando que no lo hiciera, porque provocaría un aumento de la inflación, el hundimiento del dólar y burbujas de activos. Han pasado cinco años y medio y no se ha producido ninguno de estos pronósticos desastrosos. Como se comenta en la misma entrevista, parece que las autoridades alemanas son, con respecto a este punto, los 'republicanos' de Europa.
A estas alturas, está claro que en la zona euro no saldremos del todo de la crisis ni emprenderemos de forma vigorosa una senda de crecimiento y de creación de empleo sólo con una política monetaria expansiva (y, aún, por la firmeza de Draghi, y en contra de la opinión dominante en Alemania), una política fiscal inoperante (y hasta hace muy poco, contractiva) y reformas estructurales.
Como señaló Draghi en Jackson Hole el 22 de agosto de 2014 (un discurso que supone un punto de inflexión en cuanto al reconocimiento de la necesidad de llevar a cabo una política fiscal expansiva), el 'mix' de política económica a la zona euro debe fundamentarse en tres patas: política monetaria, política fiscal (las dos expansivas, claro) y reformas estructurales para mejorar la competitividad. Estas últimas son necesarias, ciertamente, pero no suficientes. Son necesarias para que la Gran Recesión ha provocado una caída del PIB potencial en muchos países, y para que la zona euro no es sostenible si se producen divergencias de competitividad entre los países periféricos y los países centrales como las que se fueron acumulando a lo largo de los sesenta . Y no podemos ignorar que, todos estos problemas tienen lugar en un contexto de fondo caracterizado por una desaceleración importante del crecimiento de la productividad y una gran atonía de la inversión productiva (a pesar de los tipos de interés tan bajos) y un envejecimiento muy grande de la población.
Pero, a la vez, son necesarias políticas expansivas que estimulen la demanda, porque el PIB real está aún lejos del potencial. Es decir, existe una elevada tasa de desempleo y recursos productivos subutilitzados. Y cuando la política monetaria ha agotado casi su recorrido (con los tipos de interés a cero o negativos y políticas muy agresivas de expansión cuantitativa, sólo queda la creación directa de dinero, el helicóptero de Friedman), es necesaria la política fiscal. Como pide Draghi, la zona euro debe revisar a fondo sus políticas macroeconómicas.