Bélgica, Alemania, Francia, Irlanda, Marruecos e incluso Estados Unidos. En todos estos países se han intentado encontrar vínculos extranjeros de los terroristas de la Rambla y Cambrils. Sin éxito. Así lo han puesto de manifiesto los investigadores de Mossos d'Esquadra, Policía Nacional y Guardia Civil que han declarado durante el juicio en la Audiencia Nacional que esta semana ha superado su ecuador. Las eventuales conexiones internacionales del imam y los jóvenes yihadistas de Ripoll seguirán sin poder corroborarse.
La pista más prometedora parecía la de Bélgica, país al que viajaron el líder espiritual de la célula, el imam Abdelbaky es Satty, y tres de los terroristas –Yousseff Aalla, fallecido junto al imam en la explosión del chalé de Alcanar, Younes Abouyaaqoub y Mohamed Hichamy, ambos abatidos tras atentar en la Rambla y Cambrils– durante 2016 y 2017. Los tres jóvenes pasaron unos días en Bélgica, pero “no se pudo acreditar la naturaleza de su visita”, según declaró el guardia civil que analizó la comisión rogatoria remitida por las autoridades belgas. Tampoco guardó relación con actividades terroristas la visita de Mohamed Houli, principal acusado del juicio, a la ciudad belga de Amberes, pues según las autoridades de ese país el viaje fue para visitar a un familiar. Al día siguiente volvió a Barcelona.
Los mayores interrogantes sin resolver versan sobre la estancia de Es Satty en Bélgica. Tras salir de la cárcel en 2014, Es Satty recaló en Castellón y Ripoll pero viajó a Bélgica a principios de 2016 para buscar trabajo como imam. Estuvo hasta abril dirigiendo los rezos en la mezquita Yousseff, de Diegem, pero no pasó el periodo de prueba porque no aportó el certificado de antecedentes penales que le reclamaron los responsables de la mezquita belga. El mismo que no le pidieron después en Ripoll, y que habría revelado su condena por tráfico de drogas. En su etapa belga, el imam tuvo ayuda económica de varias personas para pagarle vuelos a España y gastos. Pero tras una investigación “exhaustiva”, en palabras del guardia civil que analizó el periplo, las autoridades belgas no pudieron identificar ninguna “actividad vinculada al terrorismo” del imam en ese país.
El análisis del teléfono móvil que Es Satty tuvo en Bélgica no arrojó “resultados concluyentes”, según expresó el jefe de la investigación de los Mossos d'Esquadra. La misma expresión empleó el agente para definir el resultado de las comisiones rogatorias que se enviaron a Irlanda y EE. UU. para analizar el contenido del correo electrónica del segundo acusado, Driss Oukabir, y el interrogatorio que el FBI realizó a una persona que explicó haber cenado en casa de los hermanos Hichamy, que murieron abatidos en Cambrils. A EE. UU. también se requirió información para que Google aportara datos sobre correos electrónicos de los yihadistas. Como suele ocurrir con la multinacional en otras causas judiciales, el silencio fue lo que obtuvieron los investigadores.
El otro foco internacional de los investigadores fue Marruecos. El resultado fue igual de pobre que respecto a los otros países. Es Satty viajó a su país, donde viven su mujer y sus once hijos, en vísperas de los atentados. A los responsables de la mezquita de Ripoll les dijo que se iba a Marruecos tres meses, según él para trabajar como transportista, pero en realidad solo estuvo en su país entre el 27 de julio y el 9 de agosto de 2017, para regresar después al chalé de Alcanar donde encontró la muerte en la voladura accidental de los explosivos que confeccionaba la célula que radicalizó.
El investigador de los Mossos no escondió su decepción con la policía marroquí por “no facilitar ninguna respuesta” a la petición que le hicieron los Mossos para practicar entradas y registros en el domicilio familiar de Es Satty en Tanger. El análisis del teléfono marroquí terminó “sin éxito”, expresión que se ha repetido a lo largo del juicio como respuesta a cada búsqueda de vínculos internacionales de la célula.
Los problemas con las conexiones por videoconferencia dejaron sin tiempo para declarar el pasado jueves a dos policías nacionales que viajaron a Marruecos, que tendrán que testificar la próxima semana. En la causa consta el informe que escribieron los policías tras visitar a los familiares de Es Satty –el imam tenía mujer y nueve hijos en su país–, quienes les explicaron que su padre dejó de visitarles, una pérdida de contacto producida en paralelo a su radicalización y el posterior adoctrinamiento de los jóvenes de Ripoll. Los familiares marroquíes del imam aceptaron el cotejo de su ADN con el de los restos hallados en Alcanar y en el piso y la chilaba de Es Satty. Las pruebas científicas avalan el imam murió en la explosión del chalé.
Tampoco se pudo establecer, según explicó el jefe de los Mossos, si era veraz lo que declaró a la policía catalana el principal acusado del juicio, Mohamed Houli, quien dijo que existía otro grupo en contacto con la célula de Ripoll y con otro imam en Francia para atentar en Lloret de Mar (Girona). “Con la información que facilitó era imposible poder iniciar una línea de investigación”, argumento el investigador, si bien consideró “descartable” que existiera otro grupo porque, según Houli, pretendían entrar en España a través de Andorra pese a existir frontera, lo que no ocurre en La Jonquera. Houli también dijo que había dos hombres “con dinero” que acompañaban al imam Francia y a Bélgica, pero el agente explicó que tras investigar sus objetos y su ordenador no se encontró ninguna relación con “terceras personas” fuera de la célula de Ripoll.
Otro acusado, Driss Oukabir, también motivó pesquisas internacionales, pero con idéntico resultado. La policía francesa llegó a detener en 2018 a un conocido de Driss y su hermano Moussa, abatido en Cambrils. Estuvieron juntos tanto en el país galo como en la casa de Driss en Ripoll, pero el detenido fue puesto en libertad en Francia tras no poderse corroborar su relación con la célula.
A Francia también viajaron Younes Abouyaaqoub, el terrorista de la Rambla, y Omar Hichamy, abatido en Cambrils, a principios de agosto de 2017, solo unas semanas antes de los atentados. No fueron de turismo, pero tampoco se ha demostrado, pese al detallado seguimiento fotográfico del coche en el que viajaban, que se reunieran con nadie. La principal tesis de los investigadores, en base a las fotos que se hicieron en la Torre Eiffel, era que estaban reconociendo el terreno para provocar una masacre. Junto al Camp Nou y la Sagrada Familia, el emblema parisino era uno de los escenarios que barajaba la célula para estrellar las furgonetas con los explosivos que confeccionaban en el chalé de Alcanar. La explosión de la casa frustró sus planes.