El goteo de condenas de Can Vies enciende al barrio de Sants

Los jueces están siendo implacables con los detenidos por las manifestaciones en protesta por el desalojo de Can Vies. De los mas de 80 detenidos hasta ahora han sido juzgados una quincena, y la mayoría de ellos han sido condenados a penas entre 6 meses y casi 4 años de prisión. Casos de prisión provisional como el de Sergi Rubia, las continuas condenas basadas en testimonios policiales y las elevadas penas que pueden hacer que algunos de los procesados lleguen a ingresar en prisión han encendido al barrio de Sants, que ha salido a la calle este jueves para protestar contra lo que consideran un juicio político que pretende “atemorizar y castigar al barrio”.

La marcha convocada por la Asamblea de Detenidas de Can Vies ha reunido a varios cientos de personas en la plaza del Sants para pedir la absolución. “Nos quieren en prisión por defender los barrios”, denunciaba la pancarta de la cabecera. La protesta se ha movido hacia la plaza de Osca donde se ha leído un manifiesto en apoyo de las personas que han resultado condenadas por los hechos entre el 26 de abril y 6 de mayo de 2014, cuando cientos de personas se movilizaron para protestar por el desalojo y derribo del histórico centros social ocupado.

Aquellas protestas alcanzaron su final feliz al conseguir la paralización del derribo de Can Vies, que inmediatamente comenzaron a reconstruir, pero después del verano ha venido una avalancha de consecuencias judiciales.

En lo que va de año, una quincena de personas relacionadas con las protestas de Can Vies han pasado por los juzgados penales 28, 27 o 25 de Barcelona. De ellas, solo dos han sido absueltas mientras que siete han recibido castigos de entre 1 y 2 años de prisión. Además, al menos otras dos han sido condenadas con penas mayores a los 2 años. Las penas más fuertes han sido impuestas a cuatro jóvenes menores de 24 años y sin antecedentes penales. Esta proporción entre número de juzgados, absueltos y condenados, además de la elevada cuantía penal de los castigos, hace pensar a los abogados de la defensa que los jueces serán especialmente duros con los manifestantes que pasen por sus salas.

“Se ha impuesto un clima de dureza en la Fiscalía que tiene que ver con la directriz de tolerancia cero”, asegura la abogada de algunas de las personas detenidas, Anaïs Franques. “Esto se ve en casos en peticiones de penas desproporcionadas o casos en los que se ha intentado llegar a acuerdos y no ha sido posible”.

Elementos que se repiten en las sentencias

Uno de los patrones de las sentencias de Can Vies es que en la mayoría las pruebas periciales son exclusivamente testimonios de los mossos, mientras que los jueces encuentran inconsistentes los testimonios de testigos aportados por la defensa. Es el caso de Paula, una fotógrafa que, según la versión de los testigos, se vio envuelta en una discusión con un grupo de agentes de paisano tras hacerles una instantánea, tras lo cual acabaron deteniéndola. Los policías alegan que les tiró una piedra pequeña. El juez y la fiscalía han hecho prevalecer la versión policial por encima de la de varios testigos sin vinculación con la protesta que afirmaron que Paula solo hacía su trabajo en el momento de la detención. La fotógrafa ha sido condenada a un año de cárcel.

Otro elemento que se repite en la mayoría de procesos es que muchos de los implicados son jóvenes y sin antecedentes pero se enfrentan a dobles penas o agravantes. Así le ha ocurrido a quien hasta ahora más años de prisión ha recibido, Quim, que se enfrenta a 3 años y nueve meses. Según los mossos, lanzó una botella que impactó contra el escudo de un antidisturbios teniendo el rostro tapado por una bufanda, algo que el juez considera que es un disfraz, por lo que agrava la pena por encima de los dos años, el mínimo exento para entrar en prisión. A Sebastián, otro de los procesados, se le condena por el mismo delito pero los mossos no dicen que llevara el rostro cubierto, por lo que el juez le impone una pena de un año. 

Lagunas en los testimonios policiales

La gota que ha puesto en pie al barrio de Sants tras un constante rosario de condenas ha sido la de tres jóvenes condenados a penas de 3 años y seis meses con testimonios policiales difíciles de creer. La única prueba contra ellos es el testimonio de 5 mossos. Los agentes afirman, y el juez considera probado, que los jóvenes lanzaron botellas de cerveza contra los furgones de antidisturbios desde la azotea del edificio donde residían dos de ellos, pese a que la defensa ha aportado a un vecino que testifica que no cayeron botellas desde el edificio y que el juez reconoce que no ha podido determinar si las furgonetas sufrieron algún daño. 

El juez considera que las declaraciones de los policías son “coherentes”, pero algunos relatos rayan lo inverosimil. Uno de los agentes afirma haber identificado “sin duda” a los condenados en la azotea ya que lo hizo “con la ayuda de un teléfono móvil que le permitió ver con más nitidez a los autores de los lanzamientos al hacer uso de la posibilidad de agrandar la imagen”. La azotea donde se supone que estaban los 3 condenados se encuentra 8 pisos por encima de la calle y en el momento de los hechos era de noche y llovía. Además, tal y como ha demostrado La Directa, la terraza en la que se supone que se encontraban ni siquiera da directamente a la calle. La fiscalía no considera que esto pueda ser falso, pero sin embargo ha pedido que se abra una causa contra los dos testigos aportados por la defensa como autores de un delito de falso testimonio.

¿Por qué la gente corre al ver a la policía?

Algo parecido sucedio en el juicio contra Jheysson. El juez reconoce que no se puede dar por cierto que el acusado formara parte de ningún grupo violento, pero da crédito a la versión de los dos mossos que lo detuvieron, que aseguran que el joven lanzó una piedra contra un furgón policial. La defensa aportó hasta 7 testigos que aseguraron que la persona detenida por los mossos no había lanzado la piedra. Según todos ellos, el joven formaba parte de los manifestantes y estuvo en todo momento cercano a la entrada de un edificio, hasta que salió corriendo junto con el resto de personas cuando la policía bajó de el vehículo para cargar. Pese a esto, el juez considera que este relato es poco verosimil.

“Ninguno de los testigos propuestos por la defensa ha sabido explicar de modo unánimemente plausible por que, al ver que agentes policiales uniformados descienden de sus vehículos y se dirigen al portal donde se encuentran, todos ellos huyen despavoridos cuando supuestamente son pacíficos espectadores que nada tienen que reprocharse”, afirma el juez en un momento de la sentencia para mostrar la inverosimilitud de la versión de los testigos. Jheysson ha sido condenado a 2 años de prisión por atentado contra la autoridad.