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Todo por la pasta: Frank V y su banda sonora

'Frank V, opereta de una banca privada' de Dürrenmatt en el Teatre Lliure de mano de Josep Maria Mestres

Sergio Collado

Barcelona —

Hasta el 17 de mayo en el Teatre Lliure de Montjuïc se podrá ver Frank V (opereta de una banca privada), una sátira sobre las altas finanzas escrita en 1959 por el suizo Friedrich Dürrenmatt y que dirige esta vez Josep Maria Mestres. La versión del texto, realizada por Sergi Belbel i Arnau Tordera, se mueve a ritmo de rock sinfónico con el que la banda catalana Obeses interpretan la partitura original de Paul Brukhard. Asistimos a una comedieta musical que no ha pasado de moda y que más bien es tendencia sostenida en este correr del presente. El horror impúdico, sin dobles morales de los protagonistas a los que les pirra el dinero y les pierde la pasta nos recuerda demasiado bien todos estos entrares y salires de los juzgados –y presidios– de altos empresarios y políticos españoles a los que nunca parece abandonarles la naturalidad… Al resto de los mortales, otra cosa no, pero reírse para no desesperar es lo que nos queda. Y esta obra que pone banda sonora a una banca privada sin privaciones es una buena oportunidad para hacerlo.

Durante las dos horas y diez minutos de esta producción del Lliure se nos muestran “las entrañas de la banca y el capitalismo, puestos en evidencia con música, humor y mala baba”, tal como comenta su director. Básicamente es la historia en la que el protagonista, un tal Frank V interpretado por Eduard Farelo, es el heredero de un banco familiar de larga tradición que junto a su mujer, Ottilie, interpretada por Mónica López, “no dudará en cometer cualquier tipo de atrocidad para conseguir lo que desea”. Alrededor de estos reyes shakesperianos aparecerá toda la fauna de “ese mundillo gangsteril” en el que habitan.

Para la presente adaptación, han cogido aquello que más les interesaba de las diferentes versiones que tiene el texto original del suizo y así contar la historia con el desenlace que querían contar manteniendo cierto intríngulis hasta el final. Por su capacidad de reflejar nuestro presente inmediato, Mestres nos habla de “una pieza maestra de teatro-documento”. Durrenmatt la consideraba una de sus mejores obras, sin embargo en el 59 no fue nada bien recibida, en Zurich fue un escándalo… “Evidentemente, Suiza, la banca y la corrupción –a pesar del aliño del humor o justamente por eso mismo–, era un plato de difícil digestión”. Una obra crítica no sólo con la banca, sino con su extensión indisociable a la política y hasta la familia… esos peligrosos vínculos.

Es, en definitiva, otra excusa para hablar de la condición humana, de la falta de escrúpulos y sus consecuencias. En este microcosmos económico oiremos en primera persona los principios de los banqueros. A saber: “No hemos devuelto nunca el dinero a nuestros clientes y nunca hemos hecho un negocio honrado.” Es llanamente otra moral, su moral ligada al poder corruptor del dinero. “Si hay que escoger entre un mundo de bondad y amor y otro de dinero y embrutecimiento, escogen el segundo. Dürrenmatt es un visionario, parece que esté escrita para el ahora y aquí. A medida que la ves te vienen a la cabeza muchas cosas de la actualidad del país”, comenta Mestres. De hecho, la obra comienza con el entierro de un falso muerto que quiere evitar la justicia. Es actualidad total tratada como tragedia bufa y comedia oscura a partes iguales.

Para desarrollar la trama han usado una escenografía desnuda, sin “falsos artificios para disfrutar de la palabra y el sonido”. Once actores y cuatro músicos en escena, músicos que también tienen su papel y actores que hacen coros. A Obesses y la pareja protagonista se suman los actores Laura Aubert, Enric Arquimbau, David Bagés, Miquel Malirach, Xicu Masó, David Moreno, Ferran Rañé, Albert Ribalta, Arnau Tordera y David Verdaguer. 

En cuanto a la pata musical, se trata una opereta rock con una banda en escena tocando en directo. El grupo catalán Obeses que son una mezcla entre algún Queen, Jesucristo Superstar y aquella La Trinca, realizan un “rock” elaborado y socarrón muy musicalero, lleno de tópicos que saben manejar bien con ironía. Ahora han querido darle una vuelta de tuerca al libreto original Paul Brukhard y convertir esa opereta en opereta rock. “Un rock sinfónico con matices oscuros para darle profundidad y una densidad musical potente a la obra”, como nos cuenta Arnau Tordera, el líder de la banda. Otra forma de entender la obra según el cantante, es que podría entenderse al revés: “un concierto al que se le suma una obra de teatro”. Resultado, musical post brechtiano con tintes de farsa cabaretera.

No es poco frecuente en estos últimos años subirse a un escenario de teatro como aquel que va a tocar un concierto: una escenografía, la que sea, e instrumentos a la vista, desnudos, que forman parte de ella. Y que cuando són interpretados sirven más para destacar estados de ánimo o acentuar situaciones como lo vimos en Llibert o Las amistades peligrosas. En Frank V, están ahí los músicos, incluso interpretan papeles, y la música es la de un musical, sirve en sí misma para seguir desarrollando la trama, el texto sin las canciones estaría interrumpido. Las 22 canciones continúan la acción, ayudan a que el texto sea más sintético.

Decíamos que la obra no ha perdido vigencia, y eso es palpable en su temática, pero los efectos sobre el público sí han cambiado, como ha cambiado nuestra sociedad… Si en 1959 su estreno levantó auténtico revuelo y un año más tarde fue suspendida su representación, hoy podemos poner las manos en el fuego que muchos “poderosos” asistirán a la platea a reírse de sí mismos o de otros con total cinismo, descaro o ingenuidad. Disfrutarán tanto como el resto de público que los sufre. Con esta sátira del sistema bancario, divertida y ácida con protas sin escrúpulos, retrato del poder, la ambición, la desmesura y la amoralidad de la altas esferas se nos invita a carcajearnos mientras pensamos en un colapso final del sistema… Quizá por eso Eduard Farelo en la rueda de prensa soltó que alguien alguna vez dijo aquello de que “el mundo es una gasolinera donde está permitido fumar”.

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