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El 'síndrome crisis'

“En el corazón de todas las crisis se esconde una gran oportunidad”. Es un proverbio, no casualmente chino, que se cita en Aventura!. Y encierra la esencia de esta obra escrita y dirigida por Alfredo Sanzol e interpretada por T de Teatre (Mamen Duch, Marta Pérez, Carme Pla y Àgata Roca) junto con Albert Ribalta y Jordi Picó y que se puede ver en el Lliure de Montjuïc, en Barcelona, todavía hasta el 30 de diciembre. Lo que plantea el dramaturgo navarro es una aventura surgida no ya de la crisis sino del miedo a la crisis.

El síndrome crisis se ha extendido incluso donde los números dicen que no la hay: una empresa que funciona (“no va ni mal ni bien”, o sea, ¡funciona!) recibe una oferta de un hombre de negocios chino. Los seis socios se plantean si aceptar o no. Y, como empresarios que son, deciden mejorar la oferta. En realidad, desde ese momento, es posible que ya hayan decidido vender. Al menos así nos lo enseña la realidad. Y quieren más. Aparece, por tanto, la primera baja (y legítima) pasión: el dinero; después de todo, en cualquier venta el dinero lo es todo.

Bajas y nobles pasiones

Y aparecerán más pasiones entre los socios. Invitan al poderoso chino a Barcelona para pedirle unos cuantos miles de euros más. Pero resultará que el comprador se encapricha de una de las socias, Sandra, y se la lleva a Shangai. Eso lo entorpece todo. ¿O no? No, ya que las intenciones de Sandra son muy claras: “Yo no tengo ninguna estrategia, el coño es mi estrategia”. Y con ese arma poderosa se va para el Extremo Oriente. La propuesta con la que llega Sandra, que tal vez se ha excedido con tanta estrategia, es la que hace tambalear cualquier principio moral y lógico de los compañeros. “Me quiere a mí”, les dice. “Os da 200.000 euros a cada uno y os quedáis con la empresa”. ¡Una locura! ¡Cómo se atreve! China, hasta este momento considerada una potencia emergente, pasa a ser un país subdesarrollado, machista. Pero la oportunidad es… inquietante. Poco a poco, los socios se plantearán cómo darle la vuelta a la tortilla, empezando por esquivar esas trabas morales que acarrea la situación.

Alfredo Sanzol explica que escribió esta obra (que nació de un sketch marca de la casa) para analizar “cómo funciona la inteligencia colectiva de un grupo”. Y descubre que lo que busca el equipo de socios es la verosimilitud. Una opción que parece desproporcionada, osada, agresiva se convierte en algo que beneficia a todos. El chino deja de ser un tirano para ser una buena persona, capaz de hacer lo que hace por amor. La compañera, en lugar de venderse, lo está dando todo por la empresa y la primera que se beneficia es ella… “¿Cuándo te irías?”, es la pregunta que se les escapa a los compañeros. Giros de palabras que enmascaran el egoísmo y las bajas pasiones que todos sufrimos (o disfrutamos). Y todo queda justificado, verosimilizado: “En tiempos no muy normales se hacen cosas no muy normales”.

Una sorpresa reservada

El director atiende a referencias como King Kong, en la que “mandan a una mujer al monstruo para salvar a los demás”. El monstruo en Aventura! debería ser el gigante chino, claro, lo que quiere decir que el mal, en realidad, se presenta como salvador. Pero otras referencias que reconoce Sanzol nos llevan a los sacrificios humanos que realizaban los aztecas y otras civilizaciones precolombinas, “un sacrificio para el Gran Dios”, en la obra, para el chino, convertido en Ser Supremo para estos empresarios igual que la socia queda reducida a una simple víctima.

Pero ese dios… ¿los salvará? Es la sorpresa que se guarda la obra. Al ritmo de la música de Fernando Velázquez, en una escenografía que cambia las atmósferas con un foco, un cambio de melodía o una mirada hacia otro lado de los actores, Aventura! nos reserva ese final inesperado del que el autor extrae una conclusión poética y pragmática a la vez, una lección para afrontar los tiempos de crisis sin ñoñerías: “Lo último que se pierde no es la esperanza sino el sentido del humor, que es el que nos activará la inteligencia”.

“En el corazón de todas las crisis se esconde una gran oportunidad”. Es un proverbio, no casualmente chino, que se cita en Aventura!. Y encierra la esencia de esta obra escrita y dirigida por Alfredo Sanzol e interpretada por T de Teatre (Mamen Duch, Marta Pérez, Carme Pla y Àgata Roca) junto con Albert Ribalta y Jordi Picó y que se puede ver en el Lliure de Montjuïc, en Barcelona, todavía hasta el 30 de diciembre. Lo que plantea el dramaturgo navarro es una aventura surgida no ya de la crisis sino del miedo a la crisis.

El síndrome crisis se ha extendido incluso donde los números dicen que no la hay: una empresa que funciona (“no va ni mal ni bien”, o sea, ¡funciona!) recibe una oferta de un hombre de negocios chino. Los seis socios se plantean si aceptar o no. Y, como empresarios que son, deciden mejorar la oferta. En realidad, desde ese momento, es posible que ya hayan decidido vender. Al menos así nos lo enseña la realidad. Y quieren más. Aparece, por tanto, la primera baja (y legítima) pasión: el dinero; después de todo, en cualquier venta el dinero lo es todo.