“La salud de las mujeres se ve profundamente afectada por la forma en como son tratadas por la sociedad en general y la situación en que esta las coloca. La salud de las mujeres sufre cuando siguen siendo discriminadas y víctimas de la violencia”, recogía en 2009 un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Uno de los peores países para nacer mujer es la República Democrática del Congo (RDC), que ocupa el puesto 149 (de 155 países analizados) en el Índice de Desigualdad de Género elaborado por la ONU.
“Vivía en el pueblo de Muhangi. Iba al campo con mi marido cuando aparecieron los bandidos. Mataron a mi marido. Eran muchos, no recuerdo cuántos. Después se echaron sobre mí y me violaron, todos, muchos. Me quedé inconsciente. Los agresores me contagiaron de enfermedades, muchas. A raíz de las violaciones soy seropositiva”, relata uno de los testimonios de Temps d'écoute, un documental de Farmamundi que aborda la lucha de las mujeres congoleñas por el derecho a la salud en la República Democrática del Congo y que se presenta este martes en Barcelona.
Cómo la violencia sexual afecta la salud
Aunque el número de víctimas de violencia sexual en este país africano se desconoce con exactitud, un informe de Naciones Unidas de 2014 señalaba que la violencia sexual continúa siendo “extremadamente seria por su naturalidad sistemática y el número de víctimas”. Laia Pibernat, de la ONG Farmamundi, estuvo en el Congo en julio para participar en el rodaje del documental. Allí tuvo la ocasión de conocer de cerca la situación de violencia que padecen muchas mujeres: “Una de las consecuencias de la violación es todo el contagio de enfermedades de transmisión sexual o embarazos no deseados”.
Según datos de Naciones Unidas, el ratio de embarazos adolescentes es de 135,3 por cada 1000 chicas de entre 15 y 19 años, una cifra que sólo es peor en pocos países como Níger o Chad y que está muy por encima de países desarrollados -en España por ejemplo es de 10,6-. Otro dato que impacta es el índice de mortalidad por causas relacionadas con el embarazo. Mientras que en RDC son 730 de cada 100.000 mujeres, en España son 4. En la provincia del Kivu Norte, donde se grabó el documental, un 22% de las mujeres han sido víctimas de violencia sexual durante el conflicto armado en el país.
“Si estás viviendo con un grupo armado que te ha secuestrado [como es el caso de uno de los testimonios del filme] en medio de la selva tienes que parir sola, sin ningún tipo de seguimiento, y eso tiene riesgos. Luego, además de las consecuencias físicas, también está el trauma psicológico de haber sido violada, que depende mucho del grado de violencia que ha sufrido la mujer y del tipo de experiencia”, asegura la antropóloga. La mitad de los casos registrados por la oficina de la ONU en el país entre 2010 y 2013 se atribuye al ejército y otros agentes estatales.
El acceso a la salud, condicionado por ser mujer
“Las mujeres sufren más violencia a la vez que se limita el acceso a los recursos de poder y a la toma de decisiones, todo ellos son aspectos esenciales para la gestión de la salud y suponen múltiples barreras para acceder a esta”, señalan varias autoras en el artículo “El condicionante de género en la salud”, del libro Género y salud (Farmamundi 2015).
“El acceso al sistema sanitario está muy condicionado por los factores de género. Normalmente los medios económicos están en manos del marido, el tío, el abuelo o el padre. Por lo tanto la mujer tiene que pedir permiso para que sea él quien decida si debe destinar recursos a que vaya al médico o no, porque para ir el servicio público tienes que pagar a pesar de que es muy precario”, explica a este medio Laia Pibernat. Según otro indicador de la ONU, el Índice de Desarrollo de Género, el PIB per cápita en el Congo es superior para los hombres -0,76 frente a 0,59 en las mujeres-.
Otro factor que señala Pibernat como un condicionante del acceso a la salud es la distancia física entre una comunidad y un centro de salud. “Las que están en las ciudades lo tienen mejor pero en las zonas rurales aisladas, que tienes que caminar kilómetros para tener atención médica, para denunciar una violación o para recibir el kit Prep -que debe tomarse en un plazo de 72 horas para que sea efectivo- lo tienen más difícil”, comenta.
Además, según ella, el hecho de que sea una mujer la que tenga que desplazarse desde una zona rural lo complica más. “Si sales del pueblo para ir al médico ya estás diciendo algo, no puedes desaparecer de tu entorno y dejar los hijos durante tres días”, explica. Y es que en el Congo las mujeres son las que se encargan de llevar el hogar además de ocuparse de otras tareas.
FEPSI: un centro de salud integral creado por mujeres
Ante los numerosos casos diarios de violaciones en el Congo, un grupo de mujeres -la mayoría de ella enfermeras- decidió organizarse en el año 2000 para ofrecer una atención médica de calidad para las víctimas de violencia sexual, desplazados de guerra y víctimas de desastres naturales. FEPSI (Mujeres comprometidas con la promoción de la salud integral) cuenta hoy con 3 médicos y 33 enfermeras, 2 auxiliares de laboratorio, un psicólogo, técnicos y varios voluntarios y ofrece muchos servicios en el centro que levantaron hace 16 años en Butembo (en la región del Kivu Norte).
“FEPSI es un ejemplo de centro que cualquier persona de un hospital de aquí debería visitar. Dentro del hospital tienes una clínica jurídica, una sala de escucha, un gabinete de psicología, muchísimas personas voluntarias y de prácticas que están haciendo el acompañamiento del paciente”, cuenta Pibernat.
“Nuestras víctimas de violencia sexual son a menudo demasiado jóvenes. Hay que no llegan ni a los 10 años. El día que inscribí al colegio a una de nuestras víctimas, que se había ausentado durante tres años a causa de un trauma grave, lloré de emoción”, recuerda Mama Elise en la página de FEPSI. “Ellas dicen que son una gota en el océano pero son más bien una gota en medio del desierto”, asegura Pibernat.