“Igual que la radio, la tele o el cine, el porno es un medio. A mucha gente no le gusta, pero esto no quita que existe y que se pueden analizar sus historias”. Clarissa Smith, profesora de la Universidad de Northumbia (Reino Unido), argumenta de esta forma la razón por la que puso en marcha en 2013 la revista académica 'Porn Studies', que publica investigaciones sobre los contenidos, la evolución y el impacto de la pornografía.
¿Cuál es la relación entre el consumo de porno y el placer sexual? ¿Cuál es el impacto de la revista porno feminista finlandesa 'Ménage à trois' en plena era digital? ¿Cómo cambiaron las búsquedas de la web Pornhub durante la pandemia? ¿Cómo era escribir sobre porno en los años 30 y 40, antes de la revolución sexual? Estos son solo algunos de los temas que aborda en su última edición esta revista, que se publica en la editorial Routledge y que ya desde sus inicios fue polémica. Una campaña en la que participaron decenas de académicos británicos les acusó de promover el porno y de negar sus consecuencias negativas en los jóvenes.
Smith, que estuvo la semana pasada en Barcelona participando en el congreso ‘Men in Movement’ –sobre nuevas masculinidades, organizado por la UOC y el CCCB–, explica en una entrevista que no niega que el porno tenga efecto sobre sus espectadores y sobre cómo estos se plantean o viven el sexo. Al contrario. “Sí que lo condiciona, pero de formas muy distintas”, afirma. “Los argumentos que dicen que el porno hace a los chicos desconsiderados con las chicas descansa sobre la idea de que hubo un tiempo, antes del porno, en el que ellos siempre eran amables con ellas, pero la realidad es que el trato desagradable hacia las mujeres existe desde hace milenios”, argumenta esta profesora, que hace referencia también al estereotipo machista del hombre activo y la mujer pasiva en el sexo. “El porno explota e incluso exagera esa idea, eso sin duda, pero no la ha inventado”.
¿Se puede culpar al porno de la violencia?
Smith sostiene que achacar al consumo de porno los comportamientos machistas e incluso violentos durante el sexo es una suerte de solución fácil a un problema complejo. “Si lo culpamos de las violaciones, lo que hacemos es absolver a toda una cultura que anima a los hombres a ver las mujeres como inferiores”, apunta.
Parte de la controversia generada con la revista, que coedita junto a los profesores Feona Atwood y John Mercer, tiene que ver con que su nacimiento hace prácticamente una década coincidió con la publicación de un informe del comisionado británico para la Infancia que, tras revisar miles de investigaciones académicas, concluyó que el 'boom' del porno en internet exponía a los niños y niñas a contenidos violentos y sádicos. Y que esto sí aumentaba las probabilidades de que se diesen en ellos comportamientos de riesgo, como tener sexo anal sin condón o con uso de drogas y alcohol.
El porno violento, en el que se somete a mujeres a trato degradante, existe y se prodiga con miles de vídeos en la mayoría de grandes plataformas. “Si lo buscas, seguro que lo encuentras”, expresa Smith. “Pero no sabemos las razones que hay detrás de los que lo miran”, aventura. Y pone como ejemplo el bondage y el sadomasoquismo, en el que la violencia es consensuada: “Hay gente que no pertenece a esa subcultura y que trata de decidir si un comportamiento es adecuado sin entender sus códigos”. “No estoy abogando por un porno que incluya representaciones de violencia hacia la gente que participa en él, pero el porno, especialmente el audiovisual, explica historias, y estas incluyen violencia en el plano narrativo, igual que la series o películas”, añade.
La industria del porno es protagonista recurrente de noticias vinculadas a contenidos ilegales o nada éticos. En Estados Unidos, una investigación del New York Times desveló que Pornhub, una de las páginas web más visitadas del mundo, albergaba escenas de sexo no consensuado o hechas con víctimas de explotación. Y subidas por usuarios sin verificar. Esto les llevó a borrar de un plumazo millones de clips y a que Mastercard y Visa les vetasen.
Otro porno y educación sexual
Sobre este aspecto, Smith aboga por perseguir los contenidos ilegales, pero a la vez pide un “debate serio” sobre regulaciones que no consista en prohibir el porno. Del mismo modo que se pide perseguir contenidos violentos en Facebook y Youtube sin exigir el cierre total de esas webs. “Hay una cierta idea de que si acabamos con el porno nada se va a perder. Pero el imaginario erótico es importante para muchas personas y también para la sociedad y la cultura. Yo al menos creo eso”, expone esta investigadora.
En este sentido, afirma que si lo que nos preocupa como sociedad son los “aprendizajes” que los chicos jóvenes sacan del porno mainstream, lo que hay que hacer es darles “una buena educación sexual”.
Smith apunta aquí que, aunque no hayan logrado grandes cuotas de visitas, sí existen iniciativas porno que se salen de los roles habituales o del enfoque únicamente masculino. Cita MakeLoveNotPorn, Pink and White o directoras como Erika Lust o Jennifer Lyon Bell, que filman escenas de sexo con mayor diversidad y a veces con componentes educativos. “Siempre ha existido esta vertiente, el problema es que queda ahogada dentro del gran mercado”, señala. Aun así, defiende que existen pequeñas empresas que trabajan en esta línea y que sí se puede considerar que tienen “éxito” en una escala más reducida.
“Hay muchas razones por las que la gente se interesa por el porno”, advierte esta investigadora. Aunque el imaginario es el de un joven encerrado en su habitación mirando vídeos para masturbarse, asegura que en sus trabajos han detectado muchos otros motivos. “Hay jóvenes a los que les sirve para ver si su cuerpo funciona. '¿Puedo tener un orgasmo?' '¿Puedo sentir cosas?' Y curiosamente, hay gente mayor que nos dice lo mismo. Este es un aspecto muy importante que no todo el mundo ve”, afirma. Del mismo modo, señala que existen casos en los que el porno ha contribuido a romper parejas, pero también los hay en los que las ha unido más.
Por último, y preguntada por otro controvertido aspecto del porno, el de las condiciones laborales de los actores, Smith hace autocrítica. Si bien hay estrellas del porno que se han hecho millonarias, también las hay –sobre todo mujeres– que han denunciado condiciones extremas a las que se les ha sometido desde muy jóvenes. De nuevo aquí, Smith apuesta por “garantizar” que los trabajadores estén protegidos por la misma regulación laboral que el resto de la población, con sus salarios mínimos y horarios estipulados. “Somos una revista académica, hacemos conferencias y hablamos de historias y formas de pensar, pero no hemos sido suficientemente buenos a la hora de incluir a performers, directores y cámaras en estos diálogos. Necesitamos hacerlo mejor”, afirma.